Testimonio de Manuel Ruiz Martín, superviviente de los campos de concentración de Zaldívar-La Boticaria y de Castuera (Badajoz)*. Incluye un Comentario de texto final, realizado por el profesor Francisco Buj Vallés

1. Presentación en la Comandancia militar de Orellana la Vieja y detención en la cárcel del pueblo. Jurisdicción del Ejército del Centro. 7 al 14 de abril de 1939.

Manuel Ruiz Martín, sobreviviente de los Campos de Concentración Zaldívar-La Boticaria y Castuera. Noviembre 2004. Foto cedida por José Ramón González.

Fui entregado a las guarniciones, el día 7 de abril de 1939. Cuando me entregué venía de Ciudad Real, que habíamos estado evacuados. A mí me habían dado ya de baja en el Ejército. Yo ya venía sin el brazo (el día 14 de junio de 1938 fui herido de guerra por metralla en el frente de Peñarroya, Sierra Trapera, amputándome el brazo). Entonces, pues, me vine al pueblo [Orellana la Vieja]. Y al llegar al pueblo, antes de llegar, había un molino ahí; había un muchacho con vacas, dice: “Cagüen diez”. Un muchacho así, pero él me conocía. Dice: “No vayas, que lo que tardes en llegar, te matan”. “¡Huy!, si no he hecho nada. Qué dice éste”.

Al llegar a La Barca, que había un puente, un puente que es en el río Guadiana, (el chaval venía de hacia el pueblo, aquí en el pueblo ya, aquí en el Guadiana, donde está el pantano), bueno, pues entonces, llegué, pasé el pantano, y todo el mundo me miraba. Digo: “¡Ay!”. Era por Semana Santa, y la gente andaba de paseo y eso. Yo digo: “¡Ay! Aquí pasa algo, lo que éste me ha dicho es verdad, lo que me ha dicho éste”. Venía yo con uno de Madrigalejo, que había estado en el frente, el hombre, y fue a trasladar la familia; la familia la echamos en el tren y nosotros nos venimos andando para acá.

Al llegar [a] La Barca, que había un puente en el río Guadiana, había una guardia [militar] en el puente: “Mira, no vayas a casa, antes de ir, te tienes que presentar en la Comandancia [Militar de Orellana], en tal sitio (actual Monte de Piedad, en la plaza)”.

Entonces, al llegar [a la Comandancia Militar], en la puerta, se tira uno a mí (un muchacho que había estado en el ayuntamiento. Era hijo de un guardia civil). Pero yo ni, aunque se tiró así, no me percibí, no me creía yo lo que era. Y me coge así, abrazado, y me empuja para adentro, y le dice al comandante: “Ahora sí que hemos cogido un pez gordo. Este era uno de los consejeros del ayuntamiento”. “Venga al alcalde”. Llamaron al alcalde, que había llegado yo, y me tenían preparado una denuncia, que había matado a uno, en el frente, yo. Me llevan a la cárcel del pueblo [que] estaba en una fábrica, al entrar en el mismo, al pie de la rotonda. Una [fábrica] de trigo que había allí.

Y a [los] cuatro o seis días, o una semana (el 14 del mismo mes, me llevaron al Campo de las Casas de Don Pedro), fue cuando me sacaron para Las Casas. “Todo el que, de la quinta de tal a la quinta de cual, que salga, que se [le] va a trasladar”. Yo sabía lo que pasaba. “Aquí no hay escapatoria ya. A ver si es que se despistan en el campo, y en el campo me puedo fugar”. No me dijeron a dónde [me iban a llevar], nada más que [nos] iban a trasladar.

Entonces, nos pusieron allí, todos formados. Yo le digo a uno del pueblo, que era el jefe de Información[1]: “Oiga usted, -ese había sido alcalde con los socialistas, a primera hora, cuando la guerra, antes de la guerra-, yo que soy de la quinta del 39 ¿me puedo marchar?”. No, no. Tú te quedas aquí”. Le veo a un civil [guardia civil] [y le] digo: “Oiga usted, yo que soy de la quinta del 39, …”. “¡Venga ponte ahí!”.

2. Evacuación, escolta y recepción de los detenidos en el Campo de Concentración del cortijo de La Boticaria. 14 de abril de 1939.

Entonces cogió y me esposaron con otro [de Orellana]. El día 14 [de abril] me llevarían a Las Casas, allí a Las Boticarias. Iríamos unos 18 o 20 de aquí del pueblo. Yo iba con el Moreno la Toya. Iba atado. Y cuando llegamos a Orellanita para allá, entre Orellanita y Pela [Navalvillar de Pela], que lo llaman el Joyo Pela, ahí se pararon a descansar. Íbamos andando. [Allí] nos dijeron [los] dos[2] que nos llevaban: “Mirad, no os mováis [y] os quitamos las cuerdas. Os soltamos. Porque nos da pena que entréis esposados allí, y los demás [estén] sueltos”. Ellos sabían a quién esposar y quién no, [a los más] significados, a los más tirados para adelante, [a esos no lo soltarían]. Digo: “Bueno, y nosotros por qué nos vamos a ir, porque nosotros, no nos tememos nada. Nosotros hemos venido aquí voluntariamente, pues si nos hubieran detenido, no venimos”. Bueno, cogieron y nos desataron y empujaron, andando, íbamos allí.

Ellos nos entregaron, los otros leyeron la lista de los que íbamos. “Fulano de tal, fulano de tal, fulano de tal, fulano… ¡venga!”, y pararon ahí. [La lista la hicieron en Orellana] y luego allí [leyeron los nombres de todos los que íbamos desde el pueblo]. Se la entregaron al comandante aquel. [Con nosotros de escolta iban] dos falangistas [que nos conocían]. Uno era Tomás Ruiz “Coraza”, que era barbero, y el otro no me acuerdo cómo se llamaba. [Nos entregaron allí, leyeron la lista, y vieron que estábamos todos].

3. Custodia en régimen abierto en el Campo de Concentración del cortijo de La Boticaria. Primeros días a partir del 14 de abril.

Y entonces [el comandante] dice: “Alojaros ahí, en la nave esa, que hay a mano derecha, al entrar en Las Boticarias”. Y allí estuvimos.

[En Las Boticarias había varios edificios], claro. Estaba la casa, la nave al entrar a mano derecha, la casa de frente a la puerta, porque esto estaba todo amurallado… amurallado, amurallado [como un caserío normal]. Y aquí la prensa, que estaba en esta dirección, a la entrada a mano izquierda.

Entonces, se entraba por aquí. De frente estaba la casa. Aquí una nave, y aquí, la prensa. Ahí una nave, aquí dentro, en Las Boticarias. Ahí entonces, esto podían ser las fosas, porque estaban detrás de la casa para el norte. Se entra por aquí, la puerta, un patio, que lo coge todo. Entonces aquí hay una nave, a mano derecha, y aquí está la prensa, [que] es de aceite.

[A la gente la detenían y la sacaban], los daban largas cuando llegaban los avales que te llevaban del pueblo, [de los pueblos de alrededor o del frente]. Bueno los del frente estaban todos en Zaldívar.

Y entonces, aquí en Las Boticarias, cuando ya no cogían [en Zaldívar], entonces, esta señora, que era, me parece, que es de Puebla [de Alcocer] (habían matado a su marido), y entonces les concedió Las Boticarias, para que hicieran allí un Campo. Y claro, entonces ya empezaron a meter gente aquí, que fue, yo fui de los primeros [en entrar].

Croquis del Campo de concentración La Boticaria.

Estaba con uno de aquí, de Orellana, [en el patio], cuando entraron en la casa [varios]. Había ido uno del pueblo, que era el “Cachuelo de grande”, y digo: “Malo”. [“Cachuelo de grande”] se [me] quedó mirando, claro, la cara. Y cuando salió, se quedó mirando otra vez. Digo: “Prepárate que aquí pasa algo”. Al momento sale de la casa un militar, aquí, donde él había dicho que nos había visto, dónde estábamos. “Manuel Ruiz ¿quién es?”. Digo: “Yo”. Dice: “Coge lo que tengas y vente para acá”. Yo no tenía más que una mantilla de mala muerte, porque esperaba [salir enseguida], yo llevaba lo puesto, sabía dónde iba. Entonces me llama, dice: “Sube allí al doblao ese”. [Y fue] cuando me subieron al doblao, que me detuvieron, ya incomunicado, cuando me incomunican.

4. Prisión bajo régimen de vigilancia en el doblao del cortijo de La Boticaria.

Allí había, el comisario que [más tarde] estaba con mi hermano, [que fue el primero que detuvieron incomunicado], [y] un comandante, que según me dijo era hijo de un inspector de la policía en Barcelona.

En las escaleras, ahí había una ventana, y allí otra, y ahí otra. Había tres ventanas. Y entonces me dirigí a ellos. Y luego había allí unos tipos, en aquel rincón [junto] del comisario, dice [uno]: “¿A cuántos has matado? Digo: “Pues no sé, porque yo tiraba con bombas, con balas de níquel”. Digo: “Pero con las manos atadas, no he matado a nadie”. A poco rato llega uno de ellos, de aquellos dos. Dice: “Dame un papel, un papel de fumar ¿tienes papel de fumar?”. Digo: “Sí hombre, toma”. Y ellos tenían una bandurria y tocaban. [No se la habían quitado al entrar]. [Les] habían dejado la bandurria. Eran dos policías que habían echado allí, [para ver si escuchaban algo]. Pero yo los localicé inmediatamente. Nosotros allí, que no piábamos, y ellos de juerga. [Se lo digo al comisario y al comandante republicano]. Digo: “Estos son dos policías”. Viene otra vez a por otro papel de fumar: “Toma”. Y a las tres veces que fue, digo: “Oye, sabes lo que he pensado, que, si quieres papel, lo compres. Y cuando queráis podéis coger los chismes, iros de aquí, que vosotros sois dos policías que aquí no vais a sacar nada”. Estábamos los tres. Al otro día, o al otro, empezaron a meter ya, a gotear al doblao, al doblao. [La gente prisionera venía] de allí, de los que había abajo. Que los estaban clasificando. Eran todos los más de Orellana y de Las Casas [de Don Pedro]. Nos llevaron, aquí nos metieron, hasta que se llenó, en un doblao.

Escalera del campo de concentración de Zaldívar. Foto cedida por Ángel Olmedo.

[Desde] la(s) ventana(s) éstas y las puertas aquellas veía [a gente que venía con documentación, para sacar a los que estaban dentro]. Esos se metían en la casa, que es donde estaban los mandos, debajo del doblao. Y claro, llegaban, se metían allí, y luego se los llevaban, o a los dos o tres días los daban largas… [Allí, en ese momento, no veía que sacaran a ninguno para darle el paseo]. Nada. Hay los que clasificaban, y los que se quedaban allí. El que se quedaba era para darle el paseo, [pero semanas después, no en ese momento].

[Un día] llegó al Campo de Las Casas, [un comandante fascista], a decirle a ese comandante [republicano que estaba incomunicado], que ya te he dicho, que se quitara las barras, las barras de comandante, que las tenía de la República. Ese comandante que yo te he dicho, que estaba conmigo, estaba yo con él. Pues ese, llegó un comandante [fascista], y le dijo: “Oiga usted”. Dice: “A usted no le han dicho que se quite las sardinetas esas”. Dice: “Sí señor, pero me lo ha dicho un inferior a mí, hasta que no venga un superior a mí, [no me las quito]”. Dice: “Usted ¿por quién tiene el ascenso de esas estrellas que lleva?”. Dice: “Yo, por el Ministerio de la Guerra”. Dice: “Y yo también. Así que no me las quito hasta que no llegue”.

5. Continúan en prisión bajo régimen de vigilancia, pero en la prensa o molino del Campo de Concentración del cortijo de La Boticaria.

La comida [que nos daban era] de todo. Bueno, malo. Malo mejor… Qué nos iban a dar, [comíamos] el café, por el mediodía y por la noche. Las tres comidas, pero… leve, leve. Para que anduviéramos. Lo que más ponían eran garbanzos, y pescado, sardinas en aceite. [Sobre todo, latas que eran del Ejército Republicano que incautaron ellos]. [Nos daban], agua, sí hombre. Los que te traían el agua, eran los que estaban afuera, los que no estaban incomunicados. Sí. Estaban libres dentro del Campo, y los dejaban salir a beber, o a un río que pasa por allí. Que pasaba. A los que no dejaban eran a los que [estábamos incomunicados]. A los que tenían allí, a los que les interesaba a ellos. A los otros, que sabían que les iban a soltar. Yo antes de incomunicarme, iba a lavarme al río ese. El río donde está el pantano ese, el Gargáligas. [Esa gente estaba por allí, enredando, esperando a que les buscaran, a que les llegaran los avales, claro. Esa gente [que estaba libre dentro del Campo] no pensaba: “¿Por qué esto? ¿Cómo será? ¿De qué?”. Yo [hablaba] de que no había remedio [ya]. No, de la guerra no hablábamos. De no habernos entregado, lo que más se hablaba. “Que éstos nos iban a matar”. “No, que éstos nos van a juzgar, que éstos…”. [Había algunos que creían que les iban a juzgar]. “¿Si?”. Digo: “Con esto no contéis porque yo los conozco.

Y entonces, al no coger ya en el doblao, nos trajeron abajo, a la prensa, y entonces, como aquí, [en La Boticaria], ya habían dado largas a todos los que tenían que dar largas, por avales y lo que fuera, [es decir], que los habían dado largas por influencias, avales, [etc.], y no cabíamos, nos mandaron al molino, y entonces fue cuando se trajeron los de Zaldívar a Las Boticarias, [a] la prensa.

6. Militares republicanos prisioneros en el cortijo de Zaldívar son seleccionados, evacuados y reunidos con los que estaban en el cortijo de la Boticaria, cuando pasan bajo la jurisdicción del Ejército del Sur. 26 de abril de 1939.

Nos sacaban a mear de la prensa, allí, donde los mataron [luego]. Nos sacaban [vigilados], y hala. [No había una hora para ir], no era cuando tú querías. Éstos decían, “a mediodía” y punto terminado. [No salíamos esposados], íbamos escoltados, un centinela aquí, otro allí, otro allí, y entonces nosotros teníamos que ir para allá.

Puerta de entrada del cortijo «Casa de Zaldívar». Foto cedida por Ángel Olmedo.

Hasta que llegó la hora de que ya esto se desalojó, y nos quedamos todos aquí [los prisioneros de Zaldívar junto a los de La Boticaria]. [Consideraron que ya habían hecho la clasificación]. Sí, éstos [los prisioneros de Zaldívar] fueron todos allí [a La Boticaria]. [Anselmo] venía de Zaldívar, [contaba] que él creía que los que tenían metidos -yo no me fiaba-, que los tenían que hacer un juicio de guerra. Pero no hay juicio de guerra, no hay más que, que nos van a matar a todos de punta a punta. Digo: “Vámonos a la sierra. Nos tiramos a ellos una noche, los matamos, cogemos el armamento y nos vamos”. Dice: “No hables que te van a matar”. Digo: “Sí, que me van a matar, lo sé yo”. Yo [cuando me entregué] estaba [con] mi madre y dos hermanas mías en el pueblo. Y dice mi hermano: “Que, si nos vamos, a madre y nuestras hermanas las matan”. Digo: “Voy al pueblo y le pego fuego, de punta a punta”. Cuando llega la hora, mientras más duros eres, más tranquilo me quedo. [Mi hermano intentó convencerme]: “Que te matan”. “Que lo sé que me matan. Si es que nos van a matar, a ti y a mí”. Y claro, no me podía mover.

Yo en Zaldívar no estuve, estuve en Las Boticarias. Todos los que [vinieron de Zaldívar y llegaron a Las Boticarias] los fusilaron. [Cuando los fusilaron, se los llevaron] a Las Boticarias. De Zaldívar a Las Boticarias. Mi hermano [Anselmo] estuvo en Zaldívar, y luego lo pasaron a Las Boticarias.

7. Selección y formación de dos grupos de prisioneros mediante una lista: los que no nombraron a los camiones y los que nombraron para fusilarlos. Bajo jurisdicción y organización del Ejército del Sur. 14 de mayo de 1939.

Entonces fue cuando hicieron la clasificación. Ellos iban leyendo: “El que vaya leyendo, ¡venga a formar todos ahí, todos formados!”. Y yo estaba detrás de mi hermano. Y al salir, digo: “Tira para allá, que voy yo”. [Pensando que también me iban a llamar a mí]. Dirían: “Bueno, a éste no lo matamos, pero, aunque sea, lo matarán más adelante. Para que les vamos a matar a los dos antes”, dirían. Aquí estaba él, allí estaban de militar, los fascistas, estaban de militar. Escoltando, escoltando a la gente. [Allí había] una compañía [militar].

Yo estaba detrás de mi hermano formado. Cuando nos sacaron, íbamos tres camiones, los llenaron, y los demás se quedaron allí, y entonces yo iba… Estaba formado detrás de él, y al nombrarle, digo: “Tira para adelante que ahora voy yo”. Y entonces, al ver yo algo… Yo sabía para lo que era [para fusilarlo], a ver. Entonces yo, a un sargento de Don Benito, del cuartel, digo: “Mi sargento, mire usted, que tengo una toalla aquí, de un muchacho, que ha entrado [que la ha metido] aquí, en mi macuto, y como se queda aquí, quería entregársela”. Dice: “Tira para allá si no te quieres quedar aquí”.

8. Evacuación con parada en Talarrubias camino del Campo de Concentración de Castuera. 14 de mayo de 1939.

Manuel Ruiz Martín, sobreviviente de los Campos de Concentración Zaldívar-La Boticaria y Castuera. Noviembre 2004. Foto cedida por José Ramón González.

Y al salir, por esta puerta, aquí, en este lado, había tres del pueblo esperándome, tres falangistas, [de Orellana]. Dos habían estado con los rojos, pero vamos, eran falangistas. Entonces yo, a los que nos íbamos, les avisé: “Aquellos [que hay] al bajar, aquellos que hay en la puerta [quieren] subir en busca mía”. Digo: “Cuando lleguéis a la puerta, pasaros y apelotonaros un poco”, porque salíamos formados. Y entonces, cuando ellos se apelotonaron ahí, yo di la vuelta y me puse delante de ellos, y claro, como ellos estaban pendientes a los que venían en fila, entonces yo [lo aproveché]. Y yo traía una manta tirada así, hecha bufanda, y caía para que el brazo no se me viera. Para taparme la falda. Y cuando llegué a La Barca de Las Casas -que había una barca-, y hay un puente, entonces, nos montaron en los camiones. Al ver que no estaba allí [durante la salida de los prisioneros del cortijo de La Boticaria], salieron con un caballo a por mí, pero ya me habían llevado hacia Castuera y, que [antes] nos paramos en Talarrubias, lo cual allí, mataron a un amigo mío que iba conmigo, que era el secretario del ayuntamiento de Talarrubias… Yo ya los nombres no me acuerdo.

[Los falangistas de Orellana que estaban esperando en la puerta aquel día]… se llamaba(n), los dos hijos del Tío Reyes, que eran dos hermanos, Timoteo y Juan. Y el Cuco, Manuel el Cuco, y luego, habló con Jeromo, que le llamaban el Gitano, pues es gitano, aquí en el pueblo. Jeromo, (y) ese fue el que cogió el caballo, para traerme para atrás. [Eran] muertos de hambre, pero si aquí [en Orellana]… obreros, desempleados. Obreros, labradores desempleados.

Pues salgo de [Las Boticarias]. Nos montan en Las Casas en dos camiones. Nos llevan a Talarrubias, entonces allí se baja el amigo mío, el secretario del ayuntamiento, le bajaron. En Talarrubias, que era de Talarrubias. Para matarle allí, como le mataron [más tarde]. Porque luego he estado yo con familia aquí [y me lo dijeron]. Y yo iba en un camión atrás, en el rincón metido. Y llevaba la mantilla puesta, para despistar. Y entonces llegó uno, hermano de ese Manuel [el] Cuco –[el] que me estaba esperando [a la salida de Las Boticarias]-, un hermano que tenía más chico, estaba en Talarrubias, y entonces se asomó por el camión. Y claro, pues al subir por las ruedas, dice: “Y éste que viene, [que] tiene aquí la mano, que está aquí arropado ¿quién es?”. Digo: “Soy yo”. Yo me quedaba, pero yo… Tú verás, sabiendo que el otro se había quedado ya abajo… que a mi compañero [el secretario del ayuntamiento] ya le habían echado abajo, digo: “Detrás voy yo”. ¡No me dijo nada! Estuvo saludándose con los demás del pueblo, conmigo ni pío. Ese estaba allí en el Ejército, en Talarrubias. Estaba destinado en el Ejército allí. Saludó a los demás, a mí [ni pío]. No me dijo nada, y al no decirme nada, ya está, digo: “Abajo vas Manuel, qué esperabas”.

9. Llegada al Campo de Concentración de Castuera. 14 de mayo de 1939.

Croquis del Campo de concentración de Castuera.

Llego a Castuera, de la mina para acá, [en] tres camiones. [En cada camión] por lo menos sesenta o por ahí. Yo no veía nada, porque yo iba nada más que [agachado]. Ni por el camino, ni nada, yo no piaba. Nada más que con una mantita echada por la cabeza. Y nada. [Mis compañeros hablaban]: “¿A dónde vamos? Nos llevan a Castuera, vamos a esto, vamos a lo otro, cada uno tontería(s) de… que no hablaban… no sabían…

Bueno pues. El resultado, que me bajan, no de la mina para acá, sino de la mina para la puerta, para la cruz, de la mina para la cruz. Nos bajan allí, y estábamos formados de norte a sur. Estábamos formados. La línea adelante [delantera] del Campo [de Castuera]. [Ciento veinte] en tres líneas estábamos formados. Y yo estaba en la que daba para las alambradas. De frente a la sierra, estábamos formados, fuera del Campo.

[En el barracón del Campo de Castuera] yo estaba con… tres o cuatro del pueblo. Allí estábamos sesenta en cada barracón. [Los nombres de algunos de los del pueblo que estaban conmigo], Rafael “Chulanga”, Rafael “Cachas”, Antonio Ruiz que fue… era capitán… venían de allí [Las Boticarias].

[Al comandante republicano que había estado incomunicado en el doblao de Las Boticarias conmigo] le trajeron desde [Las Casas], le incomunicaron, y fui yo al mismo sitio a donde él estaba incomunicado, el comandante ese. El rojo. El rojo. [El comandante rojo que era hijo del inspector de la policía. Lo volví a ver otra vez] en Castuera; iba conmigo. [Se salvó del fusilamiento en Las Boticarias].

10. Se llevan a cabo el cumplimiento de misiones que no admiten demora: los fusilamientos. Bajo jurisdicción y organización del Ejército del Sur. 15 de mayo de 1939.

[A Anselmo le llamaron estando en el Campo de La Boticaria, hicieron un llamamiento], una lista, a los que se iban a quedar allí. A los que no nombraron, esos a los camiones, y a los que nombraron para fusilarlos.

Los soldados derrotados caen entre lamentos y gemidos, unos encima de otros, mientras agonizan, con los brazos atados con alambres, en el hoyo que un rato antes habían cavado

Entonces mi hermano, al sacarlo(s) [a los primeros que llevaron al olivar], quedaron a él y a otro comisario, a un comisario, -que fue el primero que detuvieron [en el doblao] a él, y luego detuvieron a un comandante y luego a mí, en la casa, al doblao. Entonces, [a] mi hermano -que es a lo que iba-, cuando sacaron a los primeros [para fusilarlos], a mi hermano, lo dejaron, los del pueblo, para divertirse un poco con él. [Lo dejaron allí en la prensa]. A él y al comisario, a los dos. Entonces mi hermano abrió un boquete en la prensa, para darse a la fuga, pero el escombro cayó para el lado de fuera, y entonces al estruendo de caerse el escombro, pues un centinela, le vio, y entonces, le pegó un tiro. [Se dio cuenta]. Y luego le llevaron [donde los estaban fusilando], y uno de aquí, le pegó un tiro en un muslo, conforme llegó, allí, donde los estaban matando. Sí, donde les habían fusilado ya a los otros. [Anselmo fue en una segunda tanda]. Pero fue el mismo día. Al comisario y a mi hermano los dejaron para los últimos.

Y entonces a mi hermano, pues ya digo, le pegaron un tiro en el muslo, ya que llevaba al otro [comisario, atado], para que no se pudiera mover, escapar, le pegaron en el muslo y [así] salía. [Ese destrozo que armó cuando intentó fugarse, fue] cuando lo sacaron, habían sacado a los otros ya [para fusilarlos]. Y él y el comisario, los quedaron allí para divertirse.

11. Exhumación de las fosas en el olivar de la Casa de la Boticaria, sin ningún tipo de protocolo. 13-14 de mayo de 1978.

[La historia de] una pluma, cuando los sacamos [en 1978] yo [le] conocí por el color de la pluma. Por el color que tenía, que ya estaba comido. Ya no tenía más que…, ya no tenía más la pluma y el colorcillo de la punta, ya estaba… antes identificado… mi hermano porque allí no se veía nada más que cuatro huesos. Yo me dediqué a coger cachos así, cachos. [Estuve el día que se abrió la fosa]. Sí hombre. [Había] muchos dolientes. Y el amo de la finca… estaba allí.

Familiares junto con los restos exhumados de los prisioneros ejecutados en el olivar del cortijo La Boticaria. Mayo 1978. Foto cedida por Felisa Casatejada.

Entonces, porque no dábamos con ellos, a punto fijo no lo sabíamos, se fue a por un pastor que había allí. Unos primos de Felisa. Y le trajeron: “Oye [vas] a decir[nos] éstos a dónde están para aquí, y si no vas a acabar mal”. Entonces, cogió, fue, y “están aquí, por aquí”. Era una higuera [que] había allí pegando, que no habían cogido allí nunca higos porque estaban… [porque sabían que estaban allí los huesos]. Nunca habían catado los higos, según decía el pastor.

 

 

*Extracto de la entrevista realizada a Manuel Ruiz Martín, superviviente de los campos de concentración de Zaldívar-La Boticaria y de Castuera, en Orellana la Vieja (Badajoz), por José Ramón González Cortés el 27 de noviembre del 2004. Transcripción magnetofónica por Fernando Barrero Arzac

 

[1] Oficial o suboficial de la 4ª Compañía 338º Batallón del Regimiento de la Victoria nº 28, en funciones de Policía Militar, afecto al SIPM. La Comandancia Militar de Orellana en abril de 1939, todavía se encontraba bajo la jurisdicción del Ejército del Centro, más exactamente ocupada por unidades de la 19ª División.

[2] La escolta que se encargaba de evacuar a los detenidos hasta Campo de Concentración, debía estar formada por un guardia por cada diez prisioneros.

 

 

Comentario de texto literario y, especialmente, metaliterario, realizado por Francisco Buj Vallés del extracto de la entrevista realizada a Manuel Ruiz Martín, superviviente de los campos de concentración de Zaldívar-La Boticaria y de Castuera

 NOTAS AL APARTADO PRIMERO.

* Claridad en los datos biográficos esenciales. Manuel Ruiz Martín. Natural de Orellana la Vieja (Badajoz). Herido en un brazo (amputado después), en la Sierra Trapera, en Peñarroya (Córdoba); fecha: 14.06.38.

* Enorme fuerza literaria, a pesar de su rudeza e ingenuidad, en los brochazos o PINCELADAS IMPRESIONISTAS, CINEMATOGRÁFICAS  CASI :

-«Había un molino ahí…»

-«Había una muchacho con vacas…»

-«…que había un puente…»

-«Aquí, en el Guadiana, donde está el pantano».

(Profusión del imperfecto de los relatos, HABÍA.- Y del presente, ESTÁ.- Viveza descriptiva).

* Numerosas FRASES TEXTUALES y DIÁLOGOS ÍDEM.

Sin saberlo, seguramente, nuestro militar republicano utiliza recursos de los mejores cronistas. Me explicaré más detalladamente. Así como César, en «La Guerra de las Galias» escribió «Veni, vidi, vinci», llegué, vi, vencí, nuestro hombre ha dejado frases como esta:

«Pues entonces llegué, pasé el pantano y todo el mundo (clara HIPÉRBOLE) me miraba».

* ESPONTANEIDAD en muchas expresiones, sean interrogaciones retóricas, o interjecciones y giros populares y dialectales. Pondré algún ejemplo:

«¡Ay! Aquí pasa algo, lo que este me ha dicho es verdad, lo que me ha dicho este». (Reiteración enfática).

* PRESENTE  HISTÓRICO, tan usado ya por los clásicos latinos. Es un recurso que trata de ACERCAR, de HACER MÁS PRESENTE AL OYENTE O LECTOR la verdad de los hechos contados:

«Y me coge así, abrazado. Me llevan a la cárcel del pueblo…»

* DETALLISMO DESCRIPTIVO, pormenores de tal o cual localización:

«(La cárcel) …estaba en una FÁBRICA, a la ENTRADA DEL MISMO, AL PIE DE LA ROTONDA. Una fábrica de trigo que estaba allí». De nuevo, énfasis conseguido con la reiteración.

* Manuel Ruiz REFLEXIONA, PIENSA EN VOZ ALTA.-  Augura o presiente el negro futuro:

«Aquí no hay escapatoria ya. (Obsérvese la fuerza intensificadora de ese «YA»). A ver si es que se despistan en el campo, y en el campo me puedo fugar». (¿Autoengaño, o ilusión?).

* DUDA,  INSEGURIDAD,  ANGUSTIA :

«No me dijeron a dónde me iban a llevar».

* AUTORITARISMO, ABANDONO, DERROTA en el último párrafo, a la vista de la actitud de la guardia civil… ¡y hasta del ex alcalde socialista de la preguerra, en el pueblo!

Gran parte de lo que he comentado, acerca de este primer apartado, ES APLICABLE  -lo será, lo sé de antemano-  A  VARIOS  O  A TODOS LOS PÁRRAFOS SIGUIENTES. Ejemplo: el presente histórico, la espontaneidad, las expresiones populares, la viveza de la narración, el detallismo espacial y temporal…

NOTAS AL APARTADO  2

* Perfeccionismo, afán de veracidad y exactitud:

«Iríamos unos 18 ó 20, de aquí del pueblo».

* Diferentes perífrasis:

«El JOYO PELA»;  topónimo. Dialectalismo, JOYO por HOYO.

«Yo iba con EL MORENO LA TOYA». Apodo. «Iba atado». (También a Federico García Lorca y compañeros los ataron de dos en dos. A Lorca, con un maestro republicano, leonés, que tenía una pierna de madera).

«Tomás Ruiz, CORAZA». Mote de un falangista, conocido de nuestro hombre.

* Astucia de los carceleros. O de quienes les daban órdenes:

«Ellos sabían a quién esposar y a quién no. A los más significados, a los más tirados para adelante, a esos no los soltarían». Aquí se advierte que él se sabe importante, comprometido, señalado por el otro bando.

* La astucia de los verdugos contrasta mucho con la candidez inicial de los presos:

«Bueno, y nosotros por qué nos vamos a ir, PORQUE NOSOTROS NO TEMEMOS NADA».

* En la expresión «Fulano de tal, fulano de tal, fulano…» podemos observar dos aspectos a comentar:

1.- Presencia del lenguaje coloquial.                                                                                                   2.- Anáfora, repetición insistente, para añadir énfasis al relato.

* Contundencia, crudeza de los «hombres-número» :

«Nos entregaron allí, leyeron la lista y vieron que estábamos todos». Misión cumplida, todos encerrados.

Literariamente, mucha concisión; frases cortas, como dardos punzantes. Eficacia narrativo-descriptiva.

NOTAS AL APARTADO 3

* En los tres primeros párrafos de este capítulo: DESCRIPCIÓN DETALLADA, MINUCIOSA del edificio y de las habitaciones de «Las Boticarias».

* Alusión a los AVALES que se precisaban para poder salir de aquel antro. Compárese con lo que les aconteció a José García y a Francisco Buj Pastor, en Casa Zaldívar.

* «Yo fui de los primeros en entrar». Frase contundente, casi lapidaria.

* De nuevo, perífrasis para referirse a un conocido y a su apodo popular:

«Estaba con uno de aquí, de Orellana, en el patio, cuando entraron en la casa varios. «CACHUELO DE GRANDE»…

* «Y digo…» > Presente histórico.

*  ANÁFORA: «Se me quedó mirando la cara…, se me quedó mirando otra vez».

* «Digo: PREPÁRATE.»  PRESENTE HISTÓRICO.  Además, usando un COLOQUIALISMO muy frecuente en el español hablado, dice «Prepárate», es decir, usa la 2ª persona para hablar de sí mismo, como desdoblándose en los dos protagonistas de un DIÁLOGO MUY VIVO.

* Más PRESENTES  HISTÓRICOS:

-«Digo: Prepárate (2ª persona, por la 1ª), que aquí pasa algo».

-«Al momento, sale de la casa un militar».

* VIVEZA  DEL  DIÁLOGO:

-Manuel Ruiz, ¿quién es?

-Yo.

-Coge lo que tengas y ven para acá. (IMPERATIVOS  CATEGÓRICOS).

* DESORDEN, NERVIOSISMO, CAOS FINAL:

-«Sube aquí, al DOBLAO«.  (Imperativo y dialectalismo).

NOTAS AL APARTADO 4

Para no insistir de nuevo en aspectos literarios ya analizados en los capítulos anteriores, esta vez voy a reflejar más bien datos relativos al texto y a sus temas predominantes. Al tema y contenido, más que a aislados recursos literarios.

Así que concretaré, preferentemente, estos asertos:

* Presencia de DIÁLOGOS MUY VIVOS.

* Narración DINÁMICA tanto de las LLEGADAS como de las SALIDAS o NUEVAS UBICACIONES de los presos.

* ASTUCIA del protagonista / narrador, al darse cuenta de la presencia, semicamuflada, de dos espías:

«Sois policías, etc»,

* Deja constancia escrita de las LOCALIDADES DE PROCEDENCIA de la mayoría de prisioneros:

LAS CASAS DE DON PEDRO (sic) y ORELLANA LA VIEJA.

* Nota general: sabia mezcla de recursos narrativos: DIÁLOGOS, DESCRIPCIONES, MEZCLA DE LÉXICO

POPULAR con el LENGUAJE ESTÁNDAR, etc.

NOTAS AL APARTADO 5

 * ALUSIÓN  GEOGRÁFICA, con exactitud y propiedad:

El río y pantano de GARGÁLIGAS, al que durante unos días pudo acudir nuestro hombre. A beber y a asearse.

* Frases llenas de DESESPERANZA:

«Yo hablaba de que NO HABÍA REMEDIO YA.- No, de la guerra no hablábamos».

* ESCEPTICISMO ante el proceso de los acontecimientos:

«Había algunos que creían que nos iban a juzgar.

-¿Sí?  Digo: «Con esto no contéis, porque yo los conozco». (*)

(*) En las Memorias legadas por Francisco Buj Pastor, preso en el Cortijo Zaldívar, hay expresiones de parecido contenido.

Por ejemplo, pensaba Buj que, al haber sido maestro el Jefe del Campo, él y los compañeros serían tratados con educación y respeto.- O que a los soldados les devolverían, según promesa, el dinero y otras pertenencias, como la maquinilla de afeitar, de plata, que le había regalado su tío Germán Pastor, cuando aprobó las oposiciones.

* Hay un DIALECTALISMO-VULGARISMO (no exclusivo, por tanto, de las tierras extremeñas) en el siguiente párrafo:

«Al no COGER  (por  CABER, evidentemente) ya en el doblao, nos trajeron abajo, a la prensa… / … y no cabíamos, nos mandaron al molino». Observemos el «periplo interior» a que son sometidos los considerados más peligrosos.

NOTAS AL APARTADO 6

Veamos un PÁRRAFO TESTIMONIAL, ESENCIAL para los historiadores, familiares de los prisioneros y estudiosos:

* «Yo en Zaldívar no estuve, estuve en LAS  BOTICARIAS».

«Todos los que vinieron de Zaldívar y llegaron a Las Boticarias, los fusilaron». (Por «fueron fusilados»; nota de Buj Vallés). …/…

«Se los llevaron de Zaldívar a Las Boticarias». (Obsérvese la insistencia, la reiteración del dato y de los dos topónimos; nota, igualmente, de Buj Vallés).

* La conclusión de este capítulo es tremenda, dolorida, llena de afecto y de rabia. Trágica en extremo:

«Mi hermano Anselmo estuvo en Zaldívar, y luego lo pasaron a Las Boticarias». Ya sabemos el resto.

NOTAS AL APARTADO 7

* MONÓLOGO NERVIOSO, MUY ENTRECORTADO.

* ANÁFORA. Repetición de una frase, con ligeras variantes:

-«Tira para allá (para adelante), que ahora voy yo».

* Trágica certeza:

-«Yo sabía para lo que era; para fusilarlo».

* AUTORITARISMO (modo imperativo y términos amenazantes) del sargento franquista:

-«Tira para allá, si no te quieres quedar tú».

NOTAS AL APARTADO 8

* PRESENTE HISTÓRICO, de nuevo. Cada vez que repite «Digo».

* Excelente REMEMORACIÓN de diversos nombres, así como de sus apodos correspondientes.

* VELOCIDAD de los hechos relatados. Numerosísimos DETALLES.

* Manuel DESPISTA ASTUTAMENTE a sus vigilantes. Paso de nuestro protagonista por Castuera y por Talarrubias.

* Final del capítulo, lleno de TRISTES SOSPECHAS:

-«No me dijo nada y, al no decirme nada, YA ESTÁ, digo, ABAJO VAS, MANUEL, ¡QUÉ ESPERABAS!».

NOTAS AL APARTADO 9

* Crónica detallada de: datos geográficos, datos numéricos, así como constatación de palabras y silencios de unos y otros compañeros.

* De nuevo, incertidumbre, zozobra, terribles dudas:

«Nos llevan a Castuera. Vamos a esto…, vamos a lo otro… Tonterías de… que no hablaban,,,, no sabían».

(Notemos cómo los abundantes puntos suspensivos intensifican la incertidumbre, la angustia por el futuro próximo).

* Apodos de algunos prisioneros:  Rafael «CHULANGA», Rafael «CACHAS».

* Nuestro protagonista sufre, con frecuencia, incomunicación. Lo mismo le ocurre al Comandante republicano.

NOTAS AL APARTADO 10

* Nos deja por escrito la fecha exacta de los fusilamientos: el 15 de mayo de 1.939.

* Desde el punto de vista literario, el capítulo tiene  -dado lo espinoso y trágico del tema-  estas características.

-Tremenda acumulación de datos.

-Extrema rapidez y brevedad en nombrarlos y describirlos.

-DESORDEN NOTABLE. Idas, venidas, cortes, retomas… en plan casi caótico.

(Todos los rasgos anteriores no solo se adecúan bien al tema relatado, sino que, además, LE CONFIEREN UNA    FORTÍSIMA INTENSIDAD).

* A su hermano Anselmo y al Comisario los apartan, demoran sus pasos, «los dejan para el final».

* ¿Motivo, en el caso de Anselmo?

«Lo dejaron, los del pueblo, para divertirse con él».

No solo violencia y venganza, sino también el añadido de la TORTURA PSICOLÓGICA.

NOTAS AL APARTADO 11

* Los días 14 y 15 de mayo de 1978 se procedió a la exhumación de los restos de los fusilados.

* Utiliza medias frases para describirla.

* Entrecortadas por la emoción y el sufrimiento.

* Usa elementos dramáticos: pastor, cuatro huesos, «higuera maldita» o árbol-tabú.

* Reacción de las gentes del pueblo  -de izquierdas o de derechas-,  de huida ante lo trágico, ocurrido cerca de ese árbol. Nadie osa comer de aquellos frutos…

* Algunos de los versos creados por el autor de este comentario de texto, que vienen a continuación, son FRASES TEXTUALES DEL RELATO TRANSCRITO, SOLO QUE ESCRITAS DE ALGÚN OTRO MODO: PARTIDAS EN DOS VERSOS; O HABIÉNDOLES CAMBIADO ALGO POR TÉRMINOS SINÓNIMOS, ETC.

* Las entrecortadas frases que la describen podrían componer un dramático y roto poema:

AQUELLAS RUINAS OSARIAS

CERCA DE «LAS BOTICARIAS»

 

Estilográfica de color desvaído.

Un pastor, Cuatro huesos.

-«Oye, vas a decirnos

dónde están».

 

(Había muchos dolientes

y el amo de la finca

también estaba allí).

 

-«Era una higuera

que había allí, pegando…

-Pero, y tú ¿cómo sabes…?

-Que no habían cogido

allí nunca higos

porque allí, justo allí,

reposaban los huesos».

(Gracias, Fernando, por haberme confiado esta tarea).

Francisco Buj Vallés.- Granada, junio de 2017

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