Contraataque republicano desde el 22 al 31 de agosto de 1938, narrado por los historiógrafos actuales

Contraofensiva del Ejército Popular

Empieza la contraofensiva[1]

Los ejércitos “nacionales” cayeron en el error de creer que esta segunda fase de su avance por La Serena y La Siberia Extremeña iba a ser un paseo militar, pues el Ejército Popular no podría reaccionar tras los reveses del día 24 de julio [de 1938]. Sin embargo, Vicente Rojo, que se encontraba entonces en Almadén [Ciudad Real], encarga al general Miaja que potencie con nuevas fuerzas el frente extremeño. Este envía tropas a La Serena, y se ordena a Prada contraataque hacia los pueblos de Castuera y Monterrubio, hasta llegar a ocuparlos.

El día 16 de agosto empiezan a llegar a Extremadura refuerzos desde Levante. Aparecen en escena las divisiones populares 71ª y 28ª. Más tarde, el 17, empiezan a llegar fuerzas de la División 52ª, ésta al mando de Martínez Cartón.

A partir del 17, el Ejército de Extremadura mostrará gran combatividad, dedicándose a acciones de desgaste y marcaje de las fuerzas franquistas en diferentes puntos del frente.

Desde luego, la situación no era la misma que un mes antes. En estos momentos, la moral del Ejército Popular es muy grande.

Día 22 de agosto

El día 22 de agosto, Prada firma una directiva que contiene las órdenes principales para pasar al contrataque y recuperar el máximo posible de terreno perdido.

Los objetivos serían: envolver las fuerzas “nacionales” que se encontraban en el saliente de Cabeza del Buey; ocupar Castuera, mediante dos acciones convergentes desde Puebla de Alcocer y la loma Morras; y pasar el río Zújar, tras lo que se perseguirían tres nuevos objetivos: la 6ª División seguiría el camino vecinal que une Orellana la Vieja con Campanario, ocupando este pueblo, y continuando hacia el sur llegaría hasta un kilómetro y medio de Castuera; la 19ª ocuparía las sierras de Castuera y Benquerencia; y la 28ª se establecería en la carretera de la “Golondrina”, hasta su cruce con la de Castuera a Puebla de Alcocer.

Croquis con las líneas de contacto inicial durante las operaciones de julio de 1938 en La Serena (Badajoz). Fotografía cedida por Maite Canalda, por intermediación de Mari Luz Seco. Archivo Nacional Cataluña. Fondo Salamanca.

La 52ª División realizaría el contraataque principal hacia Monterrubio.

En la parte contraria, la 21ª División seguía bajo las órdenes directas del ahora coronel Eduardo Cañizares. Sus brigadas estaban bajo las órdenes de Gómez Cobian y Fernández Heredia[2].

El ataque gubernamental se inició al anochecer del día 22 de agosto. Prada tenía gran información sobre el estado de las tropas de la 21ª División “nacional” y su baja moral. Así, inició sus movimientos en dirección al terreno cubierto por ésta, en plena Serena, donde el mismo no tiene grandes obstáculos que pudieran componer una línea defensiva fuerte para las tropas franquistas.

La presión ejercida por el Ejército Popular es enorme. En el aire, la aviación republicana hace huir a los cazas extranjeros (“nacionales”), infringiéndoles una gran derrota, es la mañana del día 23.

Hacia mediodía, las posiciones franquistas son reforzadas con varios batallones, pero el avance popular no cesa y a las tres y media de la tarde los soldados de la República arrollan y desalojan de sus posiciones en Los Caserones a las tropas de la 21ª División que defendía este punto, a pocos kilómetros de las confluencias de los ríos Zújar y Guadalefra.

Pero no solo por este punto atacan los soldados del Ejército Popular, lo hacen también por el arroyo del Ajo y prácticamente por todo el frente de La Serena, a lo largo del Zújar, desde Zarza Capilla hasta el camino que une Campanario con Orellana la Vieja.

Al llegar la noche, el avance de los hombres de Prada se ha generalizado en todo el frente. Las tropas franquistas retroceden a lo largo de toda la línea.

Día 24 de agosto. Comienza la retirada general de los franquistas

En la mañana del 24, los soldados del Ejército Popular habían roto el frente no sólo por Arroyo del Ajo y Los Caserones, sino también por la zona norte del Zújar, por las lomas Terrines y Siete Toriles.

Sobre las once y media, la 21ª División empieza una retirada que se irá generalizando durante todo el día y los siguientes.

El mando “nacional” decide entonces formar una línea definida entre los vértices del Torozo y Cabezuela, loma Amarillo y vértice Naranjo, pensando retener en sus manos Cabeza del Buey y las alturas que rodean a este pueblo. Asimismo, las divisiones 112ª y 122ª “nacionales” se retiran hasta la línea comprendida entre Almorchón y Castuera y Castuera-Campanario, respectivamente.

El día 25, se intensifican los ataques del Ejército Popular y se llega hasta puntos muy cercanos al ferrocarril Castuera-Almorchón. Los “nacionales” se hacen fuertes en las sierras de Benquerencia-Buitrera-Tiros, al norte del pueblo de aquel nombre y de los de La Nava y Helechal.

Ese mismo día llega una formidable masa de aviones “nacionales” desde el frente del Ebro, y Franco promete a Queipo seguir enviando refuerzos desde Aragón. Efectivamente, ese día sale para Extremadura al menos una división desde el frente del Ebro.

El Ejército de Extremadura del coronel Prada, en la jornada del 26, sigue avanzando hasta llegar al kilómetro 9 de la carretera Puebla-Castuera. Otras fuerzas avanzan en la dirección de Almorchón, mientras que más al oeste se trata de llegar a la carretera de Campanario a Castuera.

La situación es cada vez más favorable a los ejércitos populares, que consiguen victoria tras victoria y hacen retroceder al Ejército franquista, a pesar del intenso fuego de la aviación “nacional”.

Al anochecer, Prada ordena que el día 27 el VII Cuerpo continúe su avance, imprimiendo mayor velocidad al mismo y dirigiéndose resueltamente hacia Campanario (División 6ª) y sobre Castuera (División 19ª).

La estabilización del frente

El día 28, fuerzas de la 52ª División popular, mandadas por Martínez Cartón, avanzan sobre Cabeza del Buey, donde se consigue desgastar considerablemente a las fuerzas franquistas.

Mientras tanto, Franco sigue ordenando a sus generales que envíen nuevas tropas al frente de Extremadura. Del Ejército del Norte “nacional” sale hacia La Serena la 85ª División, con el fin de apoyar la resistencia rebelde en el río Guadalefra.

En líneas generales, la contraofensiva del Ejército de Extremadura había sido muy positiva. Aunque no se consiguió tomar el saliente de Cabeza del Buey, sí se detuvo en seco la segunda gran ofensiva proyectada por Franco y Queipo de Llano, que pretendía tomar toda la provincia de Badajoz y marchar más tarde hacia las minas de Almadén.

Tras la contraofensiva, las líneas quedan fijadas como señalo más arriba y se da una casi paralización en el frente, dedicándose los adversarios a mantener sus posiciones.

Bajas

El mes de agosto de 1938 supuso gran número de bajas para ambos ejércitos en el frente de Extremadura, si bien sería más perjudicado el Ejército “nacional”. Cuesta ha señalado que sólo en el Ejército del Sur (Queipo de Llano), el número de bajas sufridas en el frente de La Serena y La Siberia extremeña en este mes de agosto fue de 210 oficiales y jefes y 4.919 soldados y suboficiales[3].


Ofensiva republicana antes de quedar fijado el frente[4]

Llegada de refuerzos desde Levante y contraofensiva republicana

En los días siguientes, los refuerzos continuaron llegando a tierras extremeñas en poder de la República. Desde Levante llegaron el día 16 [de agosto de 1938] las divisiones 71ª y 28ª, y en la jornada siguiente fuerzas de la División 52ª, ésta al mando de Martínez Cartón. Ello dio nuevos ánimos a las desmoralizadas tropas gubernamentales, hasta el punto de que, en lugar de continuar a la defensiva decidieron tomar la iniciativa, llevando a cabo acciones de desgaste en las líneas de vanguardia.

Esa recepción de efectivos y cambio de actitud no pasó desapercibida en el otro bando, como lo ponía de manifiesto el siguiente informe facilitado por Queipo de Llano a Franco el día 19 [agosto]:

El Ejército rojo en Extremadura recibe sensibles refuerzos, habiendo aumentado también la actividad de su aviación. Hoy bombardeó una instalación industrial en Peñarroya [Córdoba] causando bajas y destrozos, entre los que se cuentan la destrucción completa de la central eléctrica. Todo ello demuestra la atención que el enemigo ha prestado a nuestra proximidad a Almadén [Ciudad Real], defendiendo hasta ahora con tenacidad la vía de penetración Zarza Capilla [Badajoz], Peñalsordo [Badajoz], Chillón [Ciudad Real], teniendo acumuladas la mayor parte de sus fuerzas en los alrededores de Belalcázar [Córdoba]. En frente Tercer Cuerpo de Ejército tengo solamente una media Brigada de la División 60ª, además, de reservas divisionarias […]. En su vista me permito indicar a V.E. si cree llegado el momento de enviar más fuerzas o por lo menos la División 102ª cuyo regreso me tiene ofrecido en momento oportuno[5].

En definitiva, los servicios de información en el otro bando ya habían alertado del envío de nuevas tropas, y con ello, de las dificultades que podían presentar nuevos intentos de avanzar en este frente. A esa mejora republicana se unía la pérdida de efectivos en el Ejército del Sur, ya que, como se indica en dicho informe, no contaban con la 102ª División, que había sido enviada al Ebro. Por tanto, una situación precaria para estas fuerzas, que las mejoradas unidades de la República trataron de aprovechar.

Mientras eso sucedía, algunas unidades al mando del general Saliquet atacaban posiciones del frente situadas al este de la provincia cacereña, consiguiendo romperlo el 19 de agosto. En días siguientes invadieron algunos pueblos toledanos, y controlaron también estribaciones próximas, como es el caso de la sierra de Altamira.

En lo que a Cáceres respecta, la importancia de esa ofensiva radicó en la conquista de dichas tropas del único núcleo de población cacereño que permanecía en poder de la República desde 1936: Alía. Un día antes de su ocupación, las fuerzas republicanas allí destacadas, conscientes de su inferioridad, incendiaron la localidad y abandonaron a continuación sus posiciones. Esa situación propició que las fuerzas franquistas conquistasen el municipio en la jornada del 23 de agosto sin encontrar apenas resistencia. Con esa conquista se acortó otro trozo de frente en Extremadura y se facilitaron las comunicaciones entre los ejércitos nacionales del Norte y Sur.

El frente extremeño tras las operaciones nacionales en el verano de 1938. Chaves Palacios, Julián, «La Guerra Civil en Extremadura: Operaciones militares (1936-1939)», Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997.

Volviendo nuevamente al teatro de operaciones del Sector de Cabeza del Buey, los signos de recuperación que mostraban las tropas del Ejército de Extremadura se vieron respaldados con unos planes concretos. Su máximo responsable, el coronel Adolfo Prada, ordenó a sus efectivos pasar al contraataque, marcando una serie de objetivos entre los que cabe destacar la recuperación de Castuera. Para ello, la idea de maniobra se basaba en una doble ofensiva: una por el norte, con base en Puebla de Alcocer; y otra por el sur, que debían converger en la mencionada localidad.

Al caer la noche del 22 de agosto comenzaron las operaciones, que contaron con el apoyo de la aviación y doce divisiones de los Cuerpos de Ejército VII y VIII, y obtuvieron éxito por el norte, donde derrotaron a las tropas franquistas al mando del coronel Cañizares; pero no en el otro flanco, donde no fueron capaces de ocupar Zarza Capilla. En la jornada del 24, el frente nacional se desmoronaba a lo largo del recodo del Zújar. La situación el Ejército del Sur la describía de la siguiente forma su responsable, el coronel Cuesta, esa misma jornada:

El enemigo tiene mucha artillería. Estamos aguantando lo que podemos gracias al apoyo de la aviación, pero no se tiene mucha confianza en poder resistir mucho más, porque estamos desbordados. Las unidades entre el Zújar y el Guadiana están también presionadas. Se quiere comunicar al Ejército del Centro que ayuden lo que puedan, y si pueden que pasen el río y amenacen de flanco a esas unidades. Sería lo mejor. Si eso no fuese posible que ayuden con artillería. La situación es cada vez más grave. El enemigo tiene mucha artillería, tanques y aviación. Se solicitan refuerzos[6]”.

Las tropas franquistas, según se desprende de ese informe, estaban desbordadas, hasta el punto de tener que abandonar esa misma jornada Zarza Capilla [Badajoz] y retroceder en sus líneas ante la poderosa presión republicana.

El 25 [agosto], la situación para los nacionales mejorará sensiblemente gracias a la recepción de refuerzos. La aviación fue la primera en llegar, concretamente los aviones tipo “Rayos”, “Junkers” y cazas. También los batallones de la 21ª División, que quedaron destacados en Castuera. Por el norte, las tropas de Saliquet comenzaron a actuar sobre el frente, con fuerte empuje de su artillería. Esa reacción, junto a las del Ejército Sur, propició una mejora de la situación para los nacionales, que tras las difíciles jornadas anteriores veían cómo la situación, cuando se iniciaba el día 26, había mejorado sensiblemente.

Incluso en esa evolución favorable, se seguía solicitando el envío de la 102ª División y de una compañía de transporte-automóvil, en este caso por estar la mayoría de los vehículos en reparación. Pero peticiones aparte, en esa jornada, los nacionales habían conseguido ocupar las posiciones entre el Zújar y el Guadiana que tenían antes de iniciar la ofensiva las fuerzas republicanas.

Estas fuerzas no se resignaban a retroceder, ya que iniciaban un nuevo ataque, en este caso en dirección a Campanario, que no triunfó, pues a esa localidad habían llegado dos batallones del Ejército Centro que salieron a su encuentro. El día 27 comenzaba a llegar la mayoría de los refuerzos solicitados por el Ejército del Sur, entre ellos las primeras unidades de la requerida División 102ª.

El enemigo -informaban en un parte de operaciones de esa jornada- no actúa hasta ahora, de lo que se puede deducir dos hipótesis: o que está preparando un ataque a fondo, o que el movimiento de camiones visto anoche es de retirada de fuerzas para otro lado. Por el momento, como se dice, hay tranquilidad y se aprovecha para organizar bien la línea. Ha llegado más aviación que comenzará a actuar enseguida. Nuestra situación ha mejorado con la organización dada y el aumento de medios[7]”.

Efectivamente, la situación tendía a estabilizarse. A partir del 28 de agosto sólo se registran esporádicos ataques republicanos con su artillería y escasa Infantería, en un deseo de verificar contactos, es decir, de ver por dónde podían penetrar. La impresión era que la contraofensiva gubernamental había llegado a su fin, entre otras razones porque sus ataques ya habían perdido intensidad, y los del otro bando ya habían colocado efectivos suficientes en el frente como para responder a cualquier eventualidad. Estas operaciones, iniciadas en julio sobre La Serena, habían llegado a su fin. Como escribió el coronel V. Rojo:

Contemporáneamente a la batalla del Ebro, se produce la ofensiva enemiga en Extremadura y nuestro subsiguiente contraataque. La primera nos proporcionó un serio revés, pero pudo ser contenida con tropas sacadas de Levante, y aunque pasamos pronto al contraataque recuperando una parte del terreno perdido, los resultados de nuestra respuesta fueron mediocres y el frente volvió a estabilizarse[8]”.


Participación de las Brigadas Mixtas en la contraofensiva gubernamental de finales de agosto de 1938 sobre Castuera y Campanario[9]

6ª Brigada Mixta (XVII Cuerpo de Ejército, 19ª División)

[…] En agosto de 1938, la Brigada regresó con la 19ª División al frente de Extremadura. Intervino en duros combates en Castuera, donde perdió más de la mitad de sus efectivos. Fue retirada del frente, para regresar a Madrid y dar lugar a su reorganización, y se trasladó posteriormente a Requena, para volver, en septiembre, al frente extremeño.

43ª Brigada Mixta (XVI Cuerpo de Ejército, 52ª División)

[…] En agosto de 1938, la unidad se desplazó a Extremadura, al mando de mayor de Milicias, Miguel Torruz Palomo, hermano de un cabo de la Guardia Civil que fue uno de los hombres de confianza del capitán Cortés en el asedio del Santuario de la Virgen de la Cabeza. En [el frente de] Extremadura quedó como unidad de reserva en Hinojosa del Duque [Córdoba].

52ª Brigada Mixta (XVII Cuerpo de Ejército, 19ª División)

En agosto, una vez reorganizada, la 52ª Brigada Mixta regresó a Extremadura, mandada por el mayor de Milicias Santiago Alvárez de Toledo. Intervino en la batalla del cierra de la bolsa de Mérida en el saliente de Cabeza del Buey [Badajoz].

58ª Brigada Mixta (XVII Cuerpo de Ejército, 19ª División)

En agosto, se desplazó al frente de Extremadura al mando del comandante de Infantería Esteban Domingo Piña que, al comienzo de la guerra, se hallaba, como capitán, en situación de disponible en la 3ª División Orgánica [Valencia]. Se situó cubriendo el sector de Puebla de Alcocer [Badajoz].

73ª Brigada Mixta (VI Cuerpo de Ejército, 71ª División)

[…] A finales de julio [1938], Bartolomé Fernández, fue reemplazado por el mayor de Milicias Castaños y, a su mando, la unidad se desplazó […] a La Nava de Ricomalillo [Toledo] para actuar en vanguardia.

107ª Brigada Mixta (XX Cuerpo de Ejército, 6ª División)

En agosto, se desplazó a Extremadura, actuando en la contraofensiva del Zújar en dirección a Castuera y, al ser paralizada la operación, quedó con dos batallones en línea en Gamonital y las posiciones de Arroyo del Campo y los otros dos en reserva.

125ª Brigada Mixta (XIII Cuerpo de Ejército, 28ª División)

De Chelva [Valencia] partió, en agosto, hacia el frente de Extremadura, al mando del comandante de Infantería Ricardo Meléndez Ramos, un antiguo alférez de complemento pasado a la escala activa. [La Brigada] llegó a Puebla de Alcocer en lamentable estado, pues, a pesar de recibir refuerzos de la 83ª BM, no logró completar sus efectivos, por lo que tuvo que permanecer como reserva de su División. Situada al norte del vértice Cabezuela, cerca de la carretera de Cabeza del Buey a Zarza Capilla, intervino en los intentos de cortar el saliente de Cabeza del Buey, saliendo muy quebrantada. Nuevamente tuvo que ser colocada en reserva […].

126ª Brigada Mixta (XIII Cuerpo de Ejército, 28ª División)

Combatientes de la compañía de Ametralladoras de una Brigada Mixta. Biblioteca Nacional de España.

En agosto se desplazó a Extremadura, al mando del mayor de Milicias Andrés García, con Fuentes como comisario. Llegó a Puebla de Alcocer el 15 de agosto [1938], y se reorganizó con elementos de la 83ª BM sin llegar a completar sus efectivos. En la contraofensiva republicana consiguiente a la ofensiva nacional para el cierre de la bolsa de Mérida, rompió el frente del Zújar, marchando en el flanco izquierdo de su División [28ª]. Después de estos combates fue destinada a cubrir posiciones próximas a la carretera de Cabeza del Buey a Sancti Spiritus.

127ª Brigada Mixta (XIII Cuerpo de Ejército, 28ª División)

El 15 de agosto, llegó a Guadálmez [Ciudad Real] en el frente de Extremadura, al mando de mayor de Milicias Esteban Serra Colobrans, con Enrique Genovés Guillén como jefe de Estado Mayor. Aquí se reunió con su División [28ª]. En la contraofensiva de la batalla del cierre de la bolsa de Mérida, actuó brillantemente, cruzando el Zújar, ocupando el vértice Marroquín, y continuando hasta las inmediaciones de Castuera, donde permaneció hasta que las muchas bajas sufridas obligaron a su relevo.

175ª Brigada Mixta (XVI Cuerpo de Ejército, 52ª División)

El 11 de agosto de 1938 se desplazó con su División a Extremadura, donde quedó afectada al XVI Cuerpo de Ejército. El día 22 de agosto entró en línea en el sector Monterrubio-Puerto Urraco-Castuera, pero a los tres días abandonó los ataques al no poder ocupar Zarza Capilla.

197ª Brigada Mixta (XVI Cuerpo de Ejército, 52ª División)

Fue retirada del frente […] para proceder a cubrir bajas, lo que se hizo con mozos de las quintas de 1940 y 1941 y, después de ello, fue enviada al frente de Extremadura para incorporarse a la 71ª División que era una gran unidad autónoma. Con ella atravesó el Puerto de San Vicente y llegó a Campillo de la Jara y La Nava de Ricomalillo [todas ellas localidades de la provincia de Toledo]. A últimos de agosto cubrió el sector de Monterrubio, frente a la 24ª División nacional y, unos días más tarde, fue retirada de la línea de vanguardia para reorganizarla y convertirla en una unidad de choque.

198ª Brigada Mixta (VI Cuerpo de Ejército, 71ª División)

La formación de la Brigada se hizo con un 50% de veteranos procedentes de otras unidades y 50% de reclutas y se retrasó mucho, de forma que no estuvo operativa hasta el mes de mayo [1938] en que fue transferida a la 71ª División del VI Cuerpo de Ejército en Castilblanco [Badajoz].

La 198ª BM fue enviada a cubrir el sector de Logrosán [Cáceres], localidad ocupada por fuerzas de la 19ª División nacional, donde permaneció hasta ser enviada a Hinojosa del Duque [Córdoba] […]

209ª Brigada Mixta (XX Cuerpo de Ejército, 6ª División)

Pasó a formar parte de la 6ª División del XX Cuerpo de Ejército y, en agosto, se desplazó al frente de Extremadura al mando del comandante de Infantería Hernando Liñán Castaño que, el 18 de julio de 1936, se hallaba en situación de retirado. Con la 6ª División en los combates del saliente de Cabeza del Buey, derrotando a la 21ª División nacional. Después de la ofensiva y la consiguiente contraofensiva adversaria, quedó en línea […]

220ª Brigada Mixta (XX Cuerpo de Ejército, 6ª División)

En agosto se desplazó con efectivos bastante reducidos a Extremadura, al mando del teniente coronel de la Guardia Civil Rogelio López Belda que, al comenzar la guerra era teniente en el 4º Tercio en Madrid. En la batalla del cierre de la bolsa de Mérida, atacó por el Zújar en dirección Puebla de Alcocer-Castuera, siguiendo la carretera y, pasada la contraofensiva, quedó cubriendo posiciones frente a Campanario.


Participación de las divisiones nacionales en las operaciones militares de La Serena y La Siberia junto con las del frente Tajo-Guadiana[10]

Ejército del Sur sublevado

11ª División (I Cuerpo de Ejército)

El 21 de agosto [1938], la División, principal fuerza operativa de la reserva del Ejército del Centro, fue utilizada para una acción sobre el Puerto de San Vicente y la Sierra de Altamira. Para ello atravesó el Tajo en su confluencia con el río Huso, ocupando Aldeanueva de Barbarroya y avanzando sobre La Nava de Ricomalillo, localidad de la que se apoderó, al caer la noche. Al día siguiente, se ocupó Campillo de la Jara y, ya de madrugada, el Puerto de San Vicente, desde el cual se prosiguió hasta Alía [Cáceres], donde se enlazó con la 19ª División, cerrándose una bolsa en torno a la Sierra de Palomera. Con ello se daba por terminada la operación que suponía un importante acotamiento de las líneas.

14ª División (I Cuerpo de Ejército)

El 21 de agosto de 1938, la 14ª División fue relevada de la primera línea y destinada a reserva del Ejército del Centro, participando en las operaciones de conquista del Puerto de San Vicente. En esta ofensiva conquistó diversas cotas y los pueblos de La Estrella y Aldeanueva de San Bartolomé para ocupar finalmente el Puerto de San Vicente.

21ª División (II Cuerpo de Ejército)

En la noche del 22 de agosto, se inició el ataque republicano frente a la 1ª Brigada y, ya de día, a las trincheras de la 2ª. El impulso es muy fuerte y la 1ª Brigada perdió la importante loma de Los Caserones y se vio obligada a retirarse a lo largo de toda la línea. La 2ª Brigada tampoco pudo resistir el ataque enemigo y, por la tarde, inició la retirada. Al día siguiente, el desplome del frente cubierto por la 21ª División se hacía más evidente: no sólo se había perdido la loma de Los Caserones, donde lucharon los batallones 2º, 8º y 12º [Regimiento Castilla, 3] y la 4ª Bandera FET de Badajoz, sino que en el sector norte del Zújar las tropas se retiraban en busca del apoyo del Guadiana. En vista de la situación, el mando concedió permiso para una retirada general, señalando como línea de contención para la 21ª División la Casa del Moro y el vértice Marroquín para la 1ª Brigada y los vértices Torozo y Cabezuela, la loma Amarilla y el vértice Naranjo para la 2ª. El día 26, todo lo que había sido frente de la 21ª División se había derrumbado totalmente y la unidad había sufrido un fuerte quebranto, teniendo que ser retirada para su reorganización. De resultas del importante descalabro el coronel Cañizares fue cesado como jefe de la unidad y procesado.

60ª División (II Cuerpo de Ejército)

Cuando la contraofensiva republicana del día 21 al 26 [agosto], hundió el frente protegido por la 21ª División, la 60ª División se vio obligada a evacuar Zarza Capilla y retirar una brigada a la línea Sierra Almagrera-Peñón Cabezuela-Sierra del Torozo-Pilón de Azúcar-kilómetro 312 del ferrocarril-Dos Ríos, protegiendo Cabeza del Buey, mientras la otra brigada se constituía en reserva del Ejército en Almorchón y Helechal.

107ª División (I Cuerpo de Ejército)

El 21 de agosto se inició una nueva operación con la toma de la Sierra de la Estrella y el vértice Peladilla. El 22, se procedió a la limpieza de la Sierra de la Estrella y, al día siguiente se alcanzó la Tajo-Aldeanueva de Barbarroya-Frontoncillo-La Nava de Ricomalillo. El día 26 se entró en Belvís de la Jara y la ofensiva se paró momentáneamente.

112ª División (Cuerpo de Ejército de Andalucía)

El reforzado Ejército republicano lanzó, el día 23 [agosto], una fuerte contraofensiva contra el centro de la pretendida bolsa, defendida por la 21ª División. El resultado fue una retirada de esta unidad que obligó a un repliegue general. La 112ª División sostuvo la línea Benquerencia-Buitrera-Almorchón hasta que la contraofensiva republicana se agotó.

112ª División del I Cuerpo de Ejército . Engel, Carlos, Historia de las Divisiones del Ejército Nacional. Madrid, Almena, 2000.

122ª División (Cuerpo de Ejército de Andalucía)

El día 22 [agosto], se produjo la rotura del frente por parte del Ejército Popular en el sector de la 21ª División, en cuya ayuda acudieron el Tercio de Requetés y la Bandera de Badajoz. Al día siguiente, todas las unidades de la División se vieron envueltas en fuertes combates: el Tabor en la carretera de Navalpino, el 11º de Pavía en las minas de Miraflores y la 2ª Brigada en el sector de Castuera. El 26, la Bandera de Badajoz se vio obligada a retirarse al arroyo Guadalefra y el Batallón de Infantería de Marina a Puerto Buitreras. El 27, se replegó sobre la orilla del Guadalefra el resto de la División, resistiendo hasta el final de la ofensiva republicana, el 29 [agosto].


Contraofensiva de la República para defender la riqueza minera de Almadén[11]

En primer lugar, debe destacarse que el frente extremeño [después de la ofensiva del cierre de la bolsa de La Serena] quedaba ampliamente reducido, de hecho, la “cuña” que se insertaba en la zona franquista había desaparecido. La nueva línea del frente extremeño comenzaba al norte de Alía, de allí descendía en dirección suroeste hasta el río Gargáligas para seguir el curso de este río hasta la perpendicular de Casas de Don Pedro. Desde esta última localidad, que prácticamente se ubicaba en primera línea del frente, bajaba para encontrar el Guadiana, atravesarlo y llegar hasta el Zújar, en una zona que podemos situar al este de la carretera Orellana La Vieja-Campanario (ambas poblaciones en manos franquistas). Se pasaba a continuación al margen izquierdo del Zújar, concretamente a un punto entre el río Guadalefra y el arroyo Almorchón, para dirigirse hacia el este al poblado de Helechal y de allí hasta la Estación Zújar, ya en tierras cordobesas. Tras esta primera línea se encontraban, en zona republicana, las localidades de Alía, Valdecaballeros, Casas de Don Pedro, Puebla de Alcocer, Esparragosa de Lares, los poblados de Helechal y Almorchón y Cabeza del Buey, capital de la Extremadura republicana tras la pérdida de Castuera[12].

                Una vez fijado el nuevo frente, los mandos militares republicanos intentan por todos los medios intensificar la recuperación de las tropas y acelerar los trabajos de organización del terreno. De hecho, en estos momentos el propio jefe del Ejército de Extremadura, Ricardo Burillo, decide reorganizar las tropas republicanas:

Posteriormente agrupo el mando de las Brigadas 20ª, 91ª y 109ª en Puebla de Alcocer, División 37ª; de la División Zújar en Almorchón con las Brigadas 66ª, 21ª y 81ª y la de Belalcázar con las dos Brigadas 189ª y 191ª de la División 68ª agregándole la [Brigada] 88ª bis. La primera mandada por el comandante Cano, la segunda por el comandante Sánchez Carmona y la tercera por el Jefe que trae, comandante López Mejías, marcando zonas de acción, puestos de mando, y líneas a fortificar designadas por el General Jefe del Grupo de Ejércitos […][13].

                Igualmente, Burillo da las pertinentes instrucciones a fin de conocer “el estado definitivo de personal recuperado, material y armamento”. Pero el jefe del Ejército de Extremadura no pudo llevar a cabo estos propósitos reorganizativos, pues el día 31 de julio [1938] era cesado desde el G.E.R.C., siendo sustituido en esta alta responsabilidad militar por el coronel de Infantería Adolfo Prada Vaquero.

                El nuevo jefe del Ejército de Extremadura se dirigió a todos los integrantes de esta gran unidad militar al día siguiente. En su discurso, Prada daba ánimos a los combatientes para seguir luchando por la causa republicana, pero a renglón seguido afirmaba que “en cumplimiento de mi deber estoy decidido a llegar donde sea, porque todos vosotros cumpláis el vuestro”. Las palabras del coronel Prada mostraban la necesidad de una profunda reorganización del ejército que hasta el día anterior había estado dirigido por el coronel Burillo.

                En primera instancia, se produjeron trascendentes cambios en la propia estructuración del Ejército de Extremadura. Así, el 4 de agosto el jefe del G.E.R.C., el general Miaja propone al máximo responsable del Estado Mayor Central republicano, el general Rojo, la disposición de tres Cuerpos de Ejército en vez de los dos anteriores (VII y VIII Cuerpos de Ejército). De esta manera surge el VI C.E., nueva unidad que se encargaría de la defensa de la línea del Tajo, concretamente desde el río Algodor hasta el río Huso -en la zona más cercana al Guadiana- (en definitiva, el frente toledano). Desde este último punto hasta la Estación del Zújar (cerca de Cabeza del Buey y ya en el límite con la provincia de Córdoba) correspondería al VII C.E., y finalmente el VIII C.E. atendería al frente cordobés. Como puede comprobarse, el VII C.E. era la unidad encargada de defender el nuevo frente extremeño.

                El día 12 de agosto ya se constata la nueva organización del Ejército de Extremadura, si bien todavía de carácter provisional:

En tanto se llevan a cabo las adaptaciones de divisiones a los tres cuerpos de Ejército en que se ha dividido el Ejército, dependerán de cada Jefe aquellas grandes unidades las siguientes fuerzas:

  VI Cuerpo EjércitoDivisión 36ª(Brigada 47ª, 113ª y 148ª)
División 29ª(Brigada 46ª 109ª; 194ª esta última sin armar)
VII Cuerpo EjércitoDivisión 37ª(Brigadas 20ª, 91ª y 193ª)
División 41ª(Brigadas 4ª y 81ª)
      VIII Cuerpo EjércitoDivisión 51ª(Brigadas 25ª, 66ª y 210ª)
División 38ª(Brigadas 88ª, 115ª y 105ª esta última sin armar)
División 63ª(Brigadas 86ª, 114ª y 61ª esta última sin armar)
División 68ª(Brigadas 189ª, 191ª y 192ª esta última sin armar)

El traspaso de la Brigada 193ª y de la División 51ª del C.E. VIII se hará por este Ejército en el momento oportuno.

                El grado de complejidad del Ejército de Extremadura aumentaba de un modo notable, y este hecho también se reflejaba en el frente extremeño.

                Además, y paralelamente a este proceso de reestructuración del Ejército de Extremadura, se produjo una nueva ofensiva franquista en tierras extremeñas. De nuevo la acción conjunta de los Ejércitos del Sur y del Centro franquistas pretendía profundizar en el avance realizado del 19 al 24 de julio. El día 9 de agosto se reiniciaban los ataques franquistas, que fueron detenidos seis días más tarde. Con esta acción el Ejército que mandaba Queipo de Llano logró conquistar un territorio situado al sur del Zújar, ubicado entre el río Guadalefra, la localidad de Zarza Capilla y la carretera Castuera-Cabeza del Buey. Cabeza del Buey y Zarza Capilla pasaban a manos franquistas, además del poblado de Helechal y el núcleo ferroviario de Almorchón. Por otra parte, el Ejército dirigido por Saliquet lograba ocupar Casas de Don Pedro y Valdecaballeros, convirtiéndose el Guadiana en verdadera frontera entre ambos contendientes (sólo Castilblanco permanecía en manos de los republicanos, en la margen derecha de dicho río).

Combatientes republicanos desfilando ante los mandos.

                 Ante esta nueva ofensiva franquista, los altos mandos militares republicanos (Rojo y Miaja) ordenaron el envío de importantes refuerzos, una medida que hay que relacionar con el temor de perder la riqueza minera de Almadén. En concreto se enviaron cinco divisiones, tres de ellas (6ª, 19ª y 28ª) a la zona del VII C.E., que empezaron a llegar el 16 de agosto.

                El día 22 [agosto] los republicanos pasaron a la contraofensiva y recuperaron parte del territorio perdido (la localidad de Zarza Capilla y parte del territorio situado al este del río Guadalefra), si bien Cabeza del Buey, Casas de Don Pedro y Valdecaballeros quedaron definitivamente en poder franquista[14]. Hacia fines de mes se estabiliza el frente, y ya las operaciones militares apenas se producen durante los meses siguientes.

                Resulta, pues, evidente que la llegada de nuevas unidades militares republicanas a partir del 24 de julio tras la primera ofensiva franquista (las brigadas mixtas 4ª, 66ª, 88ª, 88ª bis, 189ª y 191ª, estas dos últimas dentro de la 68ª División), la organización de otras en la misma zona (brigadas mixtas 192ª, 193ª y 194ª) y finalmente el arribo de más fuerzas desde mediados de agosto (las divisiones antes aludidas) daban cierta transitoriedad a la nueva organización del Ejército de Extremadura, y por ende a la unidad que cubría el nuevo frente extremeño, el VII C.E.

                Así, dos semanas después de la primera reorganización del Ejército de Extremadura, el VII C.E. aparecía ya formado por tres divisiones: la 37ª (con las brigadas mixtas 4ª, 20ª y 109ª), la 41ª (brigadas mixtas 81ª, 91ª y 193ª) y la 68ª (brigadas mixtas 189ª, 191ª y 194ª). La estructura sufría cierta variación en el organigrama del Ejército de Extremadura correspondiente al 1 de octubre de 1938:

Cuadro XXXVIII: Organigrama del Ejército de Extremadura (1 de octubre 1938)

Cuerpo de EjércitoDivisiónBrigadas Mixtas
VI36ª 29ª47ª-113ª 46ª-148ª-192ª
  VII41ª 37ª 68ª66ª-81ª-91ª 4ª-20ª-109ª 189ª-191ª-194ª
  VIII38ª 63ª 51ª25ª-88ª-103ª 61ª-86ª-114ª 115ª-210ª

                Esta organización era la que existía cuando Adolfo Prada cesó en el mando del Ejército de Extremadura el día 19 de octubre de 1938. Fue sustituido el día 23 del mismo mes por el general Antonio Escobar Huertas, mando que ocupaba al finalizar la guerra el 1 de abril de 1939.

                Las consecuencias militares de la derrota republicana eran notorias. Un nuevo frente y una nueva organización militar caracterizaban la defensa de la ahora reducida Extremadura republicana. Antes de cerrar estas notas sobre la nueva organización militar, conviene al menos apuntar los efectos que había tenido la victoria franquista en la cadena de mando republicano, aunque sólo prestaremos atención a aquellas unidades militares que desde hacía tiempo se habían encargado de la defensa de las tierras extremeñas afectas al gobierno republicano. Los cambios en los mandos no eran sino una muestra de la enérgica actuación del nuevo jefe del Ejército de Extremadura, el coronel Adolfo Prada, que manifestó al hacerse cargo del mando y ante la situación hallada:

[…] hubo necesidad de proceder enérgicamente a poner remedio a los mismos, relevando en unos casos a los mandos de las Grandes Unidades y pidiendo en otros el relevo de los mismos que se han efectuado en casi su totalidad.

                El cariz de completa remodelación fue plenamente percibido por el general Vicente Rojo al visitar el frente extremeño los días 9, 10 y 11 de agosto:

Han sido relevados entre la dolosa actuación de los Tribunales de justicia por su desastroso comportamiento algunos jefes y comisarios de unidad, han sido relevados por no merecer confianza su actuación otros jefes y han sido sustituidos finalmente algunos mandos para modificar radicalmente la acción del mando sobre las tropas. Entre ellos se citan […].

Tales relevos de mando se han hecho extrayendo de otros frentes jefes de reconocido prestigio y autoridad y además se han incorporado diversos jefes, capitanes, tenientes de otros frentes para remozar los mandos de las pequeñas unidades modificando también el ambiente de éstas y cubrir las bajas habidas en las operaciones.

                Ya hemos señalado cómo el 31 de julio de 1938 Ricardo Burillo era cesado del mando del Ejército de Extremadura, ocupándolo Adolfo Prada. Este coronel relegó a todo el Estado Mayor de su antecesor, así, por ejemplo, el coronel de E.M. Ramón Ruiz Fornells sustituyó al teniente coronel de E.M. Javier Linares Aranzabe como máximo responsable de dicho organismo. Además, un viejo conocido de tierras extremeñas, el ahora coronel de infantería José Ruiz Farrona, fue nombrado segundo de dicho Estado Mayor.

                El teniente coronel Rubert de la Iglesia había sido cesado en el mando del VII C.E. sólo unas horas antes que el propio Burillo. En un primer momento, esta responsabilidad militar fue ocupada por el teniente coronel de infantería Manuel Márquez Sánchez, que hasta la fecha había dirigido el VIII C.E. Sin embargo, el día 12 de agosto era cesado por Prada, recayendo el mando del VII C.E. en el teniente coronel de infantería Martín Calvo Calvo, anterior mando de la 51ª División. En la jefatura de Estado Mayor de esta gran unidad continuó el mayor de milicias Agustín Barrios del Castillo.

                En cuanto a la 37ª División, ya vimos que, en plena batalla, concretamente el 23 de julio, el teniente coronel Alejandro Sánchez-Cabezudo fue privado del mando por Burillo, y pasó al Estado Mayor del Ejército de Extremadura. Para ocupar el puesto vacante, Burillo nombró al mayor de milicias Antonio de Blas, jefe hasta entonces de la 109ª BM. Sin embargo, de Blas fue hecho prisionero el 25 de julio y ese mismo día el jefe de la 20ª BM, el coronel mejicano Juan Bautista Gómez, se hizo cargo de la División. Este último militar fue revelado de dicho mando por el mayor Antonio Cano Chacón el 31 de julio, un puesto que apenas ocupó unos días, pues el mayor de milicias de procedencia cenetista José Sabín Pérez se hizo cargo de esta unidad.

Puente por donde discurría el ferrocarril y la carretera de Villanueva de la Serena a Guadalupe, en el Guadiana cerca del Tamborrío,

                Tal y como hemos apuntado más arriba, en las brigadas mixtas 20ª y 109ª se produjeron cambios en sus jefaturas durante las mismas operaciones al asumir sus mandos responsabilidades superiores. Así, la 20ª B.M. pasó a ser dirigida accidentalmente por uno de sus jefes de batallón, el mayor Luis Cernuda Campillo, aunque el mayor de milicias Gabriel Pareja Núñez asumió el mando de dicha brigada el 4 de agosto.

                Al ocupar un nuevo puesto el mayor de milicias Antonio de Blas, el mando de la 109ª BM, recayó en el mayor de milicias Timoteo Reboiro, de orientación cenetista y probablemente jefe de uno de los batallones de la brigada [el 434º], mando que mantuvo durante los meses siguientes.

                Finalmente, en la 91ª BM se producen también varios cambios. Su jefe, el mayor de milicias Diego Martín Montilla, fue hecho prisionero el 24 o 25 de julio. En un primer momento asume el mando uno de los jefes de batallón, y el 2 de agosto pasa a este puesto el mayor Copérnico Ballesteros, que al ser herido el 15 del mismo mes es reemplazado por el mayor de milicias Olegario Pachón Núñez, de filiación cenetista[15].

                A pesar de la profunda renovación en la estructura de mando del Ejército de Extremadura, seguía latente uno de los problemas de dicho ejército, las tensiones entre los jefes de las diferentes unidades militares por cuestión de afiliación política o sindical. Eso al menos es lo que se desprende de las palabras que, casi cuarenta años más tarde, escribió Olegario Pachón, nuevo jefe de la 91ª BM:

En el aspecto militar, la 91ª Brigada continuaba siendo heterogénea en el sentido político, pero con la llegada de algunos oficiales y comisarios, el equilibrio de fuerzas era favorable a la CNT. No obstante, la lucha por el predominio político continuaba exactamente igual. Además de eso se había producido entre tanto un hecho nuevo que reforzaba nuestra posición en el Ejército de Extremadura, porque de Valencia había llegado la 81ª Brigada, que antes de la militarización, los componentes de la misma eran los que constituían la columna Torres Benedicto, que eran todos de la CNT. La brigada en cuestión la mandaba el compañero Figueras y el comisario de la misma el compañero Esteven. Las dos brigadas formaban parte de la 41ª División y la tercera brigada que completaba la División, era la 66ª que estaba controlada al cien por cien por el Partido Comunista, de las tres brigadas que componían la división, dos estaban ontroladas por la CNT.[16]

                El panorama de enfrentamiento larvado entre los mandos de las diferentes unidades militares contrastaba notablemente con las apreciaciones que el jefe del E.M.C. [Estado Mayor Central] republicano, el general Vicente Rojo, daba a la tropa:

Finalmente debe el Gral. que suscribe hacer presente que ha podido apreciar en este frente como en los anteriores la inmejorable calidad de nuestro soldado, al que no puede imputarse nada de lo malo que ocurra pues en realidad responde como debe al ambiente que le rodea[17].

[…] Los hombres de las brigadas mixtas asentadas hacía tiempo en el frente extremeño habían sufrido principalmente las consecuencias de la derrota. De hecho, un gran número de las bajas correspondían a los desaparecidos, una parte de ellos muertos en combate. Ahora bien, el número más significativo eran los prisioneros del enemigo. De estos últimos la mayoría habían sido capturados cuando se cerró la “bolsa de la Serena” al quedar cercadas sus unidades por las tropas franquistas, tal y como vimos más arriba.

                Existieron tres momentos diferentes en la captura de prisioneros. En primer lugar, durante los propios combates, más tarde en los dos intentos de ruptura del cerco en la noche del 24 al 25 de julio y finalmente al realizarse la posterior “operación de limpieza” franquista de los restos del ejército republicano que habían quedado en el interior de la “bolsa”.

                Una vez capturados, los prisioneros eran trasladados a localidades algo más alejadas del nuevo frente, así por ejemplo los prisioneros de algunas unidades del Ejército del Sur franquista fueron evacuados hacia Campillo de Llerena o Guareña. Puede que en estas localidades se procediera a su identificación y posterior interrogatorio, aunque tampoco deben descartarse interrogatorios inmediatos tras su captura.

                Tenemos constancia documental de tales interrogatorios: se iniciaban consignando el nombre y apellidos del prisionero (o evadido) y la unidad militar de origen. En ocasiones los interrogatorios se efectuaban a la vez a varios capturados. En cuanto a las preguntas, poseían un claro contenido militar, como no podía ser de otra manera. Se pretendía conocer la organización del ejército republicano, ubicar las unidades existentes en la zona o descubrir datos sobre reservas, emplazamientos artilleros, aviación, etc. También se preguntaba por la moral y los propósitos futuros de las fuerzas republicanas.

                Los datos facilitados por prisioneros y evadidos se convirtieron en la base de los partes de información diarios de las unidades franquistas. Como puede suponerse, la calidad de la información adquirida se hallaba directamente relacionada con el grado militar del interrogado. En este sentido, sobresalen los interrogatorios realizados a algún mando y varios oficiales republicanos que aportaron gran cantidad de datos.

                Así lo manifiesta el interrogatorio que algunos miembros de la sección de información del Estado Mayor de la Agrupación de Divisiones del Guadiana realizaron al Mayor de milicias Antonio de Blas García, jefe de la 109ª BM desde mediados de 1937 y que, tal y como hemos visto, fue nombrado jefe de la 37ª División en plenas operaciones (el 23 de julio). Dicho mando militar republicano fue capturado el 25 de julio, a unos 8 kilómetros al Norte de la localidad de Campanario cuando dirigió un intento de ruptura del cerco por parte de una fracción de las tropas republicanas, y que concluyó con fracaso. De Blas llegó a ofrecer una información realmente completa del dispositivo militar republicano en tierras extremeñas y parece ser que fue ejecutado posteriormente.

                Junto a él fueron hechos prisioneros varios miembros del Estado Mayor de la unidad que dirigía. Se interrogó al teniente Daniel Sáenz Arenzana, jefe de su primera sección del Estado Mayor de la 37ª División y al también teniente Vicente Ríos Estévez, que ocupaba la 2ª sección de E.M. de dicha división. Tanto uno como otro habían accedido a estas responsabilidades dos días antes, al igual que su jefe, pues formaban parte del E.M. de la 109ª BM.

                Suerte distinta a la de Antonio de Blas corrieron los varios miles de prisioneros, que después de ser identificados e interrogados fueron enviados a las localidades donde se instalaron las denominadas “Juntas Clasificadoras de Prisioneros y Presentados” (J.C.P.P.). Tales organismos, como bien indica su nombre, habían de “clasificar” a los militares republicanos hechos prisioneros o a los que se habían evadido a filas franquistas según el compromiso con la causa republicana. Sabemos que los prisioneros capturados por la Agrupación de Divisiones del Guadiana fueron trasladados a los campos de concentración de Trujillo y Cáceres. Por su parte los aprehendidos por las unidades del Ejército mandado por Queipo de Llano fueron enviados a Mérida (J.C.P.P. de Badajoz) o a Fuente Obejuna (J.C.P.P. de Córdoba), aunque días más tarde esta última localidad fue sustituida por la capital cordobesa[18].


Contraofensiva republicana en el sur del frente de Extremadura, lindando con la provincia de Córdoba[19]

Ahora, estas tropas franquistas debían prepararse para una gran contraofensiva republicana, en cuya eficacia no era ajena la presencia del ya coronel Joaquín Pérez Salas, otra vez en el frente sur, al mando del VIII Cuerpo de Ejército[20]. La identificación de este gran artillero con el escenario del frente sur fue algo tan extraordinario que, cuando Pérez Salas estuvo en Pozoblanco, todo fueron victorias, y cuando Pérez Salas estuvo ausente, todo fueron derrotas.

El 16 de agosto de 1938 empezó la fuerza contraofensiva republicana. El jefe del Ejército de Extremadura, coronel Adolfo Prada, puso en acción primeramente tropas del VII Cuerpo de Ejército, que actuaron duramente contra Zarza Capilla, perdida el día anterior, y por la desembocadura del río Guadalemar con el Zújar. Aquel día pereció en combate el teniente del Tercio de Requetés Indalecio García Natera.

Libro «El final de la guerra». Nº 17. Servicio Histórico Militar. Croquis 9, p. 288

La 60ª División franquista fue la primera en sufrir la contraofensiva. El día 19 [agosto], Prada autorizó a Pérez Salas (VIII Cuerpo de Ejército) a “ejecutar golpes de mano donde la situación táctica lo aconsejase”. Se trataba, pues, de una primera táctica de contención y desgaste del enemigo.

El mismo 19 de agosto, Queipo de Llano telegrafió a Franco para recibir refuerzos, concretamente la 102ª División, que había marchado a la batalla del Ebro. Pero la gravedad de esta batalla, precisamente, motivó que Franco contestara negativamente. En consecuencia, Queipo no tuvo otra alternativa que apresurarse a consolidar la línea del frente.

El 22 de agosto, el Ejército gubernamental se lanzó a fondo en la contraofensiva, con un gran apoyo de aviación y 12 divisiones (35 brigadas en total). Los Cuerpos de Ejército VII y VIII en pleno. Las últimas conquistas franquistas habían configurado un entrante por Cabeza del Buey y Zarza Capilla, y el coronel Prada decidió estrangularlo, envolviendo y aniquilando a las tropas enemigas. Los mayores apuros habían de ser para la 21ª División franquista, desplegada entre el río Guadiana y el camino de las minas al Zújar, es decir, gran parte de lo que es hoy el embalse del Zújar. Ostentaba el mando franquista el coronel Eduardo Cañizares, que sería procesado por su descalabro ante los republicanos. “Esta División -la 21ª- era menos que mediana -escribe Salas Larrazábal-, tanto en sus mandos como en sus tropas, y ‘chaqueteó’ de lo lindo, abandonando sus posiciones”[21]. Y esto fue lo que empezó a ocurrir en la noche del 22 al 23 de agosto, ante el gran empuje republicano.

Se lanzaron los ataques contra Zarza Capilla y, sobre todo, contra el Zújar, a la izquierda de la carretera de Puebla de Alcocer a Castuera, línea de la 21ª División franquista, cerca del lugar llamado Los Caserones. En la mañana del día 23, el combate era descomunal, presionando los republicanos por romper el frente franquista, cosa que consiguieron. Atravesaron el río Zújar, se infiltraron por el arroyo del Ajo y rebasaron por ambos flancos la posición de Los Caserones, que conquistaron al mediodía, con la ayuda de la aviación. Las alambradas franquistas habían sido rotas por varios puntos y comenzaban una retirada irremediable aquella misma tarde.

   En la madrugada del día 24, la línea franquista a lo largo del recodo del río Zújar se desmoronaba por momentos. La 6ª División republicana ya había cruzado el río y conquistado la altura de Los Caserones. La 28ª División republicana pasó también el Zújar frente a la loma del Carneril, que ocupó. Y la 19ª División hizo el cruce por el vado de Cuesta Mala. Es decir, el primer sector en ceder al empuje republicano fue la parte del Zújar comprendida entre las dos carreteras que salen de Puebla de Alcocer, una a Castuera, y la otra, a Cabeza del Buey.

El general Soláns pidió autorización a Queipo el día 24, para retirar la 21ª División, en situación crítica. Y se decidió una línea de frente más sólida: la 60ª División, parte de la 112ª y parte de la 21ª, en retirada, se situarían en los vértices Torozo y Cabezuela, para defender a toda costa Cabeza del Buey. La 112ª se defendería entre Almorchón y Castuera; la 122ª, entre Castuera y Campanario. En Castuera se hizo cargo de la situación el teniente coronel Fernández Martos, de la 122ª, II Brigada.

El día 25, mientras los republicanos del VIII Cuerpo no lograban aún avanzar por Zarza Capilla, los del VII Cuerpo consiguieron este día un gran avance de penetración desde el Norte hacia Cabeza del Buey, siguiendo el camino de La Golondrina (de Los Caserones a Almorchón), acción de la 28ª División republicana. A su derecha, la 19ª llegó al km. 15 de la carretera de Castuera a Puebla de Alcocer. Y la 6ª División también avanza por el flanco derecho. Estas dos últimas realizaron otro gran avance el día 26, fijando el flanco derecho en el río Guadalefra y alcanzando el km. 6 de la carretera de Castuera. El frente de la 21ª División franquista quedó derrumbado totalmente, y continuó la retirada general. Por fin, los franquistas abandonaron Zarza Capilla, fijando su objetivo en defender Castuera y Cabeza del Buey, a toda costa.

El día 27, la 28ª División republicana llevó a cabo una progresión a su izquierda, por la carretera de Puebla a Cabeza del Buey, y llegó a dos kilómetros de los vértices Cabezuela y Torozo; pero la 6ª División no consiguió franquear el río Guadalefra, en dirección a Campanario. Tampoco avanzó la 19ª División ni el VIII Cuerpo de Ejército conseguía éxitos en su línea desde Zarza Capilla ni desde la provincia de Córdoba. Con todo, Zarza Capilla quedó ya reconquistada este día.

A partir del 28 de agosto, la contraofensiva republicana había perdido ya su empuje inicial y estaba llegando a la fase de estabilización. A la 6ª División le resultó ya imposible seguir hacia Campanario y quedó detenida en el río Guadalefra. El VIII C. de Ejército, que debía actuar desde Córdoba contra Cabeza del Buey, apenas consiguió rebasar el Zújar. Esta falta de empuje desde Córdoba fue lo que motivó que Cabeza del Buey no se pudiera recuperar.

El día 29 de agosto, quedaron ya configuradas las nuevas líneas del frente: todo el recodo del Zújar había vuelto al dominio gubernamental, quedando delimitada la reconquista por la proximidad de tres pueblos: Campanario, Castuera y Cabeza del Buey, los cuales se dieron ya por perdidos. Por el Sur, el avance republicano se quedó en las proximidades de Benquerencia y dejó cortado el ferrocarril de Puertollano-Mérida, en el km. 347.

A la paralización de la contraofensiva contribuyó de manera decisiva el envío importante de aviación por parte de Franco, lo cual hizo crecer el optimismo en el cuartel general de Queipo, cuando supo que sus “Fiat” italianos comenzaron a prevalecer sobre los “moscas”, “curtis” y “katiuskas” del Gobierno, que hasta entonces habían dominado el cielo.

Los ataques y contraataques mutuos continuaron en los últimos días de agosto y primeros de septiembre, pero sin alterar las líneas fijadas, y sin que los esfuerzos del VIII Cuerpo lograran apoderarse de Cabeza del Buey, una importante localidad que los franquistas defendieron desde la altura de Cabezuela, cinco kilómetros a vanguardia. Lo importante fue que la contraofensiva lanzada por Adolfo Prada tuvo la virtud de parar en seco las pretensiones de Queipo sobre Almadén. Lo más llamativo de la operación fue el avance triunfal de las Divisiones 6ª, 19ª y 28ª, que durante tres días persiguieron en retirada a la 21ª División franquista.

El capítulo de bajas fue crecidísimo por ambas partes, con un derroche de sangre absurdo al que condujo aquel irreflexivo golpe militar de 1936, ya lejano, pero siempre omnipresente. Poseemos datos de fuentes franquistas solamente, según un informe de Cuesta Monereo[22], donde se precisa que, en el frente extremeño, en el mes de agosto de 1938, hubo 210 bajas de jefes, oficiales y suboficiales, y 4.919 de soldados, entre muertos, heridos y desaparecidos. Esto, con relación a los franquistas.

Respecto a los republicanos, con bajas numerosísimas supuestamente, carecemos de cifras. Sabemos que con motivo de la ofensiva franquista del 9 de agosto y la contraofensiva del día 16, funcionó en Santa Eufemia (Córdoba) un Hospital Militar. Y solo de los heridos graves que llevaron aquí, el Registro Civil anota 50 muertos, entre el 12 de agosto hasta primeros de septiembre. Sabido es que los muertos en campaña se enterraban in situ, en campo abierto, sin que sus nombres hayan podido trascender.

El testimonio de un ex soldado franquista, Narciso Domínguez Fernández, de Valencia del Ventoso (Badajoz), de la 4ª Bandera de Falange de Badajoz, pudo retener en su memoria el escenario dantesco de los campos llenos de cadáveres, en este caso republicanos, con motivo de la batalla de La Serena:

“En las fincas de la Huerta de Fernández y Tercio Malillo, en el municipio de Campanario, encontramos varios cientos de muertos abandonados en el campo, que de lejos parecían un jergón de paja, y estaban desconocidos del todo. Los falangistas, en parejas, nos colocábamos a cierta distancia de los cadáveres, en avanzado estado de descomposición por las altas temperaturas, y los arropábamos con tierra -uno de nosotros picaba la tierra y el otro se la echaba encima con la pala-. Los que se dedicaban a esta desagradable tarea, necesaria desde el punto de vista higiénico, eran incapaces de comer durante los días siguientes, sobre todo por el hedor insoportable que inundaba todo el campo y que se impregnaba en los uniformes (…). Los muertos que encontrábamos no solían tener las botas ni los uniformes, porque las tropas que habían pasado en primer lugar se habían encargado de limpiarlos”[23].

Contraofensiva republicana. Moreno Gómez, Francisco, Trincheras de la República, 1937-1939: Desde Córdoba al Bajo Aragón, al destierro y al olvido. La gesta de una democracia acosada por el fascismo, Córdoba, El Páramo, 2013. Pp. 395.

He aquí las continuas estampas de los estragos a que condujo el golpe militar de 1936. Repetidos “campos de Agramante”, de caos y dolor. Pocos historiadores subrayan hoy la catástrofe humanitaria que sufrieron los españoles en aquella encrucijada, sino que se limitan a disertar sobre las operaciones militares en sí, dan lecciones de estrategia y soslayan que esas operaciones caen como un tsunami sobre los seres humanos. Se habla de operaciones militares, para que no se hable de otra cosa: los estragos y la catástrofe humanitaria. Será la memoria, no la historia, la que levante acta notarial del sufrimiento de los seres humanos.

Al final de esta contraofensiva republicana persiste la duda del porqué las fuerzas del VIII Cuerpo, en el Noroeste de la provincia de Córdoba, no acertaron a llevar a cabo un ataque eficaz desde Hinojosa del Duque y Belalcázar, a fin de cooperar con el VII Cuerpo, para arrasar entre ambos el saliente franquista de Cabeza del Buey. Y todo ello, a pesar del nuevo período de mando de Pérez Salas en Córdoba.


Operación complementaria: avance del frente Tajo-Guadiana (21-23 agosto 1938). La Sierra de Altamira y sus puertos[24]

Agosto 1938. Sierra de la Estrella y Puerto de San Vicente[25]

[Durante la segunda fase o período de la operación principal que constituyó el cierre de la bolsa de la Serena, en el frente extremeño, y que transcurrió entre el 20 y 24 de julio, llevándose el frente hasta las localidades de Acedera, Orellana, Campanario, Castuera y Monterrubio, pueblos de la provincia de Badajoz, también más al norte, en el Sector de Puente del Arzobispo (Toledo), se realizó otra ofensiva de distracción durante aquellos mismos días[26]. Se inició el avance el día 20, bajo la Orden particular de Operaciones de fijar como objetivo la ocupación de la población de La Estrella (Toledo), zona defendida por el Ejército de Extremadura republicano. Para ello se reorganizó una brigada sublevada de maniobra. En la 1ª Agrupación de dicha brigada, el batallón 261º, sustituyó a las Secciones Ofensivas de la 107ª División y a la 4ª Bandera de la Falange de Cáceres. Las mencionadas Secciones Ofensivas de la 107ª División actuaron, por otra parte, en lugar de los batallones “D” de las Navas y “C” de Ceuta, señalándose como idea de maniobra, un ataque convergente sobre el citado pueblo de La Estrella. El día 21 julio, las Secciones Ofensivas de la 107ª ocuparon Cabeza Esa (cota 555, sureste de Villar del Pedroso, Cáceres), guarnecida por una compañía del 183º Batallón de la 46ª Brigada Mixta republicana y 40 hombres de la 4ª compañía del 184º batallón (causándoles 6 muertos y 15 prisioneros), y Cerro de la Jara. En cambio, la operación de avance hacia La Estrella encontró fuerte resistencia en el río Anguilucha y, a pesar de que el 2º Tabor de la Mehal-la alcanzó la cota 501, se suspendió la progresión por las bajas y el agotamiento, retirándose dicho Tabor de la mencionada cota un poco antes del anochecer[27]].

Croquis del avance nacional entre el Tajo y el Guadiana. Servicio Histórico Militar. «La batalla de Pozoblanco y el cierre de la bolsa de La Serena. San Martín, Madrid, 1981. Pp. 272-273.

Esta [nueva] ofensiva [que tuvo lugar durante el mes de agosto y que vamos a relatar a continuación], supuso una reanudación de las operaciones anteriores. La participación de un gran número de efectivos franquistas consiguió la ocupación de un área extensa y constituyó un duro golpe a las fuerzas republicanas[28].

El 7 de agosto el Ejército del Centro daba una “Nota relativa a la ocupación de los puertos de San Vicente y del Rey”. Con la idea de alcanzar la Sierra de Altamira y sierras contiguas hasta llegar al río Huso, permitiendo la libre circulación por carretera desde El Puente del Arzobispo a Puerto de San Vicente y a Guadalupe.

La Instrucción General nº 16 del I Cuerpo de Ejército de 18 de agosto y la Orden de Operaciones nº 1 del día siguiente, marcaban las pautas para: “envolver la Sierra de la Estrella por el este y por el sur, la conquista del Puerto de San Vicente y una acción secundaria sobre Alía [Cáceres]” (sic).

Para ello se organizó una masa de maniobra dividida en fuerzas del Este, que efectuarían las acciones principales y al mando del general Ponte, y del Oeste para la acción secundaria sobre Alía. La fuerza del Este, formada en tres columnas y una en reserva, eran las siguientes:

Columna izquierda: Una Brigada de Caballería de la 11ª División con un grupo [artillero] de 75 mm, al mando del coronel Ibáñez de Aldecoa. Tenía como misión cruzar el río Tajo al este del río Huso (zona del Arco), ocupar Aldeanueva y llegar hasta La Nava de Ricomalillo.

Columna central: La 11ª División (menos un Regimiento), con tres Grupos de Artillería, al mando del general Bartomeu. Tenía como misión, realizar el esfuerzo principal de la operación, saliendo desde Azután rompiendo por el bajo río Huso y descender al este del río Huso hasta alcanzar La Nava de Ricomalillo.

Columna derecha: La 2ª Brigada de Infantería de la 14ª División con dos Grupos de artillería, al mando de Francisco Carroquino. Su misión era, partiendo desde Aldehuela, envolver La Estrella por el sur y cortar las carreteras.

Reserva: Un Regimiento de la 11ª División y las unidades de la 107ª División que quedasen liberadas de acciones en el frente. Finalmente, la 107ª División se encarga de la ocupación de La Estrella y su limpieza.

Las operaciones llevadas a cabo por cada una de las divisiones participantes fueron las siguientes:

La 107ª División: Por Orden Particular del día 20 [agosto] se formó una Agrupación, mandada por el teniente coronel de Caballería habilitado Julio Ingunza, constituida por el Batallón “C” de San Fernando, el 2º Tabor de la Mehal-la de Melilla nº 2, el Batallón 18º, las Secciones Ofensivas de la 16º División y cuatro Secciones del Batallón 169º. Estas unidades debían partir desde Aldehuela. Enfrente sólo tenían la resistencia ofrecida por la 2ª compañía más la de Ametralladoras del 181º Batallón de la 46ª Brigada Mixta[29]. El día 21 tuvieron lugar las operaciones con el fin de envolver al enemigo y encerrarlo entre las fuerzas propias. A las 11.15 horas el 2º Tabor de la Mehal-la de Melilla se descolgó de sus posiciones conquistando el Pueblo de La Estrella y las alturas que lo rodean. Al mismo tiempo el Batallón “C” de San Fernando ocupó el cerro y alturas que dominan el cortijo de Fuentelapio. Ya durante la noche, una compañía ofensiva de la 16ª División, junto a otra del Batallón “C” de San Fernando, se hicieron con el vértice Peladilla. Esto provocó la evacuación de la Sierra de la Estrella por parte de las fuerzas republicanas ya el día 22, y que la Mehal-la de Melilla ocupara Cerro Agudo sin resistencia[30].

La 14ª División: La Orden de Operaciones nº 1 de esta División establecía como misión envolver la sierra de La Estrella por el sur y ocupar la sierra Altamira al noroeste del Puerto de San Vicente. Constituía la columna derecha y para ello organizó las fuerzas de Infantería en dos Agrupaciones: 3ª y 4ª. La 3ª Agrupación mandada por el teniente coronel habilitado D. Antonio Fernández Prieto estaba compuesta de tres unidades y la 4ª también de tres unidades mandadas por el comandante D. Manuel Moreno Blanco. Las dos Agrupaciones componían la 2ª Brigada de esta División, mandada a su vez por el teniente coronel habilitado D. Eulogio Fernández Virto. El día 21 a las 11.25 horas se inició el avance partiendo desde Aldehuela. La 3ª Agrupación, por el ala derecha, alcanzó el vértice Cumbres tras vencer fuerte resistencia, y ocupó las cotas próximas que dominaban el río Huso. La 4ª Agrupación, por el ala izquierda, ocupó los vértices Gregoria y Guijo. El día 22 las dos Agrupaciones iniciaron el avance a las 13.00 horas ocupando Aldeanueva de San Bartolomé y Mohedas de la Jara, quedándose en las inmediaciones del Puerto de San Vicente. A las 5.45 horas del día 23 avanzaron sobre el Puerto de San Vicente, uniéndose allí con las fuerzas de la 11ª División a las 9.00 horas. En este día 1l 17º Batallón de Zamora se dedicó a la limpieza de enemigos de la bolsa de Carrascalejo y el 19º Batallón de Toledo a la misma labor en la sierra de Altamira.

La 11ª División: La columna central inició el avance a las 7:45 horas del día 21 atacando en el punto de unión de las fuerzas de la 46ª y 47ª Brigadas Mixtas y, tras una fuerte preparación artillera, la infantería cruzó el río Huso teniendo que vencer fuerte resistencia. En la columna izquierda, una Brigada de Caballería y un Regimiento de la División (2º de la 2ª Brigada) pasó por sorpresa el río Tajo en la madrugada por la zona conocida como Ciscarros; y ocupó Corralrrubio y Aldeanueva de Barbarroya. Este 2º Regimiento, al mando del teniente coronel Andrés Sánchez Pérez, estaba formado por el Batallón “A” de Cazadores de Ceuta nº 7, la 1ª Bandera La Falange de Cáceres, la 3ª Bandera la Falange de Castilla y el 1º Tábor de la Mehal-la de Melilla nº 2. La División continuó en marcha y a las 21:00 horas alcanzó La Nava de Ricomalillo, el montañoso macizo que domina el pueblo y enlazó con la 14ª División, que envolvía la Sierra de La Estrella por el oeste, cerrando la bolsa. En este día se hicieron considerables bajas y se toman unos 400 prisioneros al enemigo. Además, se tomó el campo de aviación de La Jaeña (Belvís). El capitán Ángel Martínez-Peñalver Morales, de la Mehal-la del Rif, recibiría la Medalla Militar Individual por su actuación[31].

Mención aparte, merece el comportamiento ofensivo de la Mehal-la del Rif nº 5, perteneciente a la columna central, que después de atravesar el río Huso y vencer la resistencia del 186º Batallón de la 47ª Brigada Mixta, conquistó el cerró de San Antón y cerro Lomo (en el camino de La Nava de Ricomalillo, por la margen derecha del río Huso). Continuaron hasta cerro Chacón y Santa Cruz, prosiguiendo su marcha hasta ocupar las rañas de Sacristanes y Jaeña y alturas en torno a La Nava de Ricomalillo[32]. Fue también rodeada y destrozada la Compañía de Ametralladoras del 183º Batallón de la 46ª Brigada Mixta y una compañía del 589º Batallón de la 148ª Brigada Mixta[33].

La orden que dio el Estado Mayor del Ejército de Extremadura del 22 de agosto al VII Cuerpo de Ejército (republicano) fue la de mantener a toda costa los nudos de comunicaciones de la Nava de Ricomalillo, Aldeanueva de San Bartolomé (estos últimos ya en poder de las tropas de Franco) y Campillo de la Jara. Mientras que las órdenes dadas al VI Cuerpo de Ejército fueron las de fortificar la región de Belvis de la Jara[34].

El día 22 las fuerzas franquistas combatieron contra dos batallones que se habían quedado encerrados en la bolsa y un tercero que apoyaba desde el exterior, dejándolos completamente deshechos. Estos dos batallones eran el 590º de la 148ª Brigada Mixta y el 184º de la 46ª Brigada Mixta que, junto a elementos dispersos, se concentraron en el vértice Peladilla donde resistieron hasta avanzadas horas de la noche; pero, una vez convencidos de la inutilidad del esfuerzo retrocedieron hasta concentrarse en el puerto entre Sierra Ancha y Sierra Aguda. Se encontraban reforzados por una compañía del 589º Batallón de la 148ª Brigada Mixta que a última hora había penetrado en la bolsa. Todas estas fuerzas se concentraron en el borde Este de la Sierra Aguda y bajo la dirección de los jefes de Batallón organizaron grupos de ataque con bombas de mano, emplazando las ametralladoras y fusiles ametralladores con el propósito de romper el cerco sin conseguirlo, dejando 350 prisioneros[35].

A las 16:00 horas dos unidades fueron motorizadas e inician marcha hacia Puerto de San Vicente. Alcanzan Campillo de la Jara al anochecer y ocupan a las 3:00 horas del día 23 Puerto de San Vicente, tras salvar pequeñas resistencias. Este mismo día una unidad motorizada parte hacia Alía efectuando enlace con las fuerzas del Oeste (19ª División).

El 24 de agosto fuerzas franquistas intentaron por dos veces la ocupación del Vértice Bermeja y la cota 475 sin conseguirlo[36].

Agosto 1938. Ocupación de Belvís de la Jara y Canturias[37]

Estas últimas acciones en la Jara buscaban mejorar las comunicaciones y reforzar la línea del frente que estaba poco guarnecida[38].

Ocupación de Belvís y el Jébalo. (26/08/1938)[39]

Con la intención de alcanzar la desembocadura del río Jébalo, a fin de tener comunicación rápida por carretera entre Calera y Belvís de la Jara evitando el rodeo por Puente del Arzobispo, el I Cuerpo de Ejército dictó Orden de Operaciones el día 25[40].

Se constituyó una masa de maniobra al mando del teniente coronel de Caballería habilitado Julio Ingunza, compuesta por el 2º Tabor de la Mehal-la de Melilla nº 2, el Batallón “C” de San Fernando, el Batallón 168º y dos compañías del Batallón 169º perteneciente a la 107ª División, los batallones 17º de Zamora, 19º de Toledo y las secciones ofensivas de la 14ª División y las de la 16ª División apoyadas por el Grupo Divisionario de Artillería de 75 mm y posteriormente la Batería Divisionaria del 105 mm[41].

La maniobra consistió en aprovechar que el enemigo tenía desguarnecido el frente, para iniciar un envolvimiento apareciendo por la retaguardia de Belvís de la Jara. Como complemento otras unidades debían ocupar la desembocadura del Jébalo y vértice Vicioso, con lo cual se aseguraba la línea del arroyo Tamujoso.

A las 6:00 horas dio comienzo la operación. El Tabor de la Mehal-la y las secciones ofensivas de la 16ª División avanzaron por el Cerrón. Mientras el Batallón “C” de San Fernando lo hizo sobre el pueblo de Belvís de la Jara. Avanzada la mañana, el 17º Batallón de Zamora inició la ocupación del vértice Vicioso. Como resultado a primeras horas de la tarde todos los objetivos estaban cumplidos, dejando diezmado el Batallón 186º de la 47ª Brigada Mixta que lo defendía, y que antes de recibir la avalancha enemiga se encontraba muy mermado con sólo 250 hombres y 6 máquinas (ametralladoras). A las 16:00 horas el Batallón de Zamora avanzó hacia los molinos de Silos, dando por terminada la operación.

Rectificación de la línea del Jébalo. (26/08/1938)[42]

                Tras reconocer el terreno conquistado, con la idea de la construcción de una pista entre Calera-Belvís [Toledo], el mando franquista en la zona decidió rectificar la línea de vanguardia con el fin de impedir infiltración de tiradores y partidas suelta de enemigos. Por ello pidió autorización al general del I Cuerpo de Ejército para ocupar la cota 520 situada al sur del camino de Las Herencias a Corralejo.

                En esta operación participaron el 19º Batallón de Toledo, dos compañías de las Secciones Ofensivas de la 16ª División, el 17º Batallón de Zamora y el “A” de San Fernando de la primera media Brigada de la 107ª División. Estas unidades cumplieron en parte el objetivo. No se cumplió la orden en su totalidad ya que el objetivo último a alcanzar eran varias cotas del camino de La Herencias y, para ello, había que atravesar el llano completamente batido y sin protección. El frente quedó en la zona de Canturías, donde se organizó todo un centro de resistencia. Sí se cumplió el hecho de construir la pista de Calera a Belvís de la Jara[43].

                Por parte republicana se modificaron también los límites de acción del VI y VII Cuerpo de Ejército. Así, el VII Cuerpo de Ejército cubría desde el río Huso a sierra Altamira y las fuerzas de la 46ª y 148ª Brigadas Mixtas, que se encontraban en la zona del VII [Cuerpo]. Los últimos movimientos en éste área los protagonizó el Ejército republicano con la ocupación, el día 29 de agosto, del pueblo de Robledo del Mazo [Toledo] que había quedado abandonado[44].

                El resto de unidades de dicho Cuerpo de Ejército, se trasladaron a Navahermosa a disposición del jefe del VI Cuerpo de Ejército[45]. [Hay dos fotos de planos que tengo que escanear Pág. 309].


Segunda fase de la ocupación y conquista de la Jara toledana[46]

[Los] acontecimientos no se [habían desarrollado] favorablemente para los republicanos al sur, en La Serena. Es necesario detenerse en esos hechos, que, aunque transcurrieron lejos de los límites toledanos afectaron profundamente al Ejército de Extremadura gubernamental, que cubría el frente Sur del Tajo. El 24 de julio los franquistas habían embolsado definitivamente la comarca, atrapando en su interior a dos brigadas republicanas con sus efectivos prácticamente al completo. Los intentos de romper el cerco fueron inútiles, y en las jornadas siguientes los franquistas acabaron con las últimas resistencias. Las cifras ponían de manifiesto el desastre: 3.500 kilómetros cuadrados y un puñado de localidades –entre ellas los importantes núcleos de Don Benito y Villanueva de la Serena-, habían pasado a manos franquistas. El Ejército republicano de Extremadura había sido objeto de un tremendo golpe, sufriendo en las operaciones casi siete veces las bajas de sus enemigos (cerca de 5.500 frente a algo más de 800). Miles de fusiles, 170 ametralladoras, 10 carros, 18 piezas de artillería, así como abundantes transportes, municiones, suministros en general cayeron en manos de los sublevados[47].

Las consecuencias no se hicieron esperar, y, pese a sus justificaciones, el coronel Burillo fue destituido y procesado por Miaja, sustituyéndole el 31 de julio al mando del Ejército de Extremadura el coronel Prada[48]. La situación militar que encontró a su llegada era –de hacer caso a sus informes- ruinosa, cercana a la descomposición moral, y se vio obligado a emprender una profunda reorganización de las fuerzas[49]:

Debo señalar, cumpliendo un deber de lealtad y justicia, que la moral de los mandos de las Grandes Unidades estaba deprimida en tal forma que no sería posible contar con ellos en caso de insistente ataque enemigo, y desgraciadamente la realidad así lo confirmó, obligando a este mando a imponer penas severísimas, que fueron ejecutadas durante los días 11, 12 y 13, en que, ya relevados la mayoría de los mandos de las Grandes Unidades (Cuerpos de Ejército, Divisiones y Brigadas), se logró imponer una verdadera moral de guerra, conteniendo el desordenado retroceso de las tropas en línea.

Las medidas draconianas de Prada se tradujeron en un Ejército de Extremadura renovado. Los cambios comenzaron en su cúpula: el comisario del Ejército, Jiménez Molina, fue sustituido por el socialista Manuel Castro Molina; el jefe de Estado Mayor, Linares Aranzabe, por el teniente coronel Ramón Ruiz-Fornells. Los cambios afectaron al frente de Toledo directamente, pues el VII Cuerpo de Ejército fue desdoblado en dos, el de la misma numeración y el VI. La jurisdicción del viejo VII, entre la confluencia de los ríos Algodor-Tajo y el Guadiana pasó al nuevo VI Cuerpo, que englobaba las Divisiones 36ª, al este (con las brigadas mixtas 47 y 113 148) y 29ª, al oeste (brigadas 46, 109 y 114[50]). Al mando del VI Cuerpo, el coronel de Artillería Manuel Gallego Calatayud[51], que ubicó su puesto de mando en Navahermosa. La 36ª División pasó a estar mandada por el mayor Frías, mientras que la 29ª, que había resistido razonablemente bien el embate franquista de julio, continuó al mando del teniente coronel Monasterio[52]. El sector sur de esta última unidad, entre los puertos de San Vicente y del Rey, en la divisoria sur Toledo-Cáceres, quedó reforzado a mediados de agosto con el envío de la 71ª División (brigadas 73, 198 y 199), procedente del Ejército de Andalucía[53].

El ejército franquista también emprendió sus propios cambios orgánicos, si bien por motivos bien diferentes: el 15 de agosto el frente de la 107ª División quedó ampliado diez kilómetros más hacia el sur, enlazando ahora con la 19ª División en el puerto de Arrebatacapas (Cáceres), entre las sierras de Valdelacasa y Altamira[54]. De esta manera la línea por la que se pretendía efectuar la siguiente fase de las operaciones por el sur del Tajo quedaba unificada bajo un mismo sector de división.

El día 7 [de agosto] el Ejército franquista del Centro había emitido una nota que puso los acontecimientos en marcha para la siguiente etapa de la toma de la Jara. El objetivo era ambicioso: empujar el frente enemigo 20 kilómetros hacia el este, de manera que las comunicaciones entre los Ejércitos del Centro y del Sur, en un momento en el que este último había recobrado una actividad frenética, se facilitasen considerablemente. Los franquistas estaban al corriente del reforzamiento del Ejército Popular de Extremadura, y temían una contraofensiva gubernamental que tratara de recuperar La Serena. Las operaciones en la Jara bien pudieran ser un intento de adelantarse a las intenciones de los republicanos en ese sentido[55].

Los franquistas desplazaron abundantes fuerzas, acordes con los objetivos de la misión: tres brigadas de Infantería (la 11ª División al completo y la 2 brigada de la 14ª), una de Caballería (la llamada “brigada Aldecoa”), sumadas a las agrupaciones de maniobra de las divisiones presentes en la zona (19ª y 107ª). Esos efectivos quedaron bajo el mando conjunto del general Ponte, y se reorganizaron en tres columnas principales y dos agrupaciones auxiliares, distribuidas así[56]:

  • Columna Izquierda: al norte del Tajo, frente a Aldeanueva de Barbarroya. La formaban la brigada de Caballería y el 2 regimiento de la 2 brigada de la 11ª División. Se le agregó una batería de 65 milímetros. La mandaba el coronel Ibáñez de Aldecoa, jefe de la brigada de Caballería.
  • Columna Central: al sur de Azután, en las posiciones conquistadas en julio. Era la columna más fuerte, formada por el resto de la 11ª División y al mando del jefe de la misma, el general Bartomeu. Tuvo agregados tres grupos de artillería.
  • Columna Derecha: en el vértice Aldehuela, también conquistado en julio. La formaba la 2 brigada de la 14ª División y dos grupos de artillería. La mandaba el teniente coronel Fernández Virto.
  • Agrupación de la 107ª División: formada por cinco batallones, tres en Aldehuela y dos al sur de Azután, apoyada por un grupo de artillería. La mandaba el teniente coronel Ingunza[57].
  • Agrupación de la 19ª División: desde el cauce del Guadalupejo, frente a Guadalupe (Cáceres)[58]. Se desconoce su composición y dotación artillera[59].

En reserva quedaba el regimiento sobrante de la 11ª División (el primer regimiento de la 2 brigada) y las unidades de línea de la 107ª que guarnecían el sector. En total los franquistas habían acumulado el equivalente a 32 batallones, así como unas 22 baterías a las que habría que sumar los antitanques y antiaéreos (dos baterías de cada tipo y dos secciones de ametralladoras antiaéreas). El avance contaría también con el apoyo de la aviación[60]. Se trataba de la más importante masa de maniobra vista en el sur del Tajo hasta ese momento de la guerra. El despliegue republicano solo se conoce a grandes rasgos, pero era, en cualquier caso, considerablemente inferior al de sus enemigos: unos 17 batallones[61].

La idea de maniobra franquista consistía en copar las fuerzas republicanas al oeste de los Montes de Toledo. El avance principal lo llevarían a cabo las fuerzas de la 11ª División, marchando en dirección norte-sur a través del Tajo y de las posiciones al este de Azután, hasta atravesar el Puerto de San Vicente y enlazar con la 19ª División. La 14ª, por su parte, dividiría la gran bolsa creada en dos núcleos: el norte, en torno a la Sierra de la Estrella, y el sur en torno a las de Palomera y Altamira. En la operación debía primar la rapidez, esencial para cubrir las largas distancias marcadas en las órdenes de operaciones (más de 30 kilómetros en línea recta entre el norte del Tajo y el Puerto de San Vicente) antes de que los republicanos pudieran desplazar grandes reservas[62].

Entre el 18 y el 20 de agosto se produjo la concentración de las fuerzas franquistas[63]. El inicio de la operación debía producirse de forma escalonada para no levantar sospechas. Las primeras fuerzas en iniciar las operaciones fueron las de la Columna Izquierda, que pasaron el Tajo durante la noche del 20. Los pontoneros tendieron una pasarela sobre pontones[64] en el entorno de la central eléctrica de Ciscarros, ocho kilómetros al este de Azután.  Primero se produjo el paso de la infantería de la columna. Al parecer no solo se empleó la pasarela, sino también el transbordador vecino[65], como recordaban las coplas de la 3 bandera de Castilla, integrada en la 11ª División: Para atravesar el Tajo/pasarelas no queremos/basta el cajón de Ciscarros/y una barca de dos remos[66]. Tras el paso de la infantería se produjo el de la caballería, y antes del amanecer se había completado la maniobra. Los cinco mil hombres de la Columna Izquierda estaban en la orilla sur del Tajo sin que los republicanos les hubiesen detectado.

Entonces llegó desde el oeste el rumor de la artillería. El bombardeo preliminar sobre el río Huso y el vértice Peladilla comenzó a las 6:30, allanando el camino al avance de la Columna Central. Los soldados avanzaron junto al Huso hacia el sur, hasta llegar al lugar de paso, junto a la carretera Azután-Aldeanueva de Barbarroya. En ese punto los republicanos resistían con fuego de ametralladora, por lo que hubo que solicitar una nueva preparación artillera. Los requetés del Tercio de Navarra marchaban en vanguardia[67]:

Nuestras ametralladoras y morteros castigan al enemigo, que defiende la orilla derecha del río Uso (sic) con más espíritu del que cabría esperar tras el duro fuego al que lo ha sometido nuestra artillería.

A partir de ese momento los republicanos se dispersaron, y los franquistas cruzaron el cauce del Huso, prácticamente seco, ocupando Huerta Vieja y el vértice Juan Antón, en la orilla este, a ambos lados de la carretera. Continuaron avanzando hasta tomar el cerro del Lomo, envolviendo Aldeanueva de Barbarroya desde el sur. Desde el pueblo las tropas gubernamentales comenzaron a hacer fuego contra los atacantes cuando se produjo la llegada de la Columna Izquierda que marchaba desde el Tajo. Rodeados por el norte y el sur, los defensores abandonaron la resistencia y se dispersaron[68]. Unidas ambas columnas, continuaron la progresión hacia el sur. A marchas forzadas alcanzaron La Nava de Ricomalillo al atardecer.

Mientras al este la operación se desarrollaba con éxito, al oeste, en el sector de la Columna Derecha, se logró también romper el frente republicano. El jefe se los Servicios de la 14ª División, el capitán Gonzalo Fernández de Córdoba y Parrella, presenció el avance inicial desde el puesto de mando de la Columna[69]:

A las 9 y 25 en punto iniciaron su avance los Batallones, sobre los que inmediatamente empezaron a hacer fuego las máquinas enemigas, que nos colocaron bastantes ráfagas en el puesto de mando. Rompieron el fuego a tanta distancia que enseguida se vio que no estaban dispuestos a aguantar y efectivamente, en cuanto vieron que nuestros muchachos no se detenían, iniciaron una franca huida que muy pronto se hizo general, permitiéndonos cubrir todos los objetivos señalados […].

En efecto, previo bombardeo de artillería y aviación, la Columna marchó en dos direcciones, este y sur, ocupando el vértice Cumbre, las barrancadas del Huso, el cerro de Las Gregorias y el vértice Guijo, rebasando el pueblo de Fuentes, por una parte, y alcanzando Aldeanueva de San Bartolomé por otra. Las tropas de la Columna Derecha enlazaron en las últimas horas del día con el resto de fuerzas de maniobra, tomando con el apoyo de la aviación La Nava de Ricomalillo y las alturas que lo dominaban a las 21:00[70]. Los republicanos en retirada volaron el puente sobre el Huso de la carretera La Nava-El Campillo. La toma de La Nava de Ricomalillo por los franquistas revistió gran simbolismo, pues durante buena parte de la guerra había sido el puesto de mando del conocido líder sindical y jefe de la 62 brigada mixta Orencio Labrador. Con la toma de la localidad la Sierra de la Estrella había quedado embolsada, y en ella dos batallones de la 46 brigada mixta republicana. Su jefe Siqueiros logró abrirse paso con el resto de la brigada antes del cierre de la bolsa[71]:

En el asalto de las fuerzas de mi brigada, la 46 Brigada Motorizada (sic), por razones tácticas, nuestras fuerzas se vieron obligadas a retirarse precipitadamente y en un momento dado esta retirada se convirtió en desbandada de pánico. Ayudado por el teniente López Silveira […], pretendíamos detener a los soldados que, despavoridos, huían de un fuego graneado de artillería acompañado de sistemáticas ráfagas provenientes de la aviación enemiga. Insospechadamente vi venir corriendo a Manolo Gómez, mi asistente, al cual detuve, como intenté hacerlo con todos, amenazándolos con mi propia pistola. A Manolo, naturalmente, no le quedó más recurso que detenerse y cuando esto aconteció le dije, indignado: “¿Hasta tú vas corriendo, Manolo?” A lo cual me contestó: “Mi teniente coroné, si ujté hubiera estao en el centro exacto donde estaban los autobuse (sic, por obuses), hasta usté mismo hubiera corrío…” Después, corno la línea cerrada de autobuses estaba avanzando implacable hasta nosotros, le dije: “Ahora sí, Manolo, a correr…”

Esa misma noche la agrupación de la 107ª División comenzó sus labores de limpieza en la bolsa, ocupando el antiguo puesto de mando de Siqueiros en el pueblo de La Estrella[72].

La mañana siguiente los republicanos que habían quedado atrapados trataron de romper el cerco, cargando contra las líneas de la 11ª División franquista mientras sus camaradas del exterior de la bolsa atacaban simultáneamente[73]:

El despertar es brusco. Al amanecer del lunes 22 [agosto] somos sorprendidos y atacados, desde unas lomas que a muy poca distancia dominan las eras, por dos batallones rojos que, habiendo partido de la sierra de La Estrella, en donde nuestro rápido avance los dejó aislados, tratan de cruzar nuestra línea para unirse a otro batallón que, procedente de Robledo del Mazo, ataca al tercio por el este. En los primeros momentos sufrimos varias bajas. El enemigo nos ataca con todo lo que tiene, pero el Navarra es una unidad que sabe lo que es la guerra y reacciona inmediatamente; parapetándonos en los muretes que rodean la explanada, detenemos primero al enemigo para someterle a continuación a un vivísimo fuego de fusil y ametralladora que cunde mucho, y que convierte las laderas por las que el enemigo bajaba en un infierno bíblico, ya que éste, obligado a replegarse ladera arriba por los pelados cerros, ofrece un magnífico blanco a nuestras armas.

Tanto el relato del requeté Emilio Herrera como el parte de la 11ª División[74] insistieron en el número de prisioneros hechos –476, según Herrera- y el fracaso absoluto del intento republicano, pero el diario del capitán Fernández de Córdoba, (un relato personal, no destinado a la publicación) reconoce que una cuarta parte de los efectivos de los dos batallones encerrados logró romper el cerco[75].

No fueron los únicos prisioneros de esas jornadas, por supuesto. Los republicanos se habían desbandado en varias direcciones, y el caos es palpable en sus propios partes militares[76]. Los periodistas franquistas destacados en la zona dieron cuenta de ello[77]:

Los prisioneros han sido hechos bajo la impresión de un pánico terrible, pues viéndose acorralados no sabían por dónde tirar y se entregaban a los primeros soldados que encontraban. Así ha resultado que han hecho prisioneros de todas las Armas, hasta la Sanidad y la Intendencia.

Mientras las tropas embolsadas de la 46 brigada mixta trataban de escapar del cerco, los ingenieros franquistas trabajaban contrarreloj para habilitar un paso a través del cauce del Huso en la carretera La Nava-El Campillo. Los republicanos habían volado el puente al replegarse, y era vital restablecer el paso para que una columna motorizada de la 11ª División pudiera alcanzar a tiempo el Puerto de San Vicente y cumplir los objetivos de la jornada. En hora y media el paso estaba habilitado, y los vehículos de los sublevados pudieron atravesar el río. En El Campillo de la Jara, que había sido ocupado poco antes por fuerzas de la reserva general con el apoyo de la aviación[78], se concentró la columna que había de marchar de inmediato hacia el sur. Estaba compuesta por los siete batallones (los primeros regimientos de sus dos brigadas y el 4 batallón de Montaña de Sicilia) y artillería sin precisar[79], que se pusieron en marcha sobre sus camiones a las 23:00. Cuando la columna motorizada estaba a solo 7 kilómetros del pueblo de El Puerto de San Vicente comenzó a ser hostilizada por fuerzas republicanas, teniendo que desembarcar y continuar a pie.

Entretanto la Columna Derecha avanzaba de forma paralela a las fuerzas de la 11ª División, por la carretera que une La Estrella con El Puerto de San Vicente[80]. Ocupó, tras la habitual preparación artillera, Aldeanueva de San Bartolomé y Mohedas de la Jara con escasa oposición. Los únicos aprietos serios los ocasionaba el intenso calor y, en menor medida, la aviación republicana, que había acudido al sector[81]:

En el segundo puesto de mando del día, situado en Vértice Castrejón [entre Aldeanueva y Mohedas], nos bombardeó la aviación roja, colocándonos unas 50 bombas, afortunadamente mal dirigidas, que nos averiaron 5 coches y nos hicieron 4 heridos leves.

En mitad de la noche las fuerzas combinadas de las Divisiones 14ª y 11ª tomaron la localidad de El Puerto de San Vicente, al pie de la Sierra de Altamira. El camino había sido allanado durante la tarde por la aviación[82]. A partir de ese punto, a medida que los atacantes ascendían por la carretera, la resistencia republicana comenzó a hacerse más dura. El coronel Prada había enviado refuerzos: la 81 brigada mixta, procedente de la 41ª División[83], que se hizo fuerte en el puerto, llegando al cuerpo a cuerpo con los franquistas en torno al vértice Fuente Santa[84]. Finalmente, la superioridad numérica de los sublevados se impuso, y, ante el riesgo de quedar envueltos, los republicanos huyeron, habiendo sufrido importantes bajas. En el repliegue volaron los puentes de la carretera e incendiaron el pueblo cacereño de Alía[85]. A las 6:30 los franquistas se adueñaron totalmente del puerto.

Exceptuando los ataques de la aviación republicana[86] y la resistencia de alguna partida aislada de combatientes[87], la jornada del 23 [agosto] transcurrió con tranquilidad. Se enviaron fuerzas para limpiar también la bolsa que se estaba formando al sur, y se repararon los puentes del puerto de San Vicente. Los partes franquistas recogen que en ese momento las fuerzas franquistas provenientes de El Puerto de San Vicente enlazaron con la 19ª División en su avance desde Guadalupe[88]. El capitán Fernández de Córdoba recoge en sus memorias otra versión de los hechos[89]:

El 23 [agosto] a las 7 de la mañana salíamos para Puerto de San Vicente a presenciar la ocupación del Estrecho del Golfo y la unión con la 19. No hubo un tiro en todo el día, se cogieron infinidad de prisioneros de la bolsa formada alrededor de la Sierra de Altamira, pero no llegó la 19. Volvimos a dormir a Mohedas y el día 24 [agosto] venga de esperar a la 19 y viendo que no se sabía de ella, me mandaron con un coche y me lancé por carretera aún sin reconocer ni limpiar a unos 20 Km., hasta que, al fin, en Alía, tropecé con un puesto de mando de la 19 y conseguí averiguar su situación. El 25 llegó la 19 a donde debía y nosotros nos fuimos a El Campillo, en cuyo frente quedaron 3 Batallones de guarnición, dando por terminadas las operaciones.

La discordancia entre las versiones, aceptando como cierta la versión de Fernández de Córdoba en su diario[90], puede entenderse de dos maneras: o bien la comunicación entre los mandos de las Divisiones 11ª y 14ª no era tan fluida como debía y las fuerzas de la 11ª sí lograron enlazar con las de la 19ª, o bien el enlace no se llegó a producir el día 23 [agosto] y esto fue ocultado en los partes, tratando de presentar a la superioridad una operación impecable y un cumplimiento escrupuloso de las órdenes[91]. Esta última opción parece la más plausible, pudiéndose además encontrar una razón para el retraso de la 19ª División: en aquellos momentos se encontraba tratando de contener un ataque en el sector de Casas de Don Pedro que los republicanos habían lanzado en auxilio de sus camaradas más al norte[92].

A lo largo de las jornadas siguientes tuvo lugar algún contraataque republicano sin más consecuencias que contribuir a fijar el nuevo frente alcanzado por los franquistas. Las fuerzas del Ejército Popular, que habían abandonado la Jara de forma generalizada detuvieron su huida y a partir del 28 de agosto reocuparon parte de la tierra de nadie que los sublevados no se habían decidido a tomar[93]. Entre el 26 de agosto y el 1 de septiembre fuerzas de la 107ª División franquista emprendieron un avance adicional limitado en el norte del sector, entre el Tajo y Belvís de la Jara en dirección a Las Herencias, que hizo avanzar la línea cinco kilómetros más y permitió la conquista de Belvís antes de ser contenido por los republicanos. Exceptuando este pequeño epílogo a la ofensiva, las operaciones se dieron por cerradas el 24 de agosto.

Consecuencias e implicaciones de la ofensiva

Al final de los combates los franquistas habían tomado un área de más de 800 kilómetros cuadrados, que comprendía 13 localidades, 11 de ellas en la provincia de Toledo (Azután, Aldeanueva de Barbarroya, Belvís de la Jara, Navalmoralejo, La Estrella, Fuentes, La Nava de Ricomalillo, Aldeanueva de San Bartolomé, Mohedas de la Jara, El Campillo de la Jara y El Puerto de San Vicente) y 2 en Cáceres (La Calera y Alía). Habían capturado cientos de prisioneros y abundante material de guerra.

El terreno ocupado en Toledo, estaba defendido, y, aunque tras las primeras resistencias los republicanos se desbandaron, algunas unidades fueron envueltas y en algunos sectores se combatió duramente, por lo que las bajas se multiplicaron en ambos bandos.

Tradicionalmente se han aceptado los datos aportados por Martínez Bande de 2.814 bajas en total (2.311 republicanas, 503 franquistas, con datos incompletos de estos últimos, en las dos fases de la operación)[94], pero el análisis de la documentación militar obliga a una revisión de los mismos. Durante la primera parte (entre los días 19 y 29 de julio) los franquistas sufrieron un mínimo de 447 bajas (45 muertos, 302 heridos, 15 desaparecidos y 85 enfermos), esto es, las 432 que recoge Bande, extraídas del historial de la 107ª División[95], más 14 enfermos del 2 tabor de Larache que no aparecen recogidos en el cómputo final[96]. Tampoco aparecen todas las bajas ocasionadas por el bombardeo republicano contra el puesto de mando de la agrupación franquista el día 29, siendo la ausencia más reseñable la del propio coronel Sanz de la Garza. Sobre las bajas republicanas se carece de datos generales de su propio campo[97], pero los partes franquistas de la 107ª División parecen contar con minuciosidad en la mayoría de los casos los prisioneros, pasados y cadáveres recogidos. La cifra oscila entre las 222 bajas de los desgloses diarios, que son incompletos (86 prisioneros y 136 muertos) y las 311 de los datos finales (116 prisioneros y pasados y 195 muertos), cifras a las que habría que añadir muchos más muertos y heridos sin recoger[98]. En cualquier caso, no se computan los heridos ni los muertos que quedaron en zona republicana. En cuanto a las bajas franquistas de la segunda fase, Bande dice que ni las Divisiones 11ª, 19ª ni la brigada de Caballería enviaron relación de sus bajas, pero se han podido localizar tanto las de la 11ª División[99] como las de la 107ª[100], cuya participación en el combate ha sido hasta el momento ignorada. En total constan 238 bajas franquistas (25 muertos, 178 heridos, 2 desaparecidos y 33 enfermos)[101], a falta de los datos de la brigada de Caballería y la 19ª División. Las bajas republicanas son mucho más difíciles de estimar. Sumando los datos parciales de prisioneros, pasados y cadáveres recogidos presentes en los partes de las unidades franquistas que lo especifican (únicamente las divisiones 14ª y 107ª) más los capturados por el Tercio de Navarra[102], se obtiene un total de 949 (169 muertos y 780 prisioneros y pasados), que excluye, como en el caso de la primera fase, las bajas evacuadas a zona republicana. Bande, citando documentación del Ejército del Centro franquista, habla de 500 muertos republicanos enterrados y 1.500 prisioneros, aunque parece una estimación más que un conteo detallado, que probablemente nunca se hizo. En resumen, según los respectivos desgloses parciales, se obtendría un mínimo total de bajas cuantificadas de 1.945, de ellas 685 corresponderían a las fuerzas franquistas y 1.260 a las republicanas. Las estimaciones globales son muy difíciles, dada la cantidad de datos que faltan, pero teniendo en cuenta las proporciones de otros combates no resulta descabellado pensar que la cifra mínima mencionada pudiera llegar a doblarse, a razón de unas 900 bajas franquistas por unas 3.000 republicanas.

Entre todos esos datos cabe destacar dos cifras. En primer lugar, la proporción de prisioneros republicanos. Las fuentes franquistas hablan de un doble embolsamiento exitoso ante fuerzas numerosas, pero puede verse que no es así. Si se toman las estimaciones más al alza los franquistas cifraron en un millar y medio los prisioneros, cifra elevada, pero que no equivale más que a tres batallones al completo a lo largo de unas operaciones que se desarrollaron a lo largo de un mes y medio. Los franquistas lograron embolsar a algunas unidades completas, eso está fuera de toda duda, pero cuando los republicanos comenzaron a ser conscientes de lo que podía ocurrir, escaparon mayoritariamente de la bolsa, con cierto orden a juzgar por las numerosas voladuras de puentes que efectuaron en su retirada.  No se trataba ya de las desbandadas sin control de los milicianos que huían ante el Ejército de África en los primeros compases de la guerra.

En segundo lugar, destaca, cuando se dispone de ese dato, lo elevado del número de enfermos. Solo la documentación de la 107ª División franquista lo recoge: 118, lo que supuso el 22% del total de sus bajas. La ofensiva se libró en unas condiciones continuas de calor intenso, amplificado por los incendios, las explosiones y las nubes de polvo y humo que se adueñaron del campo de batalla. Se ha definido la batalla de Brunete en julio de 1937 como “la batalla del calor”, pero la ofensiva de la Jara posiblemente superó a cualquier otra en ese aspecto. La cuenca del Tajo entre Calera y los límites de Monfragüe se encuentra entre las zonas con temperaturas máximas más altas de toda la Península Ibérica, que se dan precisamente en la segunda quincena de julio[103]. El calor afectó especialmente a las tropas atacantes, obligadas a marchar a pie durante horas por caminos y campo a través sin protección alguna contra el sol, por no hablar de los combates. Se dieron casos de insolaciones generalizadas, incluso entre las tropas indígenas de Marruecos[104]. El calor apenas remitía durante las noches, que en muchas ocasiones se emplearon para emprender marchas forzadas bajo el amparo de la oscuridad, lo que dejaba a los combatientes completamente agotados. Las referencias sobre las condiciones ambientales extremas son continuas en los relatos de quienes vivieron esos días. Se recogen algunos testimonios elocuentes al respecto:

[Estábamos] envueltos como todo el tiempo en esa región, por nubes de polvo como no he visto otras […]. Jamás he pasado más calor, sed, suciedad, sueño, hambre, polvo, etc. que en estas operaciones, en las que la falta de enemigo, nos obligaba a desarrollar una velocidad inverosímil[105].

A las muy malas condiciones del terreno se han unido un tremendo calor y una total ausencia de agua potable[106].

Los insolados incrementaron en elevado porcentaje las pérdidas ocasionadas por el plomo enemigo[107].

[…] El día, que debió ser de descanso para las tropas, resultó agobiador bajo el calor que caracterizó aquellos días, llegando a la noche completamente agotados[108].

Sin duda los errores de julio supusieron una lección de cara a la operación de agosto. La maniobra fue más ambiciosa, más imaginativa –resulta más que probable la influencia de la batalla del Ebro en el paso del Tajo en la noche del 20 al 21-, y se resolvió con un acierto considerable. El calor debió remitir en cierta medida, dentro de la intensidad, y una logística más cuidadosa contribuyó a paliar sus efectos. Así reseñó el capitán Fernández de Córdoba su actuación al respecto[109]:

Creo que quedé bien en mi papel de Jefe de Servicios, gracias a los buenos colaboradores que llevaba; conseguí evacuar rápidamente, municionar y suministrar casi en la misma línea de fuego y llevar agua y sandías, hielo y tomates a los muchachos hasta el mismo frente.

En las operaciones tuvieron un papel muy destacado las fuerzas de ingenieros y pontoneros, que desplegaron una actividad frenética tanto en el cruce del Tajo como en la reparación de los puentes volados por los republicanos en el repliegue. Gracias a su labor los franquistas fueron capaces de imprimir a su ofensiva una velocidad que no se había visto en ese frente desde el paso del Ejército de África. La rápida y profunda penetración en la zona republicana causó un desconcierto notable entre sus enemigos, como ejemplifica la crónica de un reportero de la prensa franquista[110]:

[…] Y a mí también se me presentaron hoy unos milicianos rojos que se habían ocultado debajo de un túnel de los del ferrocarril en construcción [de la línea Talavera-Villanueva de la Serena, que nunca llegó a entrar en servicio]. Estos fulanos salieron al coche en que íbamos el jefe del Servicio de Etapas y este modesto servidor de ustedes. Nosotros, que íbamos hablando del excelente resultado de la maniobra, no nos dimos cuenta hasta que no estuvieron frente al coche. Al volver la cabeza nos encontramos con tres hombres que nos saludaban con el puño en alto al tiempo que decían “Salud, camaradas”. Pues nada, que se habían confundido y que seguidamente fueron hechos prisioneros por los […] muchachos de la escolta del coronel.

Los republicanos sufrieron una derrota sin paliativos. En los primeros momentos llegó a haber defensas firmes en algunas posiciones, lo que reconocieron incluso sus enemigos[111]: […] La primera resistencia, que no hay por qué ocultarlo, fue dura y tenaz; pero una vez envueltos esos puntos la retirada fue generalizada, llegando en ciertos escenarios a la desbandada. La única excepción la constituyeron los combates en el puerto de San Vicente, donde los refuerzos enviados por Prada aguantaron el primer asalto con entereza, llegando a combatir al arma blanca antes de ser rodeados y replegarse. Los republicanos fueron expulsados de todo el occidente toledano, pero su derrota no llegó a ser una debacle. Como se ha mencionado, la mayoría de las tropas del Ejército Popular desplegadas en la zona fueron capaces de evitar el embolsamiento, y el botín capturado por sus enemigos no debió ser comparable al logrado semanas antes en La Serena. El entrante de Castilblanco, al sur, no cayó espontáneamente, como pronosticaban los franquistas. La aviación gubernamental actuó con acierto, logrando en dos ocasiones alcanzar relevantes puestos de mando del enemigo, hecho clave en el agotamiento de la primera ofensiva franquista. Tal y como había ocurrido en Aragón y estaba transcurriendo en esos momentos en La Serena con la contraofensiva de Prada, los republicanos demostraron una sorprendente capacidad de recuperación ante los reveses, restableciendo el frente de inmediato y abortando las nuevas tentativas locales franquistas como la de la 107ª División el 1 de septiembre.


[1] Vila Izquierdo, Justo, Extremadura en la Guerra Civil, Badajoz, Universitas, [1ª ed. 1983], 2002. Pp. 146-151.

[2] Las fuerzas de Infantería de esta División estaban formadas en gran parte por escuadras y centurias de Falange de Badajoz y por el Regimiento de Castilla nº 3.

[3] General Cuesta, La guerra de liberación nacional, l.c. por M. Bande en la Batalla de Pozoblanco… pp. 230-231.

[4]Chaves Palacios, Julián, La Guerra Civil en Extremadura: Operaciones militares (1936-1939), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997. Pp. 254-258.

[5] España. Ministerio de Defensa. Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. L. 313.

[6] España. Ministerio de Defensa. Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. L. 340.

[7] España. Ministerio de Defensa. Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. L. 340.

[8] Rojo, Vicente, ¡Alerta los pueblos!, Barcelona, Ariel 1974, p. 49.

[9]Engel, Carlos, Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, Madrid, Almena, 1999. Pp. 15; 52; 58; 61; 73; 98; 112-114; 132; 139-140; 144-145; 151.

[10] Engel, Carlos, Historia de las Divisiones del Ejército Nacional. Madrid, Almena, 2000. Pp. 32; 47; 65; 112; 164; 171; 174.

[11] Hinojosa Durán, José. Tropas en un frente olvidado: El Ejército republicano en Extremadura durante la Guerra Civil, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2009. Pp. 378-385; 401-403.

[12] Según una fuente franquista, ABC (Sevilla), 26-VII-1938, el frente se había reducido 70 kilómetros respecto al existente antes de las operaciones de la segunda quincena de julio de ese año.

[13] Archivo General Militar de Ávila, Documentación Roja, Leg. 473, Carp. 4, Docum. 1, Fol. 19.

[14] En este contexto, el Ejército del Centro franquista realiza un avance en la zona sur toledana que le lleva a tomar varios pueblos de esta provincia y la localidad cacereña de Alía.

[15] Olegario Pachón fue uno de los organizadores del batallón cenetista Pío Sopena en tierra extremeñas y había estado en los frentes extremeños y toledano hasta la primavera de 1938.

[16] Pachón, O., Recuerdos y consideraciones…, op. cit. Pp.61-62.

[17] AHN, Archivo del General Rojo, Caja 2/3-4. Cerraba Rojo su informe con una valoración global de lo sucedido en el Frente del Ejército de Extremadura: “Por lo demás en este frente pueden acusarse los mismos vicios y defectos que vienen acusándose en todos los frentes con ocasión de operaciones activas, a saber: información extraordinariamente defectuosa y falsa en la mayor parte de los casos; ligereza en las determinaciones de los mandos; falta de competencia en la mayor parte de éstos para apreciar y decidir; insuficiencia abrumadora de los medios de combate, vestuario y transporte; Cuarteles Generales pobremente dotados de recursos y personal para dirigir de modo medianamente eficaz a las unidades que manejan; irresponsabilidad de algunos mandos subalternos; persistencias de criterios arbitrarios en materia de organización; falta de compenetración y colaboración entre los mandos militares y comisarios; abandono de posiciones sin combate por falta de iniciativa en los jefes y falta de austeridad en el ambiente general de vida del ejército y población civil”.

[18] AGMAV, D.N., Cuartel General del Generalísimo, L. 55, C.7, D. 4, F.3. En el libro registro de prisioneros y presentados de la 21ª División franquista se apuntaba en una de las columnas de datos referidos a los prisioneros o evadidos “A la J.C.P.P. Mérida”. La Comisión Clasificadora de Prisioneros y Presentados de Mérida elaboró una relación, nominal de unos 1.050 prisioneros y presentados durante la última decena de julio de 1938. En dicha relación además de los apellidos y nombre, se indicaba la edad, el número de expediente y la localidad de origen, AGMAV, D.N., Ejército del Sur, L. 11, C. 33, D. 1, Fs. 22-41. La mayor parte de estos militares corresponden a los señalados registros de prisioneros y presentados de la 21ª División franquista.

[19] Moreno Gómez, Francisco, Trincheras de la República, 1937-1939: Desde Córdoba al Bajo Aragón, al destierro y al olvido. La gesta de una democracia acosada por el fascismo, Córdoba, El Páramo, 2013. Pp. 394-401.

[20] En la contraofensiva republicana de agosto de 1938 actuó como comisario de la Agrupación de Artillería del VIII Cuerpo de Ejército el joven socialista madrileño Carlos Menéndez Viñuela, posteriormente residente en Dos Torres (Córdoba). Este aseguraba que el éxito de la contraofensiva se debió a la pericia de Pérez Salas que, en cuanto llegó a Almadén, sin bajarse siquiera del coche, se presentó en el frente y, poniendo en línea toda la Artillería, desde la primera a la última pieza, lanzó la contraofensiva.

[21] Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, 4 vols., Madrid, 1973. P. 2074.

[22] Citado en Anónimo, Crónica de la Guerra de España, Codex, 1966, p. 44.

[23] Francisco Grajera Díaz, La quinta del Pelargón. Oberón-Anaya, Madrid, 2004, pp. 114-115.

[24] Pérez Conde, J.; Jiménez Rodrigo, J.C; Félix García, R., El frente al Sur del Tajo: operaciones militares durante la Guerra Civil en la provincia de Toledo, 1936-1939, Talavera de la Reina, editado por Rodrigo Pérez, 2021. Pp. 298-303.

[25] Servicio Histórico Militar, La batalla de Pozoblanco y el cierre de la bolsa de Mérida: Monografía de la guerra de España, número 15, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1981. Pp. 274-278.

[26] Servicio Histórico Militar, La batalla de Pozoblanco y el cierre de la bolsa de Mérida: Monografía de la guerra de España, número 15, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1981. Pp. 274-278.

[27] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. Cuartel General del Generalísimo. R. 83, L. 463, C. 17.Diario de operaciones del 2º Tabor de la Mehal-la de Melilla nº2.

[28] De modo general, esta acción se encuentra recogida en:

 Archivo General Militar de Avila (AGMAV). DN. R. 92, L. 38, C. 9. I Cuerpo de Ejército. Operaciones La Estrella. Agosto 1938.

Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). DN. R. 92, L. 38, C. 10. I Cuerpo de Ejército. Operaciones al Sur del Tajo. Agosto 1938.

Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). CGG. R. 80, L. 457, C. 2. Diario de Operaciones de la 107ª División.

Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). CGG. R. 79, L. 452, C. 3. Diario de Operaciones de la 11ª División.

Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). CGG. R. 79, L. 452, C. 10. Diario de Operaciones de la 14ª División.

Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). CGG. R. 83, L. 463, C. 17. Diario de Operaciones de la Mehal-la de Melilla nº 2.

Archivo General Militar de Ávila (AGMAV). CGG. R. 83, L. 463, C. 20. Diario de Operaciones de la Mehal-la del Rif nº 5.

Archivo General Militar de Segovia (AGMS). CG. L. 33. Hoja de Servicios de Julio Ingunza San Domingo.

Archivo General Militar de Segovia (AGMS). Francisco Carroquino Luna.

Archivo General Militar de Segovia (AGMS). Maximino Bartomeu González-Longoria.

Archivo General Militar de Segovia (AGMS). Ángel Martínez Peñalver-Morales.

Archivo General Militar de Segovia (AGMS). Manuel Moreno Blanco.

Archivo General Militar de Segovia (AGMS). Juan Ortiz Roces.

Martínez Bande, José Manuel, La Batalla de Pozoblanco y el cierre de la bolsa de Mérida, San Martín, Madrid, 1981. Pág. 274.

Díaz del Pino, José, Historia de Aldeanueva de Barbarroya y Corralrubio, 2003. Pág. 280.

Morey Gralla, Pedro, Memoria de la 3ª Bandera de la Falange de Castilla, Pág. 33.

[29] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). C. 1862, L. 2, Cp. 2. Información de Evadidos y Prisioneros de agosto de 1938. Y en Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca (CDMHS). SM. 5308.

[30] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). CGG. R. 80, L. 457, C. 2. Diario de Operaciones de la 107ª División.

[31] Servicio Histórico Militar (SHM). Galería Militar Contemporánea. Tomo III. Medalla Militar. 1933-1972. Tenientes Coroneles y Comandantes. Madrid, 1973. Página 176.

[32] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). CGG. R. 83. L. 463, C. 20. Diario de Operaciones de la Mehal-la del Rif nº 5.

[33] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. A. 21. C. 142.0 L. 19. Información sobre evadidos y prisioneros 26 al 28 de agosto 1938 (declaración de Salvador Sastre Pérez).

[34] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Roja (DR). A. 62. L. 775, C. 13. Ejército de Extremadura. Estado Mayor.

[35] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). DN. A. 21. L. 18. C. 15. I Cuerpo Ejército, agosto 1938. Y en: Archivo General Militar de Avila (AGMAV). A. 21. L. 21. C. 1423. I Cuerpo de Ejército. Información sobre evadidos y prisioneros de septiembre de 1938. Declaración de Juan Rosillo Vega. Sin embargo, algunos grupos aislados consiguieron escapar del cerco. En el testimonio dado por Juan Rosillo Vega se observa que el capitán de la primera compañía del 590º Batallón, José Gordillo, le ordena que debían romper el frente y éste con 4 compañeros más consiguió escapar por un llano (seguramente por la raña de Jaeña).

También en: AGMAV. A. 21. L. 19. C. 1419. I Cuerpo de Ejército. Información sobre evadidos y prisioneros de agosto de 1938. En dicha documentación se encuentran los testimonios de Antonio Cuenca Soler, que fue hecho prisionero en La Nava de Ricomalillo el 22 de agosto a las 11:00 horas, pertenecía a la 3ª compañía del 184º Batallón que se presentó a las fuerzas franquistas con otros 20 individuos. También Pascual Casanova Prieto pasado el 22 de agosto por la Sierra de la Estrella de la 2ª compañía del 181º Batallón que fueron encerrados junto con otros en la ermita de El Puente del Arzobispo.

[36] AGMAV. CGG. R. 79. L. 452. C. 3. Diario de Operaciones de la 11ª División.

[37] Pérez Conde, J.; Jiménez Rodrigo, J.C; Félix García, R., El frente al Sur del Tajo: operaciones militares durante la Guerra Civil en la provincia de Toledo, 1936-1939, Talavera de la Reina, editado por Rodrigo Pérez, 2021. Pág. 305.

[38] De modo general, estas acciones se encuentran recogidas en:

AGMAV. DN. R. 92. L. 38. C. 10. I Cuerpo de Ejército. Operaciones al sur del Tajo. Agosto 1938.

AGMAV. CGG. R. 80. L. 457. C. 2. Diario de Operaciones de la 107ª División.

AGMS. CG: Y-33. Hoja de Servicios de Julio Ingunza Santo Domingo.

AGMS. S-527. Hoja de Servicios de Andrés Saliquet Zumeta.

Jiménez de Gregorio, Fernando. Historia de Belvís de la Jara. Instituto de Investigaciones y Estudios Toledanos. Toledo. 1991. Pág. 230.

[39] Pérez Conde, J.; Jiménez Rodrigo, J.C; Félix García, R., El frente al Sur del Tajo: operaciones militares durante la Guerra Civil en la provincia de Toledo, 1936-1939, Talavera de la Reina, editado por Rodrigo Pérez, 2021. Pág. 305.

[40]  Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. A. 44, L. 7, C. 25. Información 14ª División. Y en:

AGMAV. Documentación Nacional. A. 10, L. 460, C. 12bis. El 30 de agosto se sacó de la línea del frente en la Cabeza de Puente de Toledo al 76º Batallón del Regimiento de la Victoria nº 28 y se le trasladó a Campillo de la Jara. Después fueron relevados por la 19ª División.

Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. Cuartel General del Generalísimo. R. 79, A. 10, L. 452, C. 9. Diario de Operaciones de la 14ª División. La 14ª División pasó a la defensiva organizando una serie de centros de resistencia con sus respectivos puntos de apoyo en el área de Campillo de la Jara, trasladando todos sus servicios, intendencia y puestos de combate de la División a dicho pueblo. Poco después fueron relevados por la 107ª División. Y en:

[41] Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. R. 92, A. 22, L. 38, C. 10. I Cuerpo de Ejército. Operaciones al sur del Tajo. Agosto 1938. Orden de Operaciones nº 1. 107ª División de 25 de agosto de 1938.

[42] Pérez Conde, J.; Jiménez Rodrigo, J.C; Félix García, R., El frente al Sur del Tajo: operaciones militares durante la Guerra Civil en la provincia de Toledo, 1936-1939, Talavera de la Reina, editado por Rodrigo Pérez, 2021. Pág. 307.

[43] Archivo General Militar de Segovia (AGMS). S-527. Hoja de Servicios de Andrés Saliquet Zumeta. A modo de resumen el general Saliquet describe así las operaciones llevadas a cabo en el mes de agosto: “se cogen 1.500 prisioneros y 500 muertos, devolviendo al territorio nacional diez pueblos y 750 Km2. Liberando la carretera de Puente del Arzobispo a Puertollano (se refiere al vértice Puertollano en Cañamero [Cáceres]). Así como dejar asegurada la circulación por la carretera de Calera” (sic).

[44] Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca (CDMHS). EM (Estado Mayor) 31. Síntesis de Información nº 128 del 30 de agosto de 1938.

[45]  Archivo General Militar de Avila (AGMAV). Documentación Nacional. Cuartel General del Generalísimo. L. 379, C. 2.

[46] Ruiz Casero, Luis Antonio. Los flancos del asedio de Madrid: un estudio comparado de los frentes estabilizados de Toledo y Guadalajara, [Tesis doctoral] Madrid, Universidad Complutense, 2021. Hojas. 395-420.

[47] Hinojosa Durán, José: Tropas…, pp. 335–407; Martínez Bande, José Manuel, La batalla de Pozoblanco…, pp. 240–242. El estudio de Hinojosa Durán demuestra que los combates no fueron la debacle

republicana que anunció la propaganda franquista, pero está fuera de toda duda que se trató de una derrota

incontestable.

[48] Adolfo Prada Vaquero (1883–1960) era uno de los jefes más prestigiosos del Ejército Popular de la

República. Con fama de organizador duro y eficiente participó al mando de una columna en la batalla de

Madrid, mandó el Ejército del Norte en la defensa de Asturias y retornó a la zona central tras la caída de la

franja cantábrica, mandando brevemente el Ejército de Andalucía.

[49] Informe del coronel Prada, citado en Salas Larrazábal, Ramón: Historia…, II, p. 2068.

[50] Las brigadas 114 y 148 fueron enviadas desde el frente de La Serena (Engel, Carlos: Historia de las

brigadas…, pp. 103, 127). El resto de las unidades eran veteranas del frente de Toledo.

[51] Había sido jefe del disuelto XIII Cuerpo de Ejército, cuyo personal de Estado Mayor lo acompañó en

su nuevo destino (Salas Larrazábal, Ramón: Historia…, II, p. 2069).

[52] Martínez Bande, José Manuel, La batalla de Pozoblanco…, p. 249. Existen fallos en los grados y

nombres de algunos jefes de unidades, subsanados en la medida de lo posible.

[53] Ibíd., p. 276.

[54] Ibíd., pp. 175–176.

[55] Las intenciones ofensivas de Prada eran bien conocidas por los franquistas y es lógico pensar que el

asalto contra la Jara se hubiese planteado como una maniobra de distracción, aunque no se ha localizado

evidencia documental que apoye de forma explícita esta idea.

[56] AGMM, D.N., 44, 2, 28.

[57][57] AGMAV, 2676, 1.

[58] AGMAV, 1186, 13, 1.

[59] Se le pueden suponer un mínimo de al menos dos batallones, dado que tenía que avanzar en dos direcciones.

[60] Los partes republicanos contaron hasta doce aparatos en la zona (AGMAV, 583, 7).

[61] Martínez Bande habla de unos 24 batallones, dos divisiones al completo (Martínez Bande, José Manuel,

La batalla de Pozoblanco…, p. 276), pero la 29ª solo contaba con dos brigadas (la 46 y la 114), ya que

la 109 brigada mixta había quedado atrapada y aniquilada en la bolsa de La Serena (Engel, Carlos: Historia

de las brigadas…, p. 99). De la 71ª División solo existe certeza de que dos de sus brigadas –73 y 197– se

encontraba en el sector (en La Nava de Ricomalillo), cosa que no puede asegurarse de la 198 ni de la 199,

aunque Bande sume que formaban parte de la 71ª. También existen noticias de la presencia en la zona de un

batallón de la 36ª División, el 590 de la 148 brigada mixta (AGMAV, 771, 1).

[62] Resulta expresivo al respecto que cuando la orden de operaciones dictada por el jefe de Estado Mayor

del I Cuerpo de Ejército menciona que la Segunda fase [asalto contra el puerto de San Vicente] no se iniciará sin mi orden expresa, esta oración aparezca rubricada a lápiz con un NO (AGMM, D.N., 44, 2, 28).

[63] Martínez Bande, José Manuel, La batalla de Pozoblanco…, p. 276; Fernández de Córdoba y Parrella,

Gonzalo: Recuerdos

[64] Se preveía la construcción de una segunda pasarela más al oeste en caso de que fuese necesario, pero

parece que no llegó a serlo. Existe una ilustración del paso del Tajo tomada al natural por el comandante

de la 3 bandera de Castilla, Pedro Morey, que participó en el cruce (Morey Gralla, Pedro: Memoria de la 3ª

Bandera de Castilla, Toledo, Imp. Patronato de Huérfanos de Infantería, 1939, p. 31). En ella solo se ve una pasarela, de lo que se deduce que la caballería debió vadear el río por sus propios medios, como disponían

sus órdenes (AGMM, D.N., 44, 2, 28).

[65] En el entorno de la central estuvo uno de los transbordadores que se habían utilizado durante buena

parte de la guerra para el tránsito de fugitivos de la zona republicana a la franquista a través del Tajo, el

llamado “cajón de Ciscarros”. Hoy toda el área está sumergida bajo el embalse de Azután.

[66] Morey Gralla, Pedro: Memoria…, p. 100.

[67] Herrera Alonso, Emilio: Los mil…, pp. 240–241.

[68] AGMM, D.N., 44, 33, 2.

[69] Fernández de Córdoba y Parrella, Gonzalo: Recuerdos

[70] AGMM, DN, 44, 7, 30; AGMAV, 583, 7.

[71] Alfaro Siqueiros, David: Me llamaban El Coronelazo. Memorias, México D.F., Grijalbo, 1977, p.

317. El relato de Siqueiros en muy inconsistente en cuanto a fechas y datos concretos, pero es lógico pensar

que la escena de la desbandada que describe tuvo lugar el 21 de agosto de 1938 en la desbandada de La

Estrella. De la misma opinión es Pedro Corral (Corral, Pedro: Desertores…, p. 63).

[72] Previamente había apoyado el avance por los flancos de las Columnas Central y Derecha, ocupando

el vértice Peladilla y la casa de Fuentelapio (AGMAV, 2676, 1).

[73] Herrera Alonso, Emilio: Los mil…, pp. 242–243.

[74] AGMM, DN, 44, 33, 2.

[75] Fernández de Córdoba y Parrella, Gonzalo: Recuerdos

[76] AGMAV, 771, 1.

[77] Diario de Burgos, 25–8–1938.

[78] AGMAV, 583, 7.

[79] AGMM, DN, 44, 33, 2.

[80] AGMM, DN, 44, 7, 30.

[81] Fernández de Córdoba y Parrella, Gonzalo: Recuerdos

[82] AGMAV, 583, 7.

[83] AGMAV, 771, 1; Martínez Bande, José Manuel, La batalla de Pozoblanco…, p. 277.

[84] AGMM, DN, 44, 33, 2.

[85] Chaves Palacios, Julián: “Actividad militar y represión en la comarca de Las Villuercas: la Guerra

Civil en el municipio de Alía”, Norba. Revista de Historia, Nos 11–12, Cáceres, 1991–1992, p. 318.

[86] Herrera Alonso, Emilio: Los mil…, p. 247.

[87] AGMAV, 771, 1.

[88] AGMM, DN, 44, 33, 2; 44, 7, 30; AGMAV, 1186, 13, 1.

[89] Fernández de Córdoba y Parrella, Gonzalo: Recuerdos

[90] Carecía de razones para mentir. Además, sus memorias son en muchos pasajes muy clarificadoras y

críticas con ciertas decisiones y mandos de su propio bando, lo que concede al documento una verosimilitud

adicional.

[91] Estas disponían que el Puerto de San Vicente se atacase simultáneamente por las Divisiones 11ª, 14ª y

19ª (AGMM, 44, 2, 28), y, si hay algo en lo que coinciden todas las versiones consultadas sobre los hechos,

es que esto no ocurrió.

[92] AGMAV, 1186, 13, 1.

[93] Fernández Ollero, José Ignacio: La ruptura…, p. 179.

[94] Martínez Bande, José Manuel, La batalla de Pozoblanco…, pp. 246, 277–278. Los datos han sido

asumidos por el estudio de Ruiz Alonso, que sin embargo contabiliza 732 bajas franquistas en total, sin

especificar su fuente (Ruiz Alonso, José María: La Guerra…, p. 366). Pudiera tratarse de un error.

1633 AGMAV, 2676, 1.

[95] AGMAV, 2676, 1.

[96] El jefe de la 29ª División republicana, el teniente coronel Monasterios, aseguró que los franquistas

habían dejado más de 300 cadáveres sobre el campo de batalla, pero parece una exageración (AGMAV,

D.R., 474, 6, 8).

[97] El informe que redactó el general Asensio sobre el hundimiento del frente extremeño (AGMAV, D.R.,

474–1, 2, 1) cifra las bajas totales de la 46 brigada mixta en la primera fase de los combates en 263, pero se

ignoran las de las unidades de refuerzo que combatieron en el sector.

[98] Ibíd.

[99] AGMM, DN, 44, 33, 2.

[100] AGMAV, 2676, 1.

[101] Solo la 107ª División detalla sus enfermos.

[102] Herrera Alonso, Emilio: Los mil…, p. 242.

[103] Datos del SIGA, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

[104] AGMAV, 2676, 1.

[105] Fernández de Córdoba y Parrella, Gonzalo: Recuerdos

[106] De un parte de operaciones de la 11ª División, citado en Herrera Alonso, Emilio: Los mil…, p. 241.

[107] De un discurso del general Bartomeu, citado en Morey Gralla, Pedro: Memoria…, p. 111.

[108] AGMAV, 2676, 1.

[109] Fernández de Córdoba y Parrella, Gonzalo: Recuerdos

[110] Diario de Burgos, 25–8–1938.

[111] Deglané, Bobby: Crónicas…, p. 223.

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