Las operaciones militares de la bolsa de La Serena, durante su primera fase del mes de julio de 1938 según los historiógrafos franquistas, I

 

Síntesis de las operaciones militares de la bolsa de La Serena durante la primera fase del mes de julio de 1938 expuestas por el Estado Mayor Central del Ejército en 1968[1]

Operaciones en Extremadura. En la región extremeña, después de los combates librados durante la marcha sobre Madrid, no se habían registrado acontecimientos bélicos de verdadera importancia, quedando establecido el frente de tal modo, que las posiciones rojas se adentraban profundamente en la zona nacional por la parte de Mérida y amenazaban muy de cerca las comunicaciones por ferrocarril y carretera entre Andalucía y el resto de dicha zona.

Operaciones en Extremadura. Croquis. Estado Mayor del Ejército. Servicio Histórico Militar. Síntesis histórica de la Guerra de Liberación 1936-1939. 1968.

Para corregir el desfavorable trazado del frente en dicho sector, alejando al enemigo de Mérida y liberando al mismo tiempo la extensa y rica comarca de La Serena, el Mando supremo nacional decidió en 2 de julio [de 1938] efectuar una operación en la que debían tomar parte dos agrupaciones de tropas: perteneciente la primera al Ejército del Centro (general Saliquet), con la misión de avanzar desde Madrigalejo [Cáceres] hacia Orellana la Vieja [Badajoz] y pasar el Guadiana por este punto, y la segunda, al Ejército del Sur (general Queipo de Llano), atacando esta última en la dirección Monterrubio-Castuera, para confrontar con la anterior y eliminar así el peligroso entrante rojo en la región extremeña. Seguidamente, ambas agrupaciones avanzarían hacia el Este, conquistando Talarrubias [Badajoz], la Puebla de Alcocer [Badajoz] y Cabeza del Buey [Badajoz].

Con anterioridad a la indicada fecha (del 14 al 18 de junio), el Ejército del Sur había rectificado a vanguardia sus posiciones en los sectores de Fuenteovejuna [Córdoba] y Granja de Torrehermosa [Badajoz], conquistando la Sierra Trapera y los pueblos de Peraleda del Zaucejo [Badajoz], Los Blázquez [Córdoba], La Granjuela [Córdoba] y Valsequillo [Córdoba]; lo que constituía una excelente base de partida para las subsiguientes operaciones.

El cierre de la denominada “bolsa de Mérida” se inició, pues, el 20 de julio, actuando por la parte Norte de aquella la Agrupación de Divisiones del Guadiana, a las órdenes del general Múgica, flanqueada hacia el este por una brigada de caballería, y, por la parte Sur de la misma, un Cuerpo de Ejército de maniobra, a las órdenes del general Solans, reforzado también por una brigada de caballería y otras unidades complementarias.

Las fuerzas del Ejército [por la parte] del Norte, avanzaron rápidamente sobre sus objetivos, cruzando el Guadiana el día 22 de [julio], y alcanzando en la jornada siguiente la rama septentrional de la curva del Zújar. Las del Ejército [de la parte] del Sur tropezaron en su avance con mayor resistencia, lo que no les impidió conquistar los pueblos de Monterrubio, Benquerencia y Castuera, y confrontar el día 24 con las anteriores en Campanario.

Cerrada así la citada bolsa, en días sucesivos fueron ocupados los pueblos de Medellín, Mengabril, Magacela, La Coronada, Don Benito, Villanueva de la Serena y otros de menor importancia; capturándose, al par, millares de prisioneros rojos y copioso botín de material.

 

Las operaciones militares de la bolsa de La Serena durante la primera fase del mes de julio de 1938 en la Historia del Ejército Popular de la República de Salas Larrazabal[2]

 El día primero de julio el número de piezas del VII Cuerpo de Ejército [republicano] era de 41 y el VIII de 39, después de haber perdido en los combates de junio tres baterías: una de montaña, una de 155 y una antitanque. Además de estas piezas habría que contar las de acompañamiento de las brigadas, en su mayoría antitanques de 45 mm. y las que mantuviera como R.G. [Reserva General] el Ejército. Aún, así las disponibilidades artilleras del Ejército eran reducidas pues a las tres baterías que perdieron en los combates de Córdoba se unieron otras tres (séptima, novena y 10ª), que se enviaron al frente de Levante, pero con todo el total general superaba las 100 piezas. Los efectivos del Ejército los cifraba el Estado Mayor Central en su informe de 1 de abril de 1938 en 74.995 hombres.

La bolsa de la Serena

El frente del Ejército [republicano] formaba un saliente muy pronunciado hacia Mérida por donde se acercaba peligrosamente a las comunicaciones por ferrocarril y carretera que unían a Andalucía con Castilla y que resultaban vitales para los nacionales. Era la zona con la que, casi desde el principio de la guerra, soñaba el mando gubernamental que siempre acarició la idea de realizar unas operaciones ofensivas que tuvieran por objetivo dividir en dos el territorio nacionalista. Era por allí por donde Largo Caballero quiso operar en mayo de 1937 con la intención de asestar a sus enemigos un golpe decisivo y ese mismo terreno fue el elegido por Rojo para su proyectado plan “P”. Precisamente en este territorio y con designio contrario el mando nacional proyectó en julio de 1938 una operación de carácter local, pero de cierta envergadura, para estrangular ese saliente que ponía en peligro sus comunicaciones y ocupar el gran valle de La Serena muy fértil y uno de los graneros de España. En caso favorable las tropas nacionales explotarían su éxito avanzando sobre Almadén [Ciudad Real]. El objeto fundamental de la maniobra era, sin embargo, evitar que nuevas reservas gubernamentales fueran extraídas de los frentes del Sur y dirigidas a Levante donde por aquellos días se libraban los combates decisivos en la línea X-Y-Z.

Ametralladora colocada para cortar el paso enemigo.

Para la operación los nacionales agruparon sus fuerzas en dos importantes masas de maniobra. Al Norte del Guadiana, en la zona de acción del Ejército del Centro nacional que mandaba el general Saliquet se constituyó, con la reserva del Ejército, una agrupación de divisiones, que se llamó del Guadiana, al mando del general Múgica y constituida por las divisiones 11ª, 19ª y 74ª y la Brigada de Caballería del general Aldecoa. En el sector de Peraleda del Zaucejo [Badajoz], el general Queipo de Llano reunió todas las divisiones de reserva del Ejército del Sur, constituyendo una masa de maniobra mandada por el general Solans e integrada por las divisiones 22ª, 102ª, 112ª y 122ª y la Brigada de Caballería de Andalucía. Según los informes de Burillo ambas masas de maniobra contaban con una masa artillera constituida por un número de baterías “que sobrepasan de 15”. Es decir, unos 60 cañones.

Por el Norte atacaron las divisiones 11ª, 74ª, quedando en segundo escalón la 19ª y por el Sur las divisiones 102ª, 112ª y 122ª manteniendo la 22ª en el frente pasivo. Era el 18 de julio de 1938.

Cubría el frente del Tajo la división 36ª con las brigadas 47ª y 113ª en línea. A su izquierda se encontraba la 29ª División, que defendía las cabezas de puente sobre el Guadiana con las brigadas 25ª y 109ª; al fondo de la bolsa, frente a Guareña, ocupaban posiciones las brigadas 20ª y 91º de la 37ª División que enlazaban por su izquierda con la 148ª Brigada Mixta y la 12ª Brigada de Asalto. En reserva, el Cuerpo de Ejército mantenía la Brigada 46ª, que estaba mandada accidentalmente por el mayor de milicias Silvestre Gómez Sánchez. Supongo que Alfaro [jefe de la 46ª Brigada], dedicaría su tiempo a proyectar algún mural de carácter épico revolucionario.

A la izquierda del VII Cuerpo de Ejército, ya en tierras cordobesas al otro lado del Zújar, el VIII Cuerpo de Ejército que solo se vio afectado marginalmente por las operaciones, salvo en el frente confiado a la 103ª Brigada de la 38ª División. En total, ocupaban el frente 15 brigadas mixtas, una de Asalto y una de caballería, de las que la 103ª y la 148ª estaban conceptuadas como muy malas.

Emblema de la 24ª División sublevada del Ejército del Sur.

La ofensiva nacional fue precedida por un amago en la cabeza de puente de [la localidad] Puente del Arzobispo [Toledo] y Burillo ordenó que marcharan inmediatamente en aquella dirección el Batallón disciplinario del VII Cuerpo de Ejército y dos batallones de la 25ª Brigada Mixta, pero Barrios, el jefe de Estado Mayor del VII Cuerpo de Ejército, estimó que el ataque principal se desarrollaría siguiendo los ejes Madrigalejo-Villanueva de la Serena y Peraleda-Monterrubio, como efectivamente sucedió, y dejó de cumplir la orden del Ejército, enviando únicamente en la dirección ordenada al Batallón disciplinario, y dejando los otros dos cubriendo las zonas que creía más amenazadas. Burillo también envió al Puente del Arzobispo la 46ª Brigada Mixta, reserva del Cuerpo de Ejército, con lo que se perdieron 12 horas, pues estos movimientos, efectuados el día 18 de julio, tuvieron que ejecutarse en sentido contrario en la jornada siguiente, ya que el día 19, se concretó perfectamente que, el ataque principal, seguía las direcciones supuestas por Barrios, contra las posiciones defendidas por las brigadas 25ª y 109ª al Norte y contra las líneas de enlace de los cuerpos VII y VIII al Sur.

El éxito acompañó a la acción nacional y las fuerzas del general Múgica alcanzaron pronto el Guadiana que vadearon inmediatamente en tanto las tropas del general Soláns, desde las bases de partida conquistadas en junio, en la sierra del Acebuche, avanzaban en dirección a Monterrubio de la Serena, perfilando ambas masas de maniobra el doble envolvimiento de las fuerzas del VII Cuerpo de Ejército situadas al fondo de la bolsa.

Fue en este momento cuando empezaron las vacilaciones de Burillo. El dilema era resistir en las posiciones frente a Mérida, con peligro de que quedaran envueltas, u ordenar el repliegue de todas ellas hasta una línea posterior y más corta, que pudiera ser defendida con energía. Burillo, después de haberse equivocado al ordenar el envío al Puente del Arzobispo de la 46ª Brigada, de dos batallones de la 25ª y del Batallón disciplinario del VII Cuerpo de Ejército, se decide por la resistencia sobre la línea establecida y dispone que la 29ª División, con las brigadas 46ª y 109ª refuercen a la 37ª [División] que defiende la bolsa. El día 20 [de julio] se decide a organizar una división de maniobra, a la que llama División del Zújar, que debía cubrir el hueco producido entre sus dos cuerpos de ejército y amenazar de flanco la penetración de Queipo de Llano. Para mandar la nueva gran unidad, designa al mayor Sánchez Carmona que nombra jefe de Estado Mayor a Luque Mollinedo y cede la jefatura de la 12ª Brigada de Asalto al mayor Valero Arnal, anterior jefe del 11º Grupo de Asalto. Componían la nueva División, la 25ª Brigada Mixta, la 12ª Brigada de Asalto, el 9º Regimiento de Caballería, el Batallón disciplinario del VIII Cuerpo de Ejército, dos batallones de la 148ª Brigada Mixta, una compañía de tanques, un tren blindado y dos baterías de 114, quedando formada la 37ª División por las brigadas 20ª, 91 y 109ª, el Batallón disciplinario del VII Cuerpo de Ejército, un tren blindado, el 5º Regimiento de Caballería y un Grupo de artillería de 75. La nueva División debía defender a todo trance, Casas de Don Pedro, al Oeste de la línea Guadiana-Monasterio-Puente del Arzobispo. Como reservas cuenta con la 46ª Brigada Mixta, un batallón de la 148ª, sendas baterías de 75 y 114 y una sección de 75. La 37ª División y, por lo tanto, todo el frente Sur de la penetración enemiga, la pone a disposición del VIII Cuerpo de Ejército y sustituye a su jefe por el mayor de Infantería Antonio Cano.

Tropas republicanas desfilan junto a su oficial.

El día 22 [de julio] los nacionales entran en Monterrubio que abandonan los dos batallones de la 148ª Brigada Mixta que lo cubrían y tropas del general Múgica alcanzan La Coronada. El VIII Cuerpo de Ejército solicita autorización para retirar las tropas de la bolsa a la línea Monterrubio-Castuera-Campanario, sobre la que enlazaría con las brigadas 25ª y 109ª que resistían en el Guadiana y así, a costa de abandonar al enemigo, la bolsa Don Benito-Zalamea, se evitaba la pérdida de las brigadas 91ª y 20ª. Esta fue ya la idea inicial de Barrios jefe del Estado Mayor del VII, pero Burillo se niega terminantemente y mantiene su criterio de resistencia a ultranza. La llegada de refuerzos procedentes del Centro le reafirma en su decisión y ordena constituir un Cuerpo de Ejército de maniobra, que dirigiría personalmente, compuesto de cuatro divisiones: la División del Zújar que se concentraría en la zona de Almorchón-Benquerencia, al mando de Sánchez Carmona con las brigadas 12ª, 25ª y 66ª, el Batallón disciplinario del VII Cuerpo de Ejército, el 5º Regimiento de Caballería y un grupo [de Artillería] de 75. La División “A” que se reuniría en Belalcázar al mando de Frías con las brigadas 88ª bis y 148ª, el Batallón disciplinario del VIII Cuerpo de Ejército, un regimiento de Caballería, un tren blindado, dos baterías de 114 y una de 107; la División 37ª al mando de de Blas, que se reuniría en La Coronada con las brigadas 91ª y 109ª, el batallón de ametralladoras del VII Cuerpo de Ejército y un escuadrón de Caballería, y la División “B”, que al mando del coronel Gómez estaría integrada por la Brigada 20ª, una nueva, una compañía de blindados, un escuadrón de Caballería y un grupo [de Artillería] de 75.

Sánchez Cabezudo, que había sido destituido por la pérdida de Monterrubio, pasó al Estado Mayor del Ejército; le sustituyó nominalmente de Blas y para la defensa inmediata de Castuera se designó comandante militar de la plaza al mayor de Infantería Luis Espinosa Briones, pero Sánchez Cabezudo abandonó la localidad sin hacerle entrega del mando, y muy pocas horas después las vanguardias de Sólans entraban en la ciudad.

El Cuerpo de Ejército de maniobra con el que soñaba Burillo ya no tenía posibilidades de constituirse y Burillo da contraorden reduciéndole a tres divisiones: la del Zújar, con la composición prevista, la “A”, reforzada con la 81ª Brigada, que acababa de mandar el G.E.R.C., y la 37ª, que mantenía sus brigadas 109ª y 91ª, a la que se unía la 20ª. El mejicano Gómez se queda sin división y se le nombra segundo jefe de la 37ª [División], en tanto Timoteo Reboiro sustituiría a de Blas en el mando de la 109ª Brigada. Se encontraban ya en la zona las brigadas 81ª y 66ª, procedentes de Levante y el Centro, y en camino la 21ª Brigada Mixta del Ejército del Centro y la División 68ª, que no había finalizado su relevo con la 67ª.

Caballería republicana avanza por la carretera.

El día 23 [de julio], Burillo ordena a Rubert que reconquiste a toda costa Castuera, ciudad que ataca Sánchez Carmona desde el exterior con toda la División del Zújar, mientras desde el interior de la bolsa lo hacía de Blas con los dos batallones de la 91ª ó de la 20ª Brigada Mixta y con el Batallón disciplinario del VII Cuerpo de Ejército, apoyados por un escuadrón de Caballería del Quinto Regimiento y el tren blindado. Cada una de las agrupaciones disponía de una compañía de tanques. El ataque fracasa completamente y el día 24, perdida toda esperanza de poderse mantener en la bolsa, se ordena la retirada de de Blas, que debía escapar por Campanario y establecer un frente desde Casas de Don Pedro al ferrocarril de Almadén, al Sur de Don Benito, pero la orden se cursó demasiado tarde y ya las tropas de Saliquet y Queipo habían enlazado en Campanario, consumando el cierre de la bolsa, donde quedó copada casi íntegra la 37ª División.

Durante los días siguientes, Burillo reagrupó una vez más sus fuerzas. Los restos de la 37ª División quedaron en La Puebla de Alcocer, al mando de Antonio Cano Chacón, hasta entonces jefe de operaciones del Ejército. En Almorchón situó la División del Zújar, que entonces quedó constituida con las brigadas 66ª, 21ª y 81ª, todas ellas de refuerzo, y en Belalcázar, la División 68ª, compuesta con las brigadas 189ª, 191ª y 88ª bis. Mientras los nacionales limpian la gran bolsa, que tenía más de 3.000 kilómetros cuadrados, y en la que quedaron incluidas las ciudades de Don Benito, Villanueva de la Serena, Zalamea, Monterrubio, Castuera, Campanario y La Coronada, Burillo intentaba constituir una nueva línea defensiva. El botín geográfico de la operación halló su complemento en la destrucción de la 37ª División, que, según datos oficiales del Ejército de Extremadura, perdió cinco jefes, entre ellos el de la División y los de sus dos brigadas, 89 oficiales, 8 comisarios y 6.086 suboficiales y tropa; 3.588 fusiles, 170 ametralladoras, 11 cañones y 10 tanques. Datos oficiales que deben pecar de optimistas, pues la comandancia de Artillería del Ejército daba como perdidas cinco baterías completas, de ellas cuatro en Campanario (primera, segunda y tercera del VII Cuerpo de Ejército y primera del VIII) y una en Castuera (la segunda del VIII), más una pieza antitanque a dos kilómetros de Campanario, es decir, 18 piezas, 11 de ellas del VII Cuerpo de Ejército y 7 del VIII, lo que nos induce a pensar que las cifras de Burillo se refieren exclusivamente a las pérdidas de la 37ª División, sin incluir las de la 103ª Brigada y las de las fuerzas que acudieron en apoyo de aquella; de ésta solamente se salvaron los batallones 77º y 79º de la 20ª Brigada, que escaparon por Puerto Urraco hacia Benquerencia, donde se unieron a la División del Zújar. El resto de la Brigada y las brigadas 91ª y 109ª quedaron totalmente aniquiladas. En el avance se había conquistado un terreno varias veces mayor que el que días más tarde conseguiría Modesto al Sur del Ebro y habían caído en poder del Ejército nacional un número bastante más elevado de prisioneros, lo que nos da idea de los límites a que debió quedar reducida la famosa batalla.

 

La batalla de Pozoblanco y el cierre de la bolsa de Mérida durante la primera fase del mes de julio de 1938 según el Servicio Histórico Militar de 1981[3]

Despliegues tras la batalla del [14 de junio al 1 de julio] En el bando nacional, la 21ª División quedó defendiendo el frente hasta Los Pollos, inclusive; la División 24 se extendía hasta la sierra del Torozo, también incluida, y luego desplegaba la 22.

Croquis donde se muestra el avance nacional entre el Tajo y el Guadiana.

En el otro bando el frente de la 37ª División (orilla izquierda del Zújar) fue cubierto con las Brigadas 91ª (División 37ª) y 148ª (20ª División), figurando a retaguardia y orientadas de Noroeste a Sureste, un batallón de la 47ª [Brigada] (perteneciente a la División 36ª, que defendía la línea del Tajo), las brigadas de la 10ª División (Ejército del Centro), 206ª, 207ª, la 12ª de Asalto y el Batallón disciplinario. Quedaban, pues, más o menos destrozadas y bajo la precisión de ser retiradas inmediatamente para su reorganización, los restos de dos batallones de la 215ª (Reserva), el de la 25ª (63ª División) y partes de las fuerzas de Asalto.

En el frente de la 38ª División (Sur del Zújar, orilla derecha) se encontraban en línea los otros dos batallones de la Brigada 215ª, al parecer en mejor estado, un batallón de la 103ª, dos de la 216ª y la Brigada 88ª completa; en segunda línea, dos batallones de la 217ª y el resto de la 25ª Brigada.

La situación creada. Temores y proyectos. La ofensiva de Queipo de Llano tenía que producir lógicamente hondas preocupaciones en los más altos mandos del Ejército Popular. El terreno conquistado era considerable y su valor, táctico y estratégico, grande también. Por otra parte, las fuerzas empleadas ya no eran las endebles de un año antes. Pero la reacción de Vicente Rojo sería ambigua, bien es verdad que las circunstancias generales de la guerra la justificaban. Por un lado, sacó de línea, para ser enviada a Levante, la 10ª División, y en rigor dos brigadas de la misma, que se trasladaron entre los días 2 y 4 de julio, y pocas fechas después saldría de Extremadura, también para Levante, la División 67ª.

Y es que la situación cerca del Mediterráneo era verdaderamente angustiosa, tanto que a su lado quedaba pálida la extremeña. Pero todo resultaba relativo y la gravedad de esta última se reflejaba en una Instrucción de Rojo, de 19 de junio, en la que señalaba que el Ejército de Burillo debía limitarse a asegurar a toda costa la detención de la maniobra enemiga iniciada, cuyo propósito podía ser “la ocupación del nudo de comunicaciones de Castuera y la caída del frente de Don Benito”. Es más: Rojo consideraba que esta maniobra debía estar seguramente combinada con otra más enérgica por Puente del Arzobispo [Toledo] y dirigida hacia el Sur. Para evitar la conjunción de ambos ataques urgía la reunión de reservas en aquel frente, reservas que debería ser empleadas en el momento oportuno sobre el punto más débil del adversario.

Una instrucción del Estado Mayor del G.E.R.C. para el Ejército de Extremadura, con fecha de 20 de junio, señalaba la necesidad de defender a toda costa los nudos de comunicaciones de Almorchón [Badajoz] y Castuera y restablecer el frente roto y la situación anterior, reuniendo las reservas y empleándolas en dirección Este-Oeste sobre Valsequillo [Córdoba]. Otra instrucción del mismo Estado Mayor, dada ésta a los Ejércitos del Centro y Andalucía, con fecha 21 [junio], puntualizaba la necesidad de “mantenerse a la defensiva, intensificar la instrucción de las unidades de reserva dispuestas, regenerar las unidades desgastadas y fomentar la capacitación de los cuadros de mando”, todo al objeto de acudir en socorro de los Ejércitos de Levante y Extremadura.

El 20 de junio, Rojo decidía el estudio de una operación a cargo del Ejército de Andalucía, posiblemente en la región de Granada, a fin de que el enemigo desplazase allí reservas, desde Extremadura, contrarrestándose entonces las ganancias por él adquiridas.

Finalmente, el 14 de julio el general Rojo daba unas “Directivas” destinadas a todos los Ejércitos. En ellas se decía que el enemigo había desguarnecido notablemente el frente central, el de Cataluña y el de Andalucía, dedicando todo su esfuerzo al frente de Levante. Por consecuencia, en la Región Central se debía crear nuevas unidades de reserva, especialmente batallones de Ametralladoras, llevándose a cabo en Andalucía, en cuanto se dispusiese de medios, una acción local. El Ejército del Centro, en tanto, mantendría sus reservas a disposición de reforzar el Ejército de Levante, actuando sobre el flanco derecho enemigo, caso de que se produjese una amplia rotura en dirección a Utiel [Valencia] o Cañete [Cuenca], y empeñándose en una ofensiva local en el frente del Jarama y su confluencia con el Tajo, o en el de Brunete.

El cierre de la bolsa

(20 a 24 de julio de 1938)

Miembros de las fuerzas republicanas.

Las circunstancias favorables. El 17 de junio, la Sección 3ª del Cuartel General del Generalísimo, en una “cuenta” firmada por el teniente coronel don Antonio Barroso, decía que “las operaciones realizadas habían puesto de manifiesto la poca consistencia de las unidades enemigas y la débil moral de mandos y tropas”. Es más, los Estados Mayores de las unidades propias actuantes aseguraban que “de haber dispuesto de medios de transporte se habría podido fácilmente continuar la progresión, hasta dominar el Valle de la Serena y alcanzar Castuera, Cabeza del Buey y Almorchón, no siendo luego difícil el envolvimiento de las organizaciones defensivas de Pozoblanco [Córdoba] y la invasión del Valle de los Pedroches [Córdoba]”. Esta acción, combinada con otra del Ejército del Centro, de Norte a Sur, mediante la ruptura del frente entre Logrosán [Cáceres] y Cañamero [Cáceres], forzando el Guadiana, “permitirían liquidar la bolsa de Mérida”.

Idea táctica general

El 2 de julio firmaba el general Franco la Instrucción general número 5, que comenzaba señalando la acumulación de elementos enemigos en los frentes de Levante y Teruel, lo que había dejado en evidente debilidad el extremeño. Ello aconsejaba operar aquí, con las ventajas posibles siguientes:

  • Supresión de la bolsa de Mérida, reduciendo el frente en 90 kilómetros.
  • Ocupación de una zona de más de 5.000 kilómetros cuadrados, de gran riqueza, tanto agrícola como ganadera.
  • Liberación del ferrocarril Almorchón-Villanueva de la Serena-Mérida, lo que permitiría duplicar el tráfico de Andalucía con Mérida, descongestionando la única línea férrea existente.
  • Aproximación de la línea alcanzada a Almadén por una parte y a los puertos del Rey y San Vicente por otra, permitiendo la futura conquista de todos estos valiosos objetivos.

Teniendo en cuenta tales posibles ventajas, el Generalísimo decidía actuar según dos grandes direcciones, en una amplia operación combinada:

Por el Norte. En el Ejército del Centro, una fuerza, partiendo de Madrigalejo, llegaría a Orellana la Vieja, pasando el Guadiana y constituyendo aquí una cabeza de puente, mientras que otra fuerza alcanzaría Navalvillar de Pela, para envolver el macizo de Las Orellanas (vértice Repica), ocupando la línea del Guadiana por esa parte hasta Casas de Don Pedro.

                Por el Sur. El Ejército del Sur desembocaría de las posiciones al Este del Puerto de Castuera hasta el Zújar, apoyándose en este río, para marchar rápidamente en dirección Monterrubio-Castuera, apoderándose de Monterrubio y su zona, ocupando la Sierra del Oro o de Monterrubio y cayendo, después, con suma velocidad, sobre Castuera y sierras próximas.

Las dos acciones deberían estar perfectamente coordinadas y conseguido su enlace habría que limpiar el Valle de la Serena, previendo futuras acciones desde Monterrubio y Castuera sobre Cabeza de Buey, y desde Casas de Don Pedro sobre Talarrubias y Puebla de Alcocer.

Como características de la maniobra se señalaban el avance de las divisiones en frentes reducidos, dando profundidad tanto al dispositivo de ataque como al de defensa; el empleo de pasos de línea, a fin de acelerar la marcha, constituyendo, cuando se previeran grandes progresiones, destacamentos rápidos a base de Caballería y dejando entre las divisiones intervalos de 3 a 4 kilómetros, que cubrirían dichos destacamentos, evitando la tendencia general a los frentes continuos y manteniendo en lo posible un permanente contacto con el enemigo, llegando en los distintos saltos del avance a líneas naturales de defensa.

La Aviación actuaría de la forma más intensamente posible.

El Ejército del Centro y la Agrupación del Guadiana

El 12 de julio el general Franco daba la orden correspondiente al Ejército del Centro.

La idea general de maniobra consistiría en romper el frente enemigo por Madrigalejo [Cáceres], avanzando en dirección Acedera-Orellana la Vieja, cruzando el Guadiana y estableciendo una cabeza de puente. Una fracción de la masa, por el Oeste, envolvería las fortificaciones frente a Madrigalejo, cubriendo el flanco derecho del avance principal. A la vez otras fuerzas, partiendo de la zona al Sur de Logrosán avanzarían en dirección Navalvillar de Pela, envolviendo por el Este el macizo de Las Orellanas (vértice Repica), y ocupándolo. Fuerzas de Caballería protegerían el flanco izquierdo (Este) barreando la carretera a Casas de Don Pedro y vigilando el Guadiana. Establecida la cabeza de puente y conquistado el macizo de Las Orellanas, se ocuparía la zona entre el río Gargáligas y el Guadiana, al Oeste de la línea Acedera-Orellana.

Para la operación se constituía la Agrupación o Grupo de Divisiones del Guadiana, conocida también, más modestamente por Columna del general Múgica, al estar por él mandada.

Emblema del Cuerpo de Ejército de Extremadura.

Múgica dispondría, en definitiva, de una Columna Oeste (División 11ª, general Bartomeu), una Columna Este (una Brigada y un Regimiento de la División 74ª, coronel Arias), una fuerza de guardaflanco izquierdo (Este) con la Brigada de Caballería del coronel Aldecoa, un destacamento occidental, en Villar de Rena [Badajoz], con tres unidades de la División 19ª y un Regimiento de la 74ª, al mando del jefe de la II Brigada de esta última División (teniente coronel Luis Blanco Novo).

La Columna Oeste contaría con un total de diez baterías, la del Este con siete, las fuerzas de Caballería con dos, y el destacamento de Villar de Rena con cinco. Habría además, una Agrupación de Artillería de Ejército, a disposición del mando y compuesta de siete baterías.

La Aviación afecta contribuiría a destruir las fortificaciones enemigas en colaboración con la Artillería, llevando a cabo durante el desarrollo de la acción misiones de vigilancia para impedir la llegada de refuerzos y bombardeando las concentraciones que se observasen.

Dentro de la misión de los ingenieros sería destacado el montaje de puentes sobre el Gargáligas por Acedera y sobre el Guadiana al Sur de Orellana, aparte de prever la necesidad de establecer otros puentes en beneficio de la División 74ª y de la Brigada de Caballería, sobre los ríos Cubilar, Gargáligas y Ruecas.

El Ejército del Sur y el Cuerpo de Ejército de maniobra

En la “Decisión” del general Queipo de Llano de 9 de julio, se creaba un Cuerpo de Ejército de maniobra con las divisiones 102ª, 112ª y 122ª, más cuatro unidades de la 24ª, una Brigada de Caballería con tres regimientos y dos escuadrones de Auto-ametralladoras-cañón, una reserva formada por una Brigada de la División 60ª, y luego “posteriormente”, es decir, una vez en marcha las operaciones, las divisiones 21ª y 24ª, al completo. Como Aviación, actuaría la del Ejército del Sur, “debidamente reforzada”.

La idea de maniobra consistía en apoderarse primeramente del nudo de comunicaciones de Monterrubio y de la Sierra del Oro. Castuera se ocuparía fijándola por el Sur y envolviendo las sierras de Benquerencia y Castuera por el Norte, cortando la carretera y el ferrocarril a Almorchón. Se efectuaría el enlace con el Ejército del Centro sobre Campanario y finalmente se limpiaría la bolsa así formada con tropas del Cuerpo de maniobra y de la División 21ª.

Se organizarían tres columnas: una, con la División 112ª (coronel Baturone) y una Brigada menos dos batallones de la División 24ª; otra, con la División 122ª (coronel Redondo), y la tercera, con la 102ª (coronel Castejón). En Artillería, la divisionaria de la columna primera sería reforzada con seis baterías; la de la División 102ª, con dos, y la de la División 112ª, con tres.

Lo más importante del documento se refería a la ejecución de la maniobra. La 122ª rompería el frente enemigo desde el puerto comprendido entre las sierras de Torozo y Mesegara, girando luego hacia el Oeste, pasando el Zújar y ocupando Monterrubio tras envolverlo por la derecha. Las unidades de la División 24ª ocuparían posiciones de guarda flanco derecho.

La División 102ª, siguiendo la carretera de Peraleda a Monterrubio como eje de marcha, ocuparía una serie de alturas de la Sierra del Oro.

La División 112ª y la Brigada de la 60ª seguirían a continuación de la 102ª, y la Caballería protegería el flanco derecho de la 122ª, efectuando un amplio movimiento envolvente en torno a Monterrubio, cortando la carretera de este punto a El Helechal y protegiendo el puente del ferrocarril de Almorchón sobre el Zújar, para evitar su voladura.

Emblema de la 112ª División de I Cuerpo de Ejército del Ejército del Sur.

En la segunda fase, la División 112ª, desde el Norte de Monterrubio avanzaría por el camino a Benquerencia. Esta marcha -señalaba la orden, subrayando además las palabras-, sería precisamente “de noche”, para caer al amanecer sobre las alturas de la Sierra: una Brigada de la División quedaría defendiéndolas, continuando la otra Brigada en dirección a Castuera, tomando como eje de marcha el camino vecinal y el ferrocarril al Norte de los sucesivos macizos montañosos. El avance sería protegido a la derecha por la Caballería y la izquierda por una Brigada de la 102ª.

Las unidades de la División 24ª cubrirían, según fuese avanzando, el flanco derecho del dispositivo, la División 122ª se rebatiría hacia el Este, cubriendo igualmente el flanco derecho, y la División 60ª seguiría a la 112ª. La Caballería flanquearía también por el Este y a distancia la División 112ª, aparte de continuar protegiendo los puentes, ahora el del ferrocarril de Cabeza del Buey a Castuera.

En la tercera fase, las fuerzas de Caballería situadas en las inmediaciones de Castuera avanzarían sobre Campanario, tomando como eje de marcha la carretera entre las dos localidades, hasta enlazar con el Ejército del Centro a la altura del vértice Antanillas. La Brigada de la 102ª seguiría a la Caballería, apoderándose de la línea de alturas situadas al Oeste. El pueblo de Campanario sería ocupado por fuerzas del Ejército del Centro.

La División 21ª, a base de dos columnas, limpiaría, una de ellas -la llamada “de Americanos”- la zona de Higuera de la Serena, Zalamea, Malpartida, Valle, Quintana, etc., y la otra -la columna “del Guadámez”- Medellín, Mengabril, Don Benito, Villanueva, La Haba, Magacela y La Coronada.

El mando supremo correspondería al general Queipo de Llano, el del Cuerpo de Ejército de maniobra, al general Solans, y el de la Caballería, al general de la División del arma (Plácido Gete).

La Aviación

La orden de operaciones de 7 de julio firmada por el general Kindelán, jefe del Aire, señalaba las unidades que actuarían. Eran, en definitiva, una escuadra (Junkers Ju 52) y una escuadrilla (Heinkel He 70) de Bombardeo, dos grupos de Caza (CR. 32), una escuadrilla de Gran Bombardeo y un grupo de Cooperación. Se utilizarían los aeródromos de Badajoz, Mérida, Trujillo, Calzadilla de los Barros y los que se designaran eventualmente.

Las fuerzas del Ejército Popular

Pelotón de fuerzas republicanas cubriendo su avance tras un carro de combate.

El Ejército que va a enfrentarse con la doble ofensiva de las fuerzas nacionales del Centro y del Sur a partir del 20 de julio es el de Extremadura, que tiene por jefe al coronel Ricardo Burillo, estando al frente de su Estado Mayor el teniente coronel Javier Linares Aranzabe. El cuartel general se encuentra en Almadén.

Enviadas a Levante las divisiones 10ª y 67ª, la composición del Ejército es ahora la siguiente:

  • VII Cuerpo. Jefe, teniente coronel Antonio Rubert. Jefe de Estado Mayor, mayor de milicias Agustín Barrios del Castillo. Cuartel general, Cabeza del Buey. Fuerzas: Divisiones 29ª (teniente coronel Fernando Monasterio, brigadas 25ª, 46ª y 109ª), 36ª (teniente coronel Gómez Palacios, brigadas 47ª, 113ª y 114ª) y 37ª (teniente coronel Sánchez Cabezudo, brigadas 20ª, 91ª y 148ª).
  • VIII Cuerpo de Ejército. Jefe, teniente coronel Manuel Márquez. Jefe de Estado Mayor, mayor de milicias Copérnico Ballester. Cuartel General, Pozoblanco [Córdoba]. Unidades: División 38ª (mayor Ruiz García Quijada, brigadas 88ª, 103ª y 115ª) y 63ª (mayor Frías, brigadas 86ª, 88ª bis y 114ª).
  • Reservas y otras fuerzas: 68ª División (mayor López Mejías, brigadas 189ª, 190ª y 191ª), 12ª Brigada de Asalto, 5º Regimiento de Caballería, dos batallones de ametralladoras (uno del VII Cuerpo y otro del XX Cuerpo, que combatía en Levante), un Batallón disciplinario, uno de Guerrilleros (por lo menos con 200 hombres), tres grupos y una batería como Artillería del VII Cuerpo y cuatro grupos y dos baterías como Artillería del VIII.

De estas fuerzas la 36ª División defendía la línea del Tajo hasta el Puente del Arzobispo. A partir de aquí figuraba la 29ª hasta el Guadiana, con las brigadas 46ª y 109ª de Norte a Sur, separadas por Puerto Llano. En este frente estaban intercaladas tres compañías de ametralladoras y un escuadrón, todos de la reserva de Ejército. En cuanto a la Brigada divisionaria 25ª se encontraba a retaguardia.

A continuación de la División 29ª, figuraba la 37ª, con las brigadas 20ª y 91ª, situadas en el fondo de la bolsa de Mérida, desde Medellín a Higuera de la Serena, y la 12ª de Asalto (sacada de la reserva de Ejército), al Oeste de la margen izquierda del Zújar superior. La Brigada divisionaria 148ª se encontraba en reserva.

Luego aparecía el VIII Cuerpo de Ejército, con la 103ª Brigada de la 38ª División, en la margen derecha del mismo río. A continuación, las otras brigadas divisionarias, a 88ª y la 115ª, y luego la 63ª División, que se extendía hasta el río Yeguas, afluente del Guadalquivir, donde se establecía el enlace con el Ejército de Andalucía.

¿Cuál era la organización, disciplina y espíritu de estas fuerzas? Anteriormente y en diversas ocasiones hemos tocado estos puntos, creyendo oportuno agregar aquí algo de lo que dice un documento, al parecer redactado por Linares Aranzabe. Entre otras cosas señala: “Las fuerzas de este Ejército han hecho una continua vida de trincheras, no han conocido el relevo y mucho menos el permiso”. El aislamiento de las unidades, esparcidas por todo el frente, dificultaba en grado sumo la instrucción de especialistas. “Por otra parte -seguía Linares- la gente experimentada de los batallones iba disminuyendo progresivamente”, mientras que “los mandos no estaban completos”. Y en el armamento había escasez de morteros, antitanques y artillería antiaérea.

Los frentes de los Cuerpos de Ejército VII y VIII eran de 388 y 170 kilómetros, respectivamente.

El paso del Guadiana

Vehículos motorizados atravesando el vado fluvial sobre unos pontones improvisados.

En la operación proyectada era un episodio importante el paso del Guadiana, y aun el de varios afluentes suyos, bien que en esta época del año el caudal de todos ellos estuviese sensiblemente mermado.

El Estado Mayor del general Múgica llevó a cabo, a este respecto, un estudio en relación con la viabilidad del paso de dichos cursos de agua, muy interesante.

Según se ve en él, salvo el Guadiana, todos los otros ríos podían ser vadeados por varios puntos, incluso con carros. Y aunque las carreteras fuesen escasas, los caminos eran muchos y en general no suponían un obstáculo para el avance. La frase “transitable para toda clase de vehículos”, en relación con dichos caminos, era muy repetida.

Referente al Guadiana decía el estudio referido: “Es naturalmente el obstáculo más importante que tiene este frente, pero tiene también numerosos vados, que en esta época no ofrecen ningún peligro”. Los más indicados para las fuerzas que tenían que seguir la dirección Norte-Sur eran los llamados de Juntas y Chicarro, junto al camino de Rena a Villanueva de la Serena; el de Cabanillas, dos kilómetros aguas y por el que pasaba un camino de Rena a Don Benito; y el de Aceña, cruzado por el camino que iba a Don Benito desde Miajadas. Hacia el Este, eran de destacar el vado situado frente al Molino del Trompeta, dos kilómetros y medio al Este del vértice Tamborrio, y luego, el de la Casa del Molino en el meridiano de Madrigalejo.

Había cuatro pasos de barca: el correspondiente al camino vecinal de Navalvillar de Pela a Talarrubias, el camino de Orellana la Vieja a Campanario, el situado a dos kilómetros al Este del vértice Tamborrio y el de detrás del cerro de Aceuchal. Hablando de los dos primeros se decía: “Estas barcas pueden ser utilizadas para el transporte de elementos de gran peso”.

Queda por tratar el capítulo más importante en el paso de un río: los puentes.

En el ferrocarril en construcción de Guadalupe a Villanueva de la Serena estaba terminada su explanación, que podría ser utilizada como pista, y también tres puentes: uno sobre el río Ruecas, al Norte de Madrigalejo, que no interesaba por encontrarse en plena retaguardia nacional, otro, el del Gargáligas, dos kilómetros al Este de Rena, y el tercero sobre el Guadiana, al Sur del pueblo; estos últimos de futura gran utilidad si no eran destruidos por las fuerzas que se replegaran ante el avance de los batallones nacionales.

En cuanto a los puentes carreteros, se conservaba el de la carretera de Rena a Villanueva sobre el Ruecas, pero no el que salvaba el Guadiana y que había sido volado. El enemigo había desviado dicha carretera haciéndola pasar por el puente del ferrocarril.

Vísperas

La doble acción que el mando nacional preparaba no cogió de sorpresa al coronel Burillo ni a sus subordinados.

El 15 de julio el Boletín de Información del Ejército de Extremadura recogía rumores no confirmados de concentraciones de fuerzas en Zorita y Trujillo, agregándose que debía extremarse la vigilancia por “el sector de Cáceres y extremeño, donde el enemigo tiene concentradas fuerzas en los pueblos próximos a la línea”.

El 16 se acusa actividad general por carreteras y caminos y se dice como resumen de la información: “El enemigo concentra fuerzas en el sector extremeño, lo que hace temer una acción ofensiva por este frente, de la cual han oído hablar los evadidos llegados últimamente”.

El 17 la conclusión informativa es la siguiente: “Ante la intensa circulación observada, las frecuentes caravanas trasladando fuerzas y los rumores que los evadidos declaran haber oído, es de esperar una acción ofensiva del enemigo en las 48 horas próximas”.

La conclusión del día 18 está en perfecta consonancia con la realidad y señala: “Por evadidos se sabe que el enemigo tiene intenciones de atacar con propósito de ocupar Navalvillar de Pela y Villanueva de la Serena, llegando a extender el movimiento ofensivo hasta Don Benito”.

Acorde con esta información se dieron varias órdenes y directivas, y la del día 14 de julio encomendaba la mejor reorganización de las fuerzas y el reforzamiento de las reservas. Al parecer se completó la plantilla de todas las unidades y la organización de las terceras brigadas en las divisiones que sólo tenían dos.

Un plan de destrucciones preparado de antemano era muy extenso, con 95 en el terreno del VII Cuerpo y 56 en el del VIII; comprendiéndose aquí puentes, terraplenes, túneles, cruces de vías, estaciones de ferrocarril, “eses de caminos”, etc.

Emblema de la 102ª División del Ejército del Sur sublevado.

Víspera de la operación, las fuerzas nacionales se fueron acercando o situando en sus bases de partida, convenientemente. En el Ejército de Queipo de Llano, la 122ª División y las fuerzas de la 24ª, vivaqueaban al Sur de la Sierra del Torozo; la 102ª, al Suroeste de Monterrubio, en la carretera de esta localidad a Peraleda; la 112ª, en la comarca de Peraleda; la Brigada de la 60ª División entre la Sierra de Mesegara y Los Blázquez, y la Brigada de Caballería, bajo la Sierra de Mesegara. En el Ejército de Saliquet la Brigada de Caballería se situó al Sur de Logrosán y las Divisiones 11ª y 74ª a ambos lados de la carretera de Zorita a Madrigalejo.

El mes de julio había ofrecido quince primeros días de paralización total en los frentes andaluz y extremeño. Sólo el 16, la División 31ª (nacional) ocupaba mediante un hábil golpe de mano una posición del sector cordobés de Montoro, posición que sufriría luego varios contraataques los días 18 y 19.

El tiempo era calurosísimo, con fuertes vendavales de tierra y polvo.

La operación

Día 19. Ataque previo distractivo

Croquis que indica la ofensiva final del Ejército sublevado. Servicio Histórico Militar.

La operación principal fue precedida de un ataque por el Puente del Arzobispo [Toledo] el día 19, que tenía por objeto, sin duda, sembrar la confusión en el enemigo, hacer que distrajese hacia la zona afectada algunas de sus unidades y mejorar el despliegue propio con vistas a avances futuros e importantes.

En este ataque tomaron parte cuatro batallones de la División 107ª, cuatro de la 16ª y cinco baterías de diversas unidades, al mando conjunto del coronel Miguel Sanz de la Garza. Se llevó a cabo al amanecer del día 19, ocupándose sin dificultad los pueblos de Azután y Navalmoralejo y la loma de Fuentelapio. El enemigo huyó sorprendido.

Burillo temiendo que fuese esta la operación principal, decidió enviar allí parte de la 25ª Brigada, que sin embargo no se movió, el Batallón disciplinario, 200 guerrilleros y un escuadrón de armas automáticas.

Día 20. Múltiple rotura del frente

Una columna formada por fuerzas de la 74ª División, al mando del teniente coronel Villalba Rubio[4] rompe espectacularmente la línea enemiga frente a la llamada Casa de la Rana, al Este de Madrigalejo, ocupando luego el vértice Gorbea, próximo al río Cubilar, que cruza a la tarde, llegando hasta el río Gargáligas, del que tiene que retirarse al provocar el enemigo un incendio en la vegetación situada entre ambos cursos de agua[5].

Mientras, la Caballería, por la izquierda, ocupa el amplio macizo de Las Talarrubias, llegando en un impresionante avance de 10 kilómetros hasta la Casa del Fraile, en el río Gargáligas.

Por la derecha de la 74ª División, la 1ª Brigada de la 11ª División (teniente coronel González Rojas) rompe el frente por el paso del río Ruecas, al Este de Madrigalejo, envolviendo las líneas de resistencia enemigas, ocupando el vértice La Mata y, tras el cruce del Gargáligas, el pueblo de Acedera y el vértice Jaroso, ya en las estribaciones de la sierra de Pela. El diario de la División [11ª] señala: “Quedando el enemigo tan desmoralizado que apenas opondrá resistencia al día siguiente”.

De la División 19ª actúan dos batallones (el 5º de Árgel y 185º de La Victoria), ocupándose la Casa de Torrevirote y la parte inmediata del bosque en que aquella se encuentra, y el puente de la carretera sobre el río Ruecas, impidiendo su voladura, ya preparada. También se gana el pueblo de Rena.

En el Sector de El Puente del Arzobispo se alcanza el vértice Tejoneras.

Si efectiva es la rotura del frente del Ejército del Centro no es menor la que lleva a cabo el Ejército del Sur. La División 122ª, protegida a la derecha por fuerzas de la 24ª y a la izquierda por otras de la 102ª, ocupa sucesivamente tras líneas de fortificaciones, cruza el Zújar y llega a una línea definida por la Casa de Mataborrachas, loma Berciales, vértices Sijuela y Picuda y lomas de Saucea y Morrillo del Cuervo, avanzando sobre el Puerto de los Vuelos.

El calor es asfixiante, continuando los vendavales de polvo. El diario de operaciones de la 11ª División, después de hablar de las elevadísimas temperaturas del día 20, puntualiza que causaron el 50 % de las bajas, y que la falta de medios hizo que se condujera por hombres el material de ametralladoras y morteros.

Consecuencias. La División “Zújar”

Al terminar la jornada, la impresión de Burillo es sumamente pesimista. Prevé el cierre de la bolsa y decide fortificar, “caso de no poder detener al enemigo”, marcando tres líneas que defiendan la dirección Puebla de Alcocer-Almorchón-Belalcázar. Decide igualmente constituir una División independiente de los Cuerpos de Ejército -que sea reserva de su Ejército- con el mando en Almorchón y la misión de defender a toda costa su nudo ferroviario y detener la penetración enemiga por el valle del Zújar. Se llamará por eso División “Zújar” y estará a las órdenes de Sánchez Carmona, el cual contará como fuerzas con las Brigadas de reserva 25ª y 12ª de Asalto, un Regimiento de Caballería, un llamado “Batallón de Combate” (Disciplinario) del VIII Cuerpo, una compañía de tanques, otra de autos blindados, un tren blindado, un grupo de Artillería procedente de la 37ª División y ocasionalmente unos batallones de la 148ª Brigada, que se encuentran en su zona de acción.

Burillo pide, además, a Miaja el envío de Artillería.

Día 21. Paso del Guadiana

Legionario de Primera con fusil ametrallador.

La 74ª División cruza los ríos Cubilar y Gargáligas, ganando las alturas que dominan por el Oeste Navalvillar de Pela, localidad que es a su vez rebasada por el Este, quedando luego ocupada. Otras fuerzas se apoderan de las alturas al Noroeste de la Sierra de Pela, en tanto que los batallones afectos a la Caballería se establecen en una serie de posiciones a lo largo de la carretera de Villanueva a Guadalupe. Abatida en gran parte la resistencia enemiga se ocupa el resto de la Sierra de Pela, con el vértice Repica, llegando a la orilla derecha del Guadiana. El avance de 22 kilómetros ha sido impresionante.

La Caballería, flanqueando por la izquierda el avance de la 74ª, llega al vértice Noguer, que rebasa, cortando la carretera de Casas de Don Pedro.

Por su parte, la 11ª División se apodera del vértice Mesas Altas, loma El Bohonal y luego de las Orellanas, efectuando reconocimientos al Sur del Guadiana y explorando los caminos que conducen a Villanueva de la Serena. Por la noche cruzan el río dos batallones por varios vados.

En el Ejército del Sur entra en línea la 112ª División y se rechazan varios ataques a las posiciones conquistadas ante el Puerto de los Vuelos, que es totalmente ocupado por la noche, progresándose ligeramente por la Sierra del Oro o de Monterrubio, conjunto de intrincadas elevaciones, aptas para toda la defensa.

A la noche de este día Burillo se dirige a los jefes de sus dos Cuerpos de Ejército, encareciendo la gravedad de la situación y la necesidad de que todos los mandos “cumplan con el deber de exigir la defensa de las posiciones a toda costa, no abandonándolas sin previa y autorizada orden de la superioridad”. Agregando seguidamente: “No puede tolerarse ni un momento más el lamentable espectáculo de ver avanzar al enemigo con el arma colgada, sin que se le ponga la menor resistencia”. Al general Miaja, jefe supremo, Burillo, pide el envío de dos brigadas.

Día 22. Ocupación de Monterrubio

La División 74ª se extiende hasta el vértice Noguer, conquistado el día anterior.

Al medio día, el general Saliquet redacta una orden en la que se señala como misión de la Agrupación de Divisiones del Guadiana “continuar su avance y establecer contacto al Sur del Zújar con las fuerzas del Ejército del Sur”. Para ello se adelantaría la línea hasta el Zújar, entre el vértice Tamborrio y la loma Mingorramos; luego se cruzaría el río en dirección al camino de Campanario a Orellana, estableciendo una cabeza de puente desde aquella loma al río Guadalefra, incluido el vértice Culebras.

La 11ª División, de la que dos batallones habían cruzado ya el Guadiana, organiza aquí una pequeña cabeza de puente.

En el Ejército del Sur se tropieza con mayores dificultades. La División 102ª, por la izquierda, se extiende por la Sierra de Monterrubio; la 112ª avanza desde la base del vértice Sijuela sobre Monterrubio de la Serena, que ocupa, después de desbordarlo por la derecha e izquierda, rebasándolo ampliamente y rechazando luego fuertes contraataques; la División 122ª, desviándose hacia la derecha, progresa profundamente alcanzando la línea definida por el vértice Herradero y el vértice Buitrera, y cortando la carretera de Castuera a Cabeza del Buey. La Caballería hace una incursión hasta el pueblo de Helechal, y las fuerzas de la División 24ª van situándose sobre las alturas de la margen izquierda del Zújar.

Problema: abandono de la bolsa. ¿Un nuevo Cuerpo de Ejército?

La situación, con la ocupación de Monterrubio y la pequeña cabeza de puente en el Guadiana, se dibuja ya dramática para el coronel Burillo.

El primer problema que se le presenta se refiere a la situación de las Brigadas 20ª y 91ª (37ª División), que se encuentran en el fondo de la bolsa, amenazadas de copo. El mayor Barrios, jefe de Estado Mayor del VII Cuerpo, es partidario de su retirada, por tener, sin duda, una más cabal imagen de la situación; pero Burillo se opone, basándose en una supervaloración de sus fuerzas y en el hecho de haber puesto el general Miaja a su disposición una serie de unidades: las Brigadas 21ª, 66ª y 81ª, las dos primeras procedentes del Centro y la tercera de Levante, más la División 68ª completa, que también viene de Levante.

Rubert, jefe del VII Cuerpo, tampoco las tiene todas consigo y por eso envía un telegrama “urgentísimo” al jefe de la 37ª División, donde se le dice: “Disponga que 20ª y 91ª Brigadas estén dispuestas para que si llegara el momento necesario efectúen repliegue hasta unirse a fuerzas del interior en ordenada retirada. El momento será determinado por este mando y si faltara el enlace podría V.S. obrar según aconsejen las circunstancias”.

Mientras tanto y con la ayuda que envía o ha enviado ya Miaja, Burillo proyecta, a la noche, constituir sobre la marcha, un nuevo Cuerpo de Ejército, que será de Maniobra, formado en un principio por cuatro divisiones: 37ª, “Zújar”, “A” y “B”, si bien luego reducirá sus pretensiones a las tres primeras. La 37ª, con base en La Coronada, estaría mandada por el mayor De Blas, con las brigadas 20ª, 91ª y 109ª; la División “Zújar”, con base en Almorchón-Benquerencia y mando de Sánchez Carmona, tendría ahora las dos brigadas 12ª de Asalto y 25ª, más la 66ª, llegada del Centro; finalmente, la “A”, con el mayor Frías como jefe y su cabecera en Belalcázar, dispondría de las brigadas 88ª bis y 148ª.

Día 23. Ocupación de Castuera

Emblema de la 19ª División sublevada. I Cuerpo de Ejército. Ejército del Centro.

La 2ª Brigada de la 11ª División nacional, se extiende sin dificultades entre los ríos Gargáligas y Guadiana, ocupando el cerro Aceuchal y el Castillo de la Encomienda, más los vértices Tamborrios, Pelado, Almendro y Cabeza Pelada. Apoyan a la 11ª División fuerzas de la 19ª; la 74ª no se mueve, iniciando parte de sus efectivos, ante la nueva maniobra que se proyecta, un desplazamiento en dirección Oeste.

A la tarde el general Saliquet da una orden, donde se señala como misión de la Agrupación Múgica: “Continuar con la máxima rapidez nuestro avance hacia el Sur del Guadiana y del Zújar, en la dirección Orellana-Campanario, y a la vez hacia los altos de Magacela, para cortar por aquí la carretera a Guareña y el ferrocarril de Don Benito”.

En el Ejército del Sur, la 112ª División, después de rechazar a la noche varios contraataques dirigidos a la recuperación de Monterrubio, avanza sobre la sierra de Benquerencia, ocupándola, así como el pueblo de ese nombre; prosiguiendo a la tarde su impetuosa marcha, se dirige ahora sobre Castuera, donde entra a las nueve y media de la noche. La 122ª División releva a la anterior en la sierra de Benquerencia y es relevada, a su vez, en parte y por la noche, por una brigada de la 60ª; y la 102ª, por la Sierra de Oro, llega a la carretera Monterrubio-Castuera, cerca de Puerto Hurraco.

Para la operación, que ya se intuye definitiva, del siguiente día, las fuerzas despliegan así, en un gran arco, de izquierda a derecha: un Regimiento de Caballería, Divisiones 102ª, 112ª y 122ª, [otros] dos Regimientos de Caballería y fuerzas de la 24ª División.

Ha sido inútil que la División “Zújar”, desde el exterior de la ya inevitable bolsa, y la División 37ª, desde el interior de la misma, se opusieran a la maniobra de la 112ª División nacional.

La pérdida de Castuera y el pesimismo de Miaja

Castuera, población de cierta entidad, era el más importante nudo de comunicaciones de toda esta comarca, tanto que su posesión por las divisiones nacionales suponía una grave dificultad para que se comunicasen entre sí las fuerzas del Ejército Popular destacadas a todo lo largo del frente.

Por eso no debe extrañarnos que Burillo dispusiera para las seis de la mañana del día 24 su reconquista desde la sierra de Benquerencia, que se ganaría previamente, a cargo de la División “Zújar”.

De este día 23 conocemos el único documento de Miaja relativo a la situación y a las operaciones que tratamos. Es una Instrucción, donde se dan algunas vagas directivas, como el señalar que las acciones del Ejército de Extremadura deben caracterizarse por “la audacia y la maniobra”, pero el documento, en su conjunto, resulta totalmente pesimista, señalando que, dadas las circunstancias, habrá que “desechar toda idea de buscar, en un dispositivo esencialmente defensivo, la detención de la maniobra iniciada”.

Día 24. Ocupación de Campanario. Cierre de la bolsa

Las fuerzas del teniente coronel Villalba (74ª División) se han concentrado alrededor del kilómetro 15 de la carretera de Villanueva de la Serena a Acedera y desde allí parte de ellas, sin encontrar resistencia, cruzan el Guadiana por el vado y paso de barca situados ligeramente al Suroeste de aquel kilómetro, y más tarde el Zújar, ocupando primeramente el vértice Jalías y luego los pueblos de Magacela y La Coronada; otras fuerzas alcanzan unas lomas que dominan por el Este Villanueva de la Serena.

La 11ª División, que al mediodía tropieza con ligeras resistencias al Sur del Zújar, cruza este río, persiguiendo al enemigo, y en un avance rapidísimo enlaza con las unidades del otro Ejército al Norte de la localidad de Campanario.

Parte de la Caballería, actuando entre las dos columnas y adelantada, ha servido de enlace entre las mismas.

Sargento de Regulares.

En el Ejército del Sur ha sido una brigada de la 112ª División la que, en una marcha impetuosa, ha llegado a Campanario. La 122ª y la Caballería continúan defendiendo el flanco derecho del avance, rechazando ataques procedentes de Cabeza del Buey. [En el diario de operaciones de la 11ª División se recoge que el día 24] “Ocupado por el Ejército del Sur el pueblo de Castuera e iniciado su avance sobre Campanario, recibe orden la [11ª] División de iniciar rápidamente el avance para efectuar en este pueblo [Campanario] el enlace con el citado Ejército [del Sur], operación que comienza al mediar el día y en la que el enemigo, replegado en días anteriores en fortificaciones al Sur del Zújar, cortando la carretera y vados de éste, opone una tenaz resistencia que fue vencida en brioso ataque, consiguiéndose el paso de este río [Zújar]; motorizadas dos unidades se continúa la persecución del enemigo, que huye desmoralizado, y en rápido avance se enlaza en Campanario con la Caballería del Ejército del Sur y momentos después con su Infantería; se cierra con ello la bolsa de la Serena y se hacen al enemigo a más del elevadísimo número de muertos, 1.070 prisioneros, recogiéndosele dos piezas de artillería, numeroso material de ametralladoras, fusiles ametralladores y de repetición. En la madrugada de este día fueron deshechos dos batallones rojos que cerrados en la bolsa intentaban escapar, haciendo prisionero al personal que escapó con vida en los desesperados ataques que, para lograr su salida, intentaron repetidas veces por diferentes lugares de este frente”.

En la misma mañana de ese día [24 de julio] se iniciaba por fuerzas de la 21ª División y de Caballería la limpieza de la bolsa que ya en aquellos momentos se estaba formando.

Al Norte, las fuerzas de Caballería y de la 19ª División han alcanzado las serranías de Navas García y Campanitas y el vértice Copo.

El copo de la bolsa de Mérida

A la mañana el teniente coronel Rubert había dicho en un telegrama: “Teniendo presente situación frente Brigadas 20ª y 91ª, en el que solo existe una ligera línea de vigilancia y vista la acumulación de elementos por el enemigo, debieran replegarse estas fuerzas a Campanario y establecer una línea apoyada en el Zújar, continuando Campanario a carretera Quintana, con lo que evitaríamos la progresión del enemigo de Castuera a Puebla [de Alcocer] y, sobre todo, salvaríamos las fuerzas antes citadas de ser atacadas por retaguardia. Así mismo se debería establecer una cabeza de puente con la 109ª Brigada en Casas de Don Pedro, para evitar la progresión por Talarrubias a Puebla de Alcocer, otra línea en Cogolludo para evitar el paso a Puebla [de Alcocer]”. La respuesta del coronel Burillo fue ésta: “En vista de su telegrama sobre repliegue de las Brigadas 20ª y 91ª apoyándose en zona Zújar, lo apruebo en todas sus partes, debiendo proceder a su inmediata ejecución”.

Pero la aprobación de Burillo a la retirada de aquellas Brigadas llega demasiado tarde. El avance ha sido mucho más rápido que el previsto, incluso para las fuerzas nacionales, pues en la orden del día 23 del general Saliquet, de la que ya se ha hecho mención, se decía: “El 26 y el 27 seguirá el avance sobre Campanario, envolviéndolo…”.

Las dos Brigadas 20ª y 91ª fueron copadas, salvo un batallón de cada una de ellas, que habían sido enviados anteriormente para defender Puerto Hurraco. También se encontraban en la bolsa dos compañías de ametralladoras y artillería, según pronto veremos.

En la madrugada del día 25 las tropas encerradas trataron de buscar una salida, atacando la línea Campanario-Zújar, siendo rechazadas y sufriendo muchas bajas. Las fuerzas de la 21ª División continuaban la limpieza de la bolsa, de Oeste a Este.

Habían quedado en aquella zona sin salida, de unos 560 kilómetros cuadrados, las importantes localidades de Don Benito y Villanueva de la Serena, aparte de las de Medellín, Mengabril, La Haba, Cruces, La Guarda, Manchita, La Garza, Quintana, Valle, Malpartida, Zalamea e Higuera, las cinco últimas “de la Serena”.

Bajas y botín

El cierre de la bolsa de Mérida. Croquis nº 13. Monografía de la guerra de España, Servicio Histórico Militar, nº 15, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1981. P. 224.

Disponemos de los suficientes documentos oficiales como para poder hablar, sobre una base fidedigna, del tributo de sangre de ambos bandos y del botín capturado.

Las bajas nacionales fueron éstas: 21ª División, 8; 24ª División, 196; 102ª División, 341; 112ª División, 63; y 122ª División, 227. Total, 535; entre ellos, 44 jefes y oficiales. El mayor número de bajas de la 102ª se debe a su difícil conquista de la Sierra de Monterrubio. No figuran en la relación las bajas de las fuerzas de Caballería.

Las bajas del Ejército Popular fueron de 6.306 hombres, entre ellos 5 jefes, 89 oficiales y 8 comisarios. Burillo dio datos sobre el estado en que quedaron algunas Brigadas: 12ª de Asalto, 1.134 hombres; 20ª, 1.552 hombres; 25ª, 630; 91ª, 1.719; 109ª, 2.127, y 148ª, 2.063.

En cuanto al botín capturado por los Ejércitos nacionales, sus partidas más importantes fueron las siguientes: fusiles, 3.588; fusiles ametralladoras y ametralladoras, 170; tanques, 10, y cañones, 18. Había, además, 19 vagones de ferrocarril, con gasolina y víveres, un depósito completo de intendencia, un parque de Automovilismo, un polvorín completo con municiones de todas clases y 14 camiones.

Reflexiones y conclusiones

La oportunidad de una operación

Las operaciones reseñadas tuvieron lugar en un momento psicológico muy oportuno. Concentrada la atención de ambas partes en el frente de Levante, donde se luchaba de modo enconadísimo para alcanzar o defender Valencia, y más aún, puesta la atención del Estado Mayor Central, de su jefe, general Rojo, y del propio ministro de Defensa, Doctor Negrín, en la proyectada operación del paso del Ebro, en la que se fraguaban las máximas esperanzas, es claro que el frente de Extremadura estaba totalmente fuera de la atención de aquéllos.

Burillo contó, en un Informe, que “el día 14 de junio se celebró en la jefatura del Grupo de Ejércitos [Madrid] una reunión de jefes de Cuerpos de Ejército, bajo la presidencia del Presidente del Consejo y Ministro de Defensa, doctor Negrín, en la que se acordó que todos los Ejércitos facilitasen al jefe de Grupo de Ejércitos cuantos elementos precisase para la defensa del Frente de Levante, y que todos estuvieron conformes en que una pulgada de terreno en Levante tenía el mismo valor que el de muchísimos kilómetros en Extremadura”.

Esta última frase posee una elocuencia que nos dispensa de mayores consideraciones. Era, pues, lógico que en Extremadura se dispusiera de los menores efectivos posibles, pero si el enemigo, que tenía igualmente puesta su máxima atención en Levante, donde se encontraban luchando a mediados de julio no menos de diecisiete Divisiones, podía independientemente concentrar en tierras de Cáceres, Badajoz y Córdoba fuerzas suficientes y capaces como para cerrar aquella “espada de Damocles” lanzada sobre la geografía nacional de guerra, no debía desaprovechar la ocasión.

La realidad demostró que la empresa era perfectamente factible. El Ejército del Sur había mejorado notablemente y ello se vio de modo clarísimo en las operaciones del anterior mes de julio en la comarca del Zújar superior. Y el Ejército nacional del Centro tenía varias Divisiones excelentes y muy experimentadas. Además, las repetidas operaciones de junio habían demostrado la debilísima calidad de las Divisiones del Ejército Popular, de sus mandos y de sus Estados Mayores.

Una victoria fácil

Emblema de la 60º División sublevada del Ejército del Sur

Unas nueve Divisiones de Infantería y Caballería arrollaron a unos efectivos muy inferiores, no solamente en número sino, sobre todo, en calidad. Ya hemos apuntado cómo el general Saliquet no esperaba el cierre de la bolsa hasta dos o tres días después.

En líneas generales las fuerzas del Ejército Popular, aun las más selectas, no estaban preparadas para reaccionar ante la audaz operación del cierre de una bolsa. No tenían los mandos sentido de la iniciativa y los soldados prácticamente sólo sabían pegarse al terreno, contraatacar e infiltrarse de noche. Pero además las Divisiones extremeñas, como las andaluzas -y más aún éstas todavía-, eran las de más baja calidad de todo aquel Ejército. De aquí que no fuesen capaces de frenar el avance de las dos fuerzas que buscaban el contacto, o de atacarlas eficazmente por los flancos del avance.

En realidad, puede decirse que no dio tiempo a nada, dada la rapidez de la maniobra, como la formación de las Divisiones que el coronel Burillo proyectó y de las que apenas nació a la vida la División “Zújar”.

Cuando Burillo pasa de juzgar a la tropa a hacerlo con los mandos, su opinión cambia radicalmente y se endurece al máximo. La situación de esos mismos mandos es calificada por él de “caótica”. En todo momento -puntualiza- “dieron prueba de incapacidad, no ocupando ninguno el lugar que le correspondía”. Y explica: “Esto es simplemente producto de la política de sectarismo y despreocupación que se ha seguido en este Ejército, en el que con harta frecuencia se han concedido ascensos a individuos que no poseían otros méritos que un desmedido afán de trabajar y velar por los intereses de su Partido”. Burillo no exceptúa aquí ni a los jefes de Cuerpos de Ejércitos.

La casi totalidad de la oficialidad procedía de las Escuelas Populares, “siendo elementos poco curtidos en la lucha, que con su cobardía han dado lugar al actual desastre, debiendo recaer sobre ellos, exclusivamente, la responsabilidad de lo ocurrido”. Y en otra ocasión agrega: “La oficialidad, en particular, es de una ineptitud manifiesta”.

Sobre todo, la 37ª División -que fue la que sufrió la peor parte- acusaba “falta de moral combativa, exceso de pesimismo y seguridad de la pérdida”, trascendiendo al Estado Mayor de Burillo “el nerviosismo y azoramiento, aumentando el número de los efectivos atacantes y dificultando mis órdenes, no obedeciéndolas”.

Algunas torpes medidas

Fuerzas de Batallón de un Regimiento de nacional recibiendo una arenga de su comandante.

El jefe de Estado Mayor, Linares Aranzabe, consideró que las más importantes decisiones en estos días fueron: la del 22 [de julio], de sacar dos unidades de las Brigadas 20ª y 91ª, semiencerradas en el fondo de la bolsa; la autorización dada el día 24 al jefe del VII Cuerpo para replegarse con sus fuerzas a la zona del Zújar, autorización que llegó demasiado tarde; y la ocupación de los puntos de paso obligados entre Campanario, Puebla de Alcocer y Cabeza del Buey por la 81ª Brigada, en tanto se procedía a reorganizar la línea en esa zona, ocupación que no pudo llevarse a cabo.

Burillo confesó que había intentado sacar de línea toda la División 29ª, sustituyéndola por los guerrilleros y el Regimiento de Caballería, pero “la acción enemiga no dio lugar a que esta idea pudiese haber llegado a término”. Entonces decidió “ir desguarneciendo frentes, que por sí carecían en absoluto de firmeza”, liberando primeramente la 148ª Brigada, después las reservas de las Brigadas 20ª y 91ª, hasta que el día 22 de la orden tajante, en vista de los acontecimientos, “de sacar de línea el mayor número posible de unidades para impedir fuesen cortadas”. Según Burillo, en la bolsa de Mérida sólo se cogió “una cantidad poco importante de fuerzas”.

Castigos

Burillo presentó muy duros cargos, pero no podía borrar un hecho: que llevaba ocho meses al frente del Ejército de Extremadura.

Aquel Ejército nunca bien estimado, formado inicialmente por un aluvión de fuerzas mediocres, se vio de pronto sometido a una prueba muy dura. No podía decir, empero, que no había recibido sobrados avisos, y el más fuerte serían las operaciones del mes anterior, junio, cuando se adelantó rápida y decididamente la línea nacional del Zújar superior.

En definitiva, Burillo se encontró en una mala postura y su reacción natural se encaminó a la privación de mandos. Antonio Rubert, jefe del VII Cuerpo, fue quien primero sufrió esta medida. Encausado, quedó al frente del Cuerpo de Ejército en teniente coronel Manuel Márquez, que mandara el VIII, siendo sustituido en éste por el mayor José Castelló Manzano, que venía de Levante, donde precisamente fuera jefe de la División llamada “Extremadura”.

Pero los relevos no terminaron aquí, llegando al propio Ejército. El general Miaja hizo con Burillo lo mismo que éste había hecho con Rubert, encausándole también y reemplazándole por el coronel Adolfo Prada Vaquero.

El mayor Sánchez Cabezudo, jefe de la 148ª Brigada, y el comisario inspector del Ejército, Jiménez Molina, sufrieron igualmente el castigo de sus destituciones.

La acción distractiva por El Puente del Arzobispo

Iniciada los días 19 y 20 [de julio] con el propósito, que en parte se consiguió, de desorientar al enemigo sobre el carácter de la maniobra general, aquellas dos pequeñas acciones demostraron la suma debilidad de las fuerzas de la 46ª Brigada situadas en este Sector.

Ya realizado el cierre de la bolsa de Mérida y estabilizada la situación de conjunto, se decidió proseguir la presión en el Sector de El Puente, con el objetivo principal de liberar la carretera que desde dicha localidad se dirigía a Guadalupe, cortada entre Villar del Pedroso y Carrascalejo en una extensión de varios kilómetros.

Se habían sufrido 432 bajas, número seguramente excesivo, haciéndose al enemigo 97 prisioneros, con 19 pasados y “gran cantidad de muertos”, y habiéndose enterrado 195 cadáveres. Quedaban destrozados dos batallones de la 46ª Brigada (29ª División).

 

[1] Estado Mayor Central del Ejército, Síntesis histórica de la Guerra de Liberación 1936-1939, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1968, Pp. 122-124.

[2] Ramón Salas Larrazabal, Historia del Ejército Popular de la República, Madrid, Editora Nacional, 1973, pp. 2063-2068.

[3] Servicio Histórico Militar, La batalla de Pozoblanco y el cierre de la bolsa de Mérida: Monografía de la guerra de España, número 15, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1981. P. 221-246.

[4] Las unidades eran las siguientes: batallones 1º de Palma, 25º de Mérida y 285º de Tenerife, tercio de Requetés de Burgos-Sangüesa, banderas de FET de Soria, 2ª de Burgos y General Mola, y tres grupos de Artillería. Dos batallones de la División -7º de San Quintín y 184º de Árgel- fueron afectados a la Columna de Caballería.

[5] El diario de la 74ª [División] dice: “El enemigo, aprovechando el tiempo reinante incendia el bosque y los sembrados situados en la mencionada orilla del río [Gargáligas], lo que obliga a nuestras fuerzas a replegarse, repasando el arroyo Cubilar, no sin experimentarse 22 bajas, que perecieron bajo el fuego”.

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