Las operaciones militares en el Frente Extremeño durante la fase terminal de ocupación (marzo-abril 1939)

La posibilidad inminente del final de la guerra civil aparece ya en los días en que las fuerzas mal llamadas nacionales ocupaban Cataluña. Ya se veía entonces el próximo e inevitable derrumbe de los otros frentes donde aún combatía el enemigo republicano, lo que empujaba a organizar adecuadamente las operaciones militares en todos aquellos territorios, también en el extremeño.

Había que preparar un verdadero ataque, se llevase o no luego a cabo, aun antes de que terminase la ocupación de Cataluña.

Esta ofensiva, que se llamaría “de la Victoria”, en realidad resultó ser una tentativa, que se anunció ya el 13 de febrero de 1939, en una nueva resolución general del propio Franco, que sentenciaba: “Destruido el Ejército rojo en Cataluña y liberados los Cuerpos de Ejército que han constituido el Ejército del Norte, he decidido llevar la acción de nuestras tropas sobre la Zona Central de España, con el objeto de destruir al enemigo”.

En el Ejército del Centro, la cabeza de puente de Toledo sería la clave de la gran maniobra, que se complementaría con otras dos “operaciones de menor radio”: una sobre Valencia y otra en Extremadura, en los sectores de Cabeza del Buey y Peñarroya, para caer luego sobre Almadén y Almodóvar del Campo en un ataque convergente.

Órdenes posteriores de los diferentes jefes militares dibujarían al detalle la gran acción bélica final de la guerra, que para el caso extremeño podemos concretarla en que, por el norte, el Cuerpo de Ejército de Toledo, al mando del general Ponte, avanzaría alcanzando los montes de Toledo y relevando a las unidades del Cuerpo del Maestrazgo del general García-Valiño allí establecidas; siendo a su vez, apoyada tal operación -por el Oeste- por la Agrupación de Divisiones Tajo-Guadiana del general Salvador Múgica Buhigas.

 

Por su parte, la misión asignada al Ejército del Sur consistiría en reducir la bolsa Belalcázar-Hinojosa del Duque, extensión del frente extremeño en la provincia de Córdoba. El desarrollo estratégico correría a cargo, principalmente, de los Cuerpos de Ejército Marroquí, al mando del general Yagüe, y de Andalucía (general Múñoz Castellanos), una División de Caballería y dos columnas ligeras: interviniendo después parte del II Cuerpo de Ejército de Extremadura (general Solans), concretamente la 21ª División al mando del coronel Luis Oliver Rubio situada en Castuera, que cubría el frente contra las fuerzas de la 68ª División republicana, cuyo cuartel general se encontraba en el pueblo de Capilla, en la provincia de Badajoz, compuesta por las Brigadas 191ª, que cubría la zona de la sierra de Torozo y tenía como objetivo defender la carretera de Cabeza del Buey a Puebla de Alcocer. Su jefe era el mayor Leandro Rodríguez Mota. La 194ª cubría la zona más occidental, desde las proximidades de Castuera hasta la altura de Campanario. Su jefe era el mayor Campos Cotero. Y la 189ª que cubría la parte central del sector, y defendía la carretera de Las Golondrinas. Su comandante era el mayor Ignacio Nuevo.

El jefe efectivo de la 68ª División ya no era el mayor López Mejías. Habían nombrado a José Frías González-Nouvelle, militar de carrera y comunista, el cual, unos días después de la sublevación del coronel Casado del 5 de marzo de 1939 en Madrid, tras los violentos sucesos acaecidos en el VII Cuerpo de Ejército extremeño ubicado en Siruela, entre los partidarios de la entrega o la resistencia a ultranza de las fuerzas, prefirió partir, en vista del cariz que estaba tomando la situación contra los jefes republicanos partidarios de esta última opción, y entonces se hizo cargo accidentalmente de la jefatura de esta División republicana el jefe de la 191ª Brigada, es decir, el mayor Rodríguez Mota.

 

Mientras tanto en Madrid, con la idea de que la situación bélica era insostenible militar y socialmente, el día 12 de marzo el Consejo de Defensa designa a los coroneles Matallana y Casado como representantes para iniciar las conversaciones con los delegados de Franco, donde se intentaría fijar las condiciones para facilitar el final de la guerra.

La Sección SIPM, el Servicio Secreto franquista, comunicó al Cuartel General del Generalísimo la disposición republicana para comenzar la entrevista, en la base aérea de Gamonal en Burgos, aunque la actitud de Franco, que el coronel Ungría, jefe del SIPM, se encargó de transmitir a Madrid, fue siempre en términos de pactar la rendición sin condiciones.

Casado, a su vez, propuso al Consejo como representantes en las conversaciones, al teniente coronel de Estado Mayor, Antonio Garijo y al mayor de Caballería Leopoldo Ortega, jefes respectivos de las secciones de Información y Operaciones en el Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Zona Centro.

El día 23 de marzo aterrizan en las instalaciones de Gamonal los representantes republicanos para mantener la primera entrevista con sus homólogos, los coroneles de Estado Mayor pertenecientes al Cuartel General del Generalísimo, Luis Gonzalo Vitoria y José Ungría Jiménez y los comandantes del mismo Cuartel, Carmelo Medrano Ezquerra y Eduardo Rodríguez Madariaga.

Debemos prestar especial atención al hecho de que durante estas conversaciones tomara parte activa José Ungría, quien fuera jefe de los Servicios Secretos y máximo responsable del aparato informativo y político que facilitó la aplicación de la “Justicia para el que no tuviese las manos manchadas con sangre”, del final de la guerra.

Estos emisarios dan conocimiento de que traen las “Normas para la rendición del Ejército enemigo y ocupación de su territorio”, dictadas por el propio Franco, una vez que comience la ofensiva de la Victoria. Aunque Garijo y Ortega dan por descontado el triunfo del Ejército nacional, expresan que, si acaeciese un desproporcionado ataque, podrían producirse reacciones desastrosas para la paz. En la circular se dice que “El enemigo vencido desea entregarse, habiéndose fijado la forma de llevarlo a cabo”. La Instrucción señalaba que la ocupación del territorio se haría “con la mayor rapidez posible, tendiendo a liberar cuanto antes las vías de penetración que han de ser utilizadas; que el día 27 de marzo se disparasen en todos los sectores del frente salvas de artillería, hecho lo cual por cada Brigada saldría un grupo de emisarios, que se encaminarán a las líneas propias, llevando los datos completos sobre la situación de las fuerzas; que las de primera línea se hallarán formadas por Brigadas, a cinco o seis kilómetros a retaguardia y sin armas; que estas armas se depositarán en edificios o lugares aislados, debidamente custodiados; que los jefes, oficiales y comisarios estarán separados de las tropas; que de cada Brigada se hará cargo una compañía del Ejército nacional”, etc., etc. Garijo que encuentra difícil el cumplimiento de las normas, por su parte, trae un plan de entrega del territorio por etapas y por zonas.

Tras la primera conversación, pensando en la posible evacuación, Casado había elaborado con el coronel Matallana un plan para retirar el Ejército del Centro del frente de Madrid, marchando luego todas las fuerzas y la población civil que lo deseara, escalonadamente, hacia los puertos de Levante.

Durante la segunda entrevista en Gamonal, llevada a efecto el día 25 de marzo, al entender los representantes franquistas que se eludía el concretar la aceptación de las normas que se habían dado en la reunión anterior, y además se insistía en la entrega por zonas y ritmo lento que habían propuesto los republicanos anteriormente y que es lo que no estaban dispuestos a admitir, se deshicieron las negociaciones, la víspera del día que se había fijado para romper el frente enemigo.

 

Desde Madrid, el Consejo, por medio de un último mensaje, la misma mañana en que se inicia la acometida militar, intenta detener la inminente ofensiva franquista, que ya había comenzado con la orden de avanzar en la madrugada del domingo día 26 de marzo, cuando ya estaba roto el frente por el sector extremeño de Cabeza del Buey y el andaluz de Peñarroya, ante lo cual responden: “Ante inminencia del movimiento de avance en varios puntos de los frentes, en algunos de ellos imposible ya de aplazar, aconseja que las fuerzas rojas en línea ante las preparaciones de artillería o aviación saquen bandera blanca, aprovechando la breve pausa que se hará, para enviar rehenes con igual bandera, con el objetivo de entregarse, utilizando en todo lo posible instrucciones dadas para la entrega espontánea”.

En el Cuartel General de la 68ª División republicana que defendía el sector, situado en la localidad de Capilla, por aquel entonces Partido Judicial de Puebla de Alcocer, comarca actual de La Siberia, el mismo día 25 a través de las ondas de “Radio Paris” que escuchaban, supieron que las gestiones de Casado no habían tenido éxito, no solo no había garantías para los vencidos, sino que Franco no aceptaba una entrega honrosa.

La orden oficial de sus superiores llegó a la División, pocas horas después, comunicándoles que se tenían noticias de que el enemigo preparaba un ataque para el día 26 por el sector de Pozoblanco, a la izquierda del frente que defendían ellos.

Con el fin de evitar víctimas ya inútiles entre los hombres de la Gran Unidad, al oír el primer cañonazo, debían abandonar el frente sin ofrecer resistencia, replegándose ordenadamente en dirección a Siruela, Cuartel General del VII Cuerpo de Ejército, a treinta kilómetros de Capilla, donde recibirían nuevas instrucciones.

El primer cañonazo había sonado en las primeras horas de la mañana. Los tiros iban a retaguardia de las trincheras, pues por algo el ataque era fingido. Quienes disparaban eran las baterías del 1er Regimiento de la 21ª División sublevada, al mando del teniente coronel Julio Almansa Díaz, cuyo puesto de mando, se encontraba en el kilómetro 4 de la carretera Navalpino-Castuera. Una vez en retirada las tropas, el cañoneo siguió tras ellas a una distancia prudencial. Cuando los responsables de organizar el retroceso estuvieron seguros de que todo el frente se replegaba en orden, emprendieron también la marcha a pie rumbo a Siruela. Era ya de noche, segunda noche que pasaban sin dormir. Treinta kilómetros que no resultaron muy amenos.

En el Cuartel General de Siruela no quedaba más representante del Cuerpo de Ejército que el jefe de operaciones, que trasladó a los encargados del mando de la División la orden de la Superioridad, para que a su vez la transmitiera a todas sus unidades. Escrita y sellada, indicaba que deberían continuar el repliegue hasta concentrarse en Piedrabuena (Ciudad Real).

Diez mil hombres esperaban la decisión de los oficiales del Estado Mayor que, por iniciativa de su jefe de operaciones, el capitán Elisardo Penas García, convocaron enseguida un consejo, con veinte rostros sombríos y desmoralizados, que acordó que como no había posibilidades de salvación, tendrían más garantías si se entregaban voluntaria y colectivamente, rindiendo la División entera, con los jefes al frente. Pero aún faltaban por llegar a la reunión los comandantes de Brigada y Batallón, que plantearon y decidieron que nada de rendiciones. Por lo que organizaron una evacuación de los jefes y oficiales más comprometidos, junto con algunas mujeres, en tres camiones disponibles, y el resto cada cual que se aplicase el ¡sálvese quien pueda! Casi todos cayeron prisioneros poco después y muchos acabaron en campos de concentración.

Mientras tanto, el 27 de marzo, la 21ª División franquista al completo, avanzó todo el frente, alcanzando la línea del río Zújar. Tomando como base de partida el frente entre Campanario y Gamonital, se desplegó sobre todo el área sin ninguna resistencia.

 

El 28 de marzo, la 4ª Bandera de Falange de Badajoz al mando de su comandante Ignacio Múñoz Aycuens, ocupa la localidad de Capilla, donde permanecerá hasta final de abril. El 13º Batallón de Castilla se apoderó del cercano pueblo de Zarza-Capilla, también este mismo día. El día 29 de marzo se completa el movimiento del día anterior, trasladándose el 8º Batallón de Cádiz a Peñalsordo. La Sierra de Torozo y las poblaciones de Peñalsordo y Zarza-Capilla, ya habían sido tomadas por las fuerzas franquistas en agosto de 1938, durante las operaciones del cierre de la bolsa de la Serena, pero con la contraofensiva republicana de finales de ese mes, volvieron a manos de las fuerzas leales, hasta el final de la guerra, junto con casi toda la llanura que se extiende al oeste de esas poblaciones hasta las proximidades de Castuera y Campanario. Los bombardeos franquistas de aquel mismo mes sobre Peñalsordo y Zarza-Capilla, habían dejado estas poblaciones prácticamente destruidas. Muchas veces los soldados sacaban leña de sus ruinas porque sus casas ya no necesitaban sus vigas ni puertas.

 

Las fuerzas del Ejército del Centro sublevado, durante su avance desde el Sur para aislar a su adversario situado en la zona “Madrid-Sierra” se apoyaban por el Oeste, con la Agrupación Tajo-Guadiana formada a finales del mes de marzo, por las Divisiones 19ª y 107ª (coroneles Puente y Santa Pau). Los tres regimientos de la 19ª División estaban enclavados a lo largo de las posiciones de la margen derecha del río Guadiana desde el 10 de agosto de 1938. Colocados de norte a sur, el 3er Regimiento, emplazado en Campillo de la Jara, cubría el subsector desplegado en la provincia de Toledo, que de cara a la presente explicación no nos interesa de la misma manera por salir fuera de nuestro ámbito geográfico. Van a ser los dos primeros, los responsables de la toma de las últimas poblaciones extremeñas al final de la guerra, localizadas la gran mayoría en la comarca actual de La Siberia, tanto en la zona de los montes como en su llanura, en el noreste de Badajoz. Pueblos adscritos en 1939 a los partidos judiciales de Puebla de Alcocer y Herrera del Duque.

Todavía el día 3 de marzo de 1939, una partida de infiltrados republicanos, provistos de bombas de mano y subfusiles, había intentado un golpe de mano sobre el pueblo de Valdecaballeros, que fue rechazado, y que, seguramente, fue el último episodio bélico acometido por fuerzas leales contra el enemigo en todo aquel frente. Este amplio subsector centro del despliegue divisionario sublevado, lo cubría el 2º Regimiento al mando del teniente coronel Francisco Adame Triana, y tenía su puesto de mando en el Pinar de la Romana, lugar cercano a la población de Cañamero, provincia de Cáceres, cuyo terreno montañoso era defendido por una red de centros de resistencia con máquinas y fusiles ametralladores.

 

El subsector sur franquista en territorio pacense, con una orografía más llana, se encontraba protegido por el 1er Regimiento; sus fuerzas las lideraba el teniente coronel José Calderón Goñi. Tras la caída del frente enemigo, la noche del 27 al 28 de marzo, se presentaron en sus líneas, tres oficiales rojos que fueron trasladados a su puesto de mando que se hallaba en la localidad de Casas de Don Pedro, los cuales manifestaron que la 109ª Brigada Mixta, a la que pertenecían, se rendía. Inmediatamente, uno de los citados oficiales, marchó a Talarrubias, donde hasta entonces había estado el cuartel general de la unidad, con orden de que dicha Brigada al completo, se trasladara hasta la ribera del Guadiana, el cual vadearía, dejando el armamento e impedimenta en la orilla republicana. El día 28, mientras llovía, se dirigieron al lugar convenido, cruzaron el río por la vaguada menos profunda, con el agua al cuello, las maletas sobre la cabeza, pues, la barcaza que debía estar, había sido volada. Así durante los últimos quince kilómetros que separaban ambas localidades, los 4.000 prisioneros, siempre bajo la lluvia, fueron llevados al Campo de Concentración de Zaldívar, donde quedaron convenientemente custodiados.

Ese mismo día, otras fuerzas de la 81º Brigada Mixta, también se rindieron a los homdres del 185º Batallón del Regimiento La Victoria, mandado por el comandante Antonio Rivera Alted; estos prisioneros atravesaron el Guadiana frente al Valle de Casarente, en la zona de Valdecaballeros, siendo custodiados también hasta el Campo de Concentración de Zaldívar.

Habíamos señalado anteriormente, la posición táctica y el objetivo de las brigadas que formaban la 68ª División gubernamental que durante la rotura del frente del Ejército del Sur nacional se hundieron en el sector de Cabeza del Buey. Junto con esta última Gran unidad, formaban parte del VII Cuerpo extremeño, cuyo jefe era el teniente coronel Martín Calvo, también la 37ª que, durante los últimos días, fue dirigida por el mayor Olegario Pachón, y la 41ª División con el Cuartel General en Herrera del Duque, mayor Damián Fernández, que defendían el frente contra el Ejército del Centro sublevado. La primera de ellas, la integraban la comentada 109ª Brigada, a las órdenes del mayor Juan Guijarro Iniesta y la 20ª (mayor Gabriel Pareja), y la segunda de las divisiones citadas, la constituían la 66ª Brigada Mixta (mayor José del Rey Hernández), la ya citada 81ª (mayor Felipe Figueres) y la 91ª.

La zona de los montes de la comarca extremeña de La Siberia que protegían las brigadas republicanas de este Cuerpo de Ejército, como ya se ha dicho, estaba cubierta por fuerzas enemigas divisionarias del 2º Regimiento, siendo estas, el 6º Batallón América, al mando de Fernando Prada Canillas, la 4ª Bandera de Falange de Cáceres, de Bernardo Gómez Arroyo y el 505º Batallón San Marcial, capitaneado por Luis Martí Rufilanchas. Más al sur de este espacio, se encontraba el 1er Regimiento, constituido por unidades del 5º Batallón Argel, conducido por el comandante Francisco Jarque Amador, la 3ª Bandera de Falange de Cáceres dirigida por Fernando Fernández de Liencres y el 185º Batallón de la Victoria, por su jefe Antonio Rivera Alted.

 

Producido el derrumbamiento, unidades de este último Regimiento, el día 29 de marzo emprenden la marcha desde Casas de Don Pedro, vadean el Guadiana y sin resistencia ocupan el pueblo de Talarrubias, adonde la plana mayor del mismo se traslada, rindiéndose el enemigo que encontró a su paso, y constituyéndose su oficial superior como jefe de la Comandancia Militar, organizando los servicios y normalizando la vida local.

El día 30, prosiguió su avance el 5º Batallón Argel, atravesando a pie varios arroyos hasta llegar a la localidad de Garbayuela que quedó tomada sin resistencia por parte del adversario, procediéndose a su desarme y a la confiscación de todo el material que tenía en su poder, nombrando comandante militar al teniente José Rodríguez Palomino. El 261º Batallón de Cazadores de Ceuta, al mando de su jefe, Humberto García Alonso, continuó su expansión hasta los términos de Baterno y Tamurejo y el 185º Batallón de la Victoria, hizo lo propio en Siruela, Sancti-Spiritus y Risco, donde en la primera de ellas, la unidad militar se encargó de la escolta y custodia del Campo de Concentración, y en la que se quedó encauzando la vida ordinaria como comandante militar, el capitán Pedro García Rielves.

Normalmente el modus operandi de las ocupaciones en los municipios, comenzaba con un paseo militar de una pequeña columna, que recorría el territorio asignado a la Gran Unidad, recogiendo el armamento abandonado o en poder de sus habitantes, identificando a los jefes, oficiales, suboficiales y soldados enemigos desmovilizados, enviándolos a los campos de concentración. Se hacían con los depósitos de materiales, víveres, vestuario, etc., que custodiaban, para así evitar incautaciones y requisas.

Proponían a los jefes de las Divisiones nacionales, que eran los que poseían la totalidad del mando y la jurisdicción sobre toda la demarcación que se le había señalado, los nombres de las personas que consideraban aptas ideológicamente, para constituir las comisiones gestoras de cada uno de los pueblos donde aún no habían sido designadas. Estas operaciones de ocupación eran efectuadas exclusivamente por las tropas peninsulares, y estaban vedadas a las africanas, que quedaban como reserva en vivacs alejadas de las poblaciones. La Dirección de los Servicios de Etapas, era quien nombraba al comandante militar en la localidad liberada, y el jefe de la División de quien dependía su jurisdicción, debía procurar facilitar la labor de aquel.

El número de prisioneros hechos por las fuerzas en los tres últimos días rebasaba ya la cifra de 8.000, pertenecientes a las 20ª, 81ª y 109ª Brigadas Mixtas y al VII Cuerpo de Ejército de Extremadura, que además de conducirlos al Campo de Zaldívar, como ya se ha indicado, serían repartidos con el que se estaba organizando en Siruela.

El 261º Batallón tras atravesar el río Guadiana en unión del 185º Batallón, continuó con su despliegue militar tomando Puebla de Alcocer, Esparragosa de Lares y Galizuela, enlazando con las posiciones que el Ejército del Sur dominaba, en la confluencia de dicho río con el Zújar. Por último, el 2 de abril, al pueblo de Garlitos, pasó una compañía del 261º.

 

Por su parte el 2º Regimiento que tenía asignado el subsector centro, más o menos coincidente con el territorio de los montes en la misma comarca, y cuyos municipios correspondían en su totalidad al partido judicial de Herrera del Duque, a la seis de la mañana del día 29 de marzo, también lanzan sus unidades desde la base de partida de sus posiciones en la Cabeza de puente del río Guadalupejo, obedeciendo la Orden General de Ocupación nº 1 de la propia División.

Al 6º Batallón América, se le designó como objetivo, Herrera del Duque, corriendo a su cargo la limpieza y clasificación de elementos del Ejército enemigo. La misión de la 4ª Bandera de Falange de Cáceres fue la conquista del pueblo de Castilblanco, que una vez alcanzado por la mañana, dejó una compañía en el lugar, marchando, el resto del Batallón al mediodía, a Palacio de Cíjara, siguiendo la carretera que en el cruce del paso de la barca conducía a Talavera de la Reina. El núcleo más numeroso de presentados, en este sector, se cogió en Herrera del Duque, hasta donde también había hecho adelantar el Regimiento su puesto de mando, haciendo un total de 2.030 prisioneros correspondientes a distintas unidades republicanas que estaban allí concentradas para su rendición y entrega, siendo el número recogido en Castilblanco de 35, aunque la cantidad era variable porque aumentaba por momentos.

El día 30 de marzo continuaron las operaciones ordenadas por el Estado Mayor, hasta ocupar los objetivos que aún restaban. El 505º Batallón San Marcial se apoderó de Fuenlabrada de los Montes, donde cayeron presos 289 milicianos, entre ellos varios sargentos y oficiales. La 4ª Bandera de Falange de Cáceres, saliendo de Palacio de Cíjara tomó Villarta de los Montes, apresando a 62 milicianos, 11 guardias de Asalto y 13 guardias urbanos. Tras seguir escalonadamente el orden de maniobra de las fuerzas, el 1er Batallón Mixto de Ametralladoras nº 7, atendió los servicios de vigilancia, policía y clasificación de presentados, y una sección del mismo, se destacó para ocupar el pueblo de Peloche, en donde no quedaba ninguna fracción ni individuo del ejército, haciéndose cargo y  asegurando las comunicaciones y la recogida de diverso material, ya que en dicho lugar había estado apostada una batería republicana del VII Cuerpo de Ejército, por lo que incautó, tres piezas de artillería de montaña del 6´5 y un pequeño depósito de munición de diversos calibres con proyectiles. Por último, una compañía del 2º Batallón Mixto Toledo, encabezado por el teniente Lucio Sierra Torres, llegó a Helechosa de los Montes donde se les entregó una sección de Guardias de Asalto, con un total de 26 individuos, recogiendo 2 cañones del 10´7 sin cierre, 100 proyectiles del 10’7, 3 escobillones de cañón, 6 cajas de espoletas del mismo calibre, 42 fusiles de varios tipos y 2 discos de fusil-ametrallador.

 

Las fuerzas del subsector sur del primer regimiento del teniente coronel José Calderón, siguiendo las instrucciones sobre prisioneros de la Agrupación de Divisiones Tajo-Guadiana, habían conducido con escoltas a miles de hombres, hasta  las inmediaciones de Casas de Don Pedro, donde en el cortijo llamado Casa Zaldívar habían acondicionado un Campo de Concentración provisional que tenía como objeto primordial, “ante la imposibilidad de evacuar con la rapidez debida, los cautivos hasta los centros de reunión, por el extraordinario número de aquellos, servir como escalón intermedio entre los puestos de mando de los regimientos y el centro de reunión, en el que al propio tiempo que se llevaban a cabo el cumplimiento de misiones que no admitían demora, se hacía posible una mayor permanencia de los prisioneros y presentados”. Con este fin, llegaron a aquel amplio caserío rodeado de una alambrada espinosa que lo circundaba a lo largo de cantidad de metros. Penetraron en el recinto, por una entrada vigilada por unos soldados que portaban un brazalete en el brazo derecho que decía: “Policía”. Este grupo lo constituían, el jefe, un alto y espigado teniente, siempre con una porra en su mano derecha, que paseaba su figura uniformada con relucientes polainas y zapatos, volteando constantemente su porra, que no hablaba para nada. De ello se encargaban doce soldados, gallegos todos ellos, que transmitían las órdenes.

La identidad de esta unidad, la encontramos reflejada en el matasello de una de las cartas de un prisionero que, ya no salió vivo de allí, envió a su familia: “Regimiento de Infantería la Victoria nº 28, Batallón 338º, 4ª compañía. No fue difícil encontrar el nombre del oficial jefe de aquel campo de concentración hasta su clausura el 26 de abril de 1939, Lamberto López Elías. Tanto la unidad como este oficial, prestaban servicio a las órdenes del capitán Manuel Navarro Manzanares, jefe del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) del Sector C-10, cuya comandancia se encontraba en la localidad de Trujillo.

El 30 de noviembre de 1937 Franco había promulgado la Orden Reservada a los Ejércitos de Operaciones, modificando y ampliando los cometidos del referido Servicio de Información Militar. Con ella, se creaba una Sección del SIPM, cerca de cada Cuartel General de las Grandes Unidades sublevadas. De ésta última, dependerán las Jefaturas de Policía Militar de Sector de Vanguardia, como la de nuestro caso. Pero no es hasta marzo de 1938, cuando se ordenó poner en marcha la organización de la nueva estructura y distribución de este servicio secreto, y en lo que le concernió a la Sección SIPM de Ejército del Centro, su zona de acción fue dividida en diez Sectores con sus correspondientes Comandancias, la última de las cuales, al caer los frentes republicanos, ejerció su jurisdicción sobre las localidades de los partidos judiciales de Herrera del Duque y Puebla de Alcocer, objeto de nuestro estudio. Además, el Sector C-10 al que correspondían estas fuerzas, era el límite de la zona de vanguardia, a partir del cual comenzaba a hacerse contacto con la Sección SIPM del Ejército del Sur para todo lo concerniente al control y ocupación del territorio y su población.

Los agentes del SIPM destinados en el Campo de Zaldívar, tenían sus ficheros completos allí mismo, según les manifestaron los propios guardianes a los confinados. Por ello, tan pronto como llegaron comenzó la selección. A todos los jefes y oficiales apresados, se les obligó a suscribir una ficha, y se les conminó a que cada uno dijera su empleo y cargos, y expusiera la actividad de los demás que conociera. También se les llamó a todos los soldados, y la Junta Clasificadora les preguntó los mismos datos y la actividad de sus mandos.

La misión de la policía del SIPM era el espionaje, contraespionaje, el Orden público en la zona de vanguardia y la información general, eran los conocedores de los antecedentes político-sociales de los vecinos y los que podían orientar sobre la conveniencia o no de facilitar pasaportes y salvoconductos, así como averiguar los que habían desempeñado cargos políticos para la República o habían sido autores de hechos delictivos.

Por eso su presencia en estos Campos provisionales de Vanguardia, subordinados a la máxima autoridad del Sector, el jefe de la División, cuya labor de policía había de tener todavía “carácter militar”, estableciéndose para ello el fuero de guerra, si al prisionero se le deducían e imputaban gravísimas responsabilidades para la necesaria ejemplaridad de las sanciones, donde no era obligatorio el inicio de la instrucción de un procedimiento judicial, era tan significativa; estos centros servían de escalones intermedios, donde se llevaban a cabo el cumplimiento de misiones que no admitían demora; había que encontrar a los rojos con evidencias de tener las manos manchadas de sangre, antes de trasladarlos a los Campos de retaguardia, donde tanto, a la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros, como a la Auditoría del Ejército de Ocupación, les correspondían tareas de clasificación, control y judiciales, pero también labores de información y difusión, acciones que de haber sido realizadas dentro de los campos de vanguardia, habrían obligado a tener que dar explicaciones comprometidas por las desapariciones, a los generales de las Divisiones militares.

 

Además del Campo de Zaldívar, bajo la administración de la Agrupación de Divisiones Tajo-Guadiana, en el territorio recientemente conquistado de la provincia de Badajoz, había otros cinco recintos concentracionarios con militares republicanos prisioneros: Palacio del Cíjara (cercano a Herrera del Duque) con 2.618 reos, Valdecaballeros con 350, en Castilblanco había 502, en Fuenlabrada de los Montes 651 y en Siruela permanecieron 4.624.

Pero con fecha 22 de abril de 1939, la otra gran unidad que radicaba en la demarcación, el Cuerpo de Extremadura del Ejército del Sur, recogía en un estadillo, 25.094 apresados bajo su custodia, de los cuales 5.950 estaban bajo la jurisdicción de la 21ª División, cuyas fuerzas actuaban desplegadas desde Castuera hasta el sector de Cabeza del Buey y que, tras derrumbarse las líneas enemigas, habían avanzado en todo el frente, alcanzando la línea del río Zújar.

Uno de los Campos que albergaba parte de este último contingente, se encontraba en Puebla de Alcocer, concretamente en el Convento de la Visitación. Aunque la población fue ocupada en un principio por militares del Ejército del Centro, seguramente, los prisioneros instalados en este lugar se entregaron a tropas del Sur, debido a su relativa cercanía geográfica.

Pero la mayor parte de las columnas franquistas que se habían encargado de apoderarse de los últimos municipios pacenses en manos de la República, al pertenecer al Ejército del Centro, alcanzadas las zonas asignadas en las Instrucciones iniciales, tenían que trasladarse a la provincia de Toledo. A su vez, estas unidades que abandonaron la comarca fueron relevadas, con la mayor rapidez posible, por las del Ejército del Sur en todos los pueblos de Badajoz, mientras se dedicaban a la limpieza de pequeños grupos enemigos, mediante batidas y emboscadas, haciéndose cargo también de los Campos de Concentración radicados en este espacio territorial. Estos reemplazos de fuerzas se cumplieron durante los últimos días del mes de abril, concretamente entre el 24 y 26. Tanto el puesto de mando del Primer Regimiento de la 21ª División, como la plana mayor y una compañía de la 4º Bandera de Falange de Badajoz, que se encontraba en la localidad de Capilla, se establecen en Talarrubias. Este último Batallón distribuye el resto de sus fuerzas entre Puebla de Alcocer, Sancti-Spiritus y Casa de Zaldívar. También lo hace el 13º Batallón de Castilla entre Siruela, Garbayuela, Tamurejo y Garlitos. Por último, el 3º Batallón de Granada, hace lo propio en Herrera del Duque, enviando patrullas avanzadas a las poblaciones de Fuenlabrada de los Montes, Villarta, Palacio de Cíjara y Castilblanco.

 

El Sector C-10 del SIPM de Ejército del Centro, que hasta ahora había realizado las tareas propias del servicio a lo largo de la región, también debía ser sustituido por los agentes y hombres de la Sección SIPM del Ejército del Sur, cuya jefatura la detentaba el teniente coronel Mario González Revenga. Con el Cuartel General instalado en Peñarroya (Córdoba), tomó parte en la ofensiva final de la campaña durante los meses de marzo y abril de 1939, al mando de sus unidades, estableciendo destacamentos en todos los pueblos liberados de Badajoz, Ciudad Real, Córdoba, Jaén, Granada y Almería.

Una circular secreta, de la Sección SIPM de Ejército del Sur, a los Grupos y Sectores, del 7 de abril de 1939, informaba que, por resolución del propio Franco, la zona de acción del Ejército quedaba incrementada con la parte de la provincia de Badajoz que había sido capturada recientemente, y como consecuencia de ello, el Grupo de Policía Militar formado por los Sectores de Badajoz y Córdoba, quedaba reunido y bajo el mando del comandante de la Guardia Civil, Manuel Carracedo.

El 26 de abril de 1939, se establecían los partidos judiciales que comprendían cada unos de los nuevos Sectores de Policía Militar dependientes de la Sección SIPM de Ejército, sobre los que iba a aplicarse su jurisdicción, que para el caso que nos atañe, el Sector “B” (de Badajoz), se trataba de los de Puebla de Alcocer y Herrera del Duque, así como también se hacía destacar su cabecera, en este caso, Talarrubias.

Durante la última fase del avance, las fuerzas del SIPM que, para su misión de ocupación, fueron reforzadas con nueve batallones de Infantería, al aumentar la extensión del territorio a abarcar en la zona de La Siberia extremeña, necesitó ampliar su número, y mediante una Orden del 10 de mayo de 1939, del general del Ejército del Sur, el 6º Batallón de Castilla quedaba a las órdenes del jefe del SIPM, operando sobre esta área geográfica.

Es decir, Talarrubias se convirtió en la cabecera del “Sector B”, que comprendía los términos municipales de los últimos partidos judiciales ocupados en la provincia de Badajoz, donde, además, se encontraba el puesto de mando del Primer Regimiento de la 21ª División. Desde esta misma localidad, se habían estado organizando y distribuyendo, las instrucciones represivas hasta el 26 de abril, cuando todavía se encontraba bajo la jurisdicción de la unidad del SIPM agregada a la 19ª División del Centro, y, desde ella, continuaban emitiéndose, las directrices informativas y represivas, ordenadas por la Sección SIPM de Ejército del Sur, a partir de entonces, cuya unidad encargada, en este caso, era el 6º Bon del Regimiento Castilla, y cuyo jefe de Sector, era su comandante Manuel Carracedo Blázquez.

 

Así como sabemos que, en las fincas de Zaldívar y la contigua de “La Boticaria”, cercanas a Casas de Don Pedro, el 15 de mayo de 1939 se perpetró una masacre, al ejecutar a un número de prisioneros indeterminado, entre alrededor de 50 y 100 civiles, jefes, oficiales y comisarios militares, en el olivar del segundo de los cortijos, y que estaban custodiadas por la 4ª Cía del 4º Batallón de Falange de Badajoz, al mando de su capitán Faustino Múñoz Paniagua, también conocemos por las investigaciones de la doctora Laura Múñoz que, en Puebla de Alcocer, donde los días 21 y 25 del mes de mayo de 1939, se fusiló en dos sacas a 11 y 26 hombres, respectivamente, se encontraba otro destacamento de la misma compañía, formada por 80 hombres, al mando del teniente Rafael Trujillo Díez, junto con un alférez, siete sargentos y diez y seis cabos. La comandancia militar de la plaza, la ocupaba otro teniente de la misma unidad, Fernando Fernández Aguado.

Pero no solo eso, sino que, en otro documento, al que hemos tenido acceso, por esas mismas fechas, también en la localidad de Puebla de Alcocer, se encontraba una sección de Policía Militar destacada, que pertenecía a la 4ª Cía del 6º Bon del Regimiento Castilla nº 3, al mando del sargento Manuel Prieto Campos, unidad que, como hemos visto más arriba, estaba afecta al SIPM de Ejército, desde el 10 de mayo de 1939.

Estos hechos nos hacen pensar que el patrón de “limpieza” estudiado para el caso del Campo de Concentración de Zaldívar y para la localidad de Puebla de Alcocer, es el que se repitió y aplicó por el resto de las localidades enumeradas, hasta que el 25 de julio de 1939, el Primer Regimiento de la 21ª División abandonara la comarca.

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6 respuestas a Las operaciones militares en el Frente Extremeño durante la fase terminal de ocupación (marzo-abril 1939)

  1. buenavenura durruti dumange dijo:

    te sigo desde hace mucho tiempo y me gustaria hacerte una pregunta,siruela queda cerca de agudo.pues en el termino de agudo bajo una encina hicieron una fosa para enterrar a unos cuantos soldados republicanos que actualmente estan en el cementerio de agudo y entre ellos se encontraba mi tio.murio por falta de atencion por herida de un disparo en la pierna,en los relatos que haces de la desbandada del frente.me podrias indicar que brigadas mixtas lucharon por esa zona.muchas gracias
    ________________________________
    De: Fernando Barrero Arzac
    Enviado: viernes, 11 de octubre de 2019 10:06
    Para: buenaventura-durruti@hotmail.com
    Asunto: [New post] 4229

    fernandobarreroarzac posted: » La posibilidad inminente del final de la guerra civil aparece ya en los días en que las fuerzas mal llamadas nacionales ocupaban Cataluña. Ya se veía entonces el próximo e inevitable derrumbe de los otros frentes donde aún combatía el enemigo republic»

  2. Buenaventura, el VII Cuerpo extremeño, cuyo jefe era el teniente coronel Martín Calvo, lo formaban tres divisiones la 37ª y la 41ª División con el Cuartel General en Herrera del Duque, que defendían el frente contra el Ejército del Centro sublevado. La primera de ellas, la integraban la 109ª Brigada, y la 20ª, y la segunda de las divisiones citadas, la constituían la 66ª Brigada Mixta, la 81ª y la 91ª. Además la 68ª División republicana, cuyo cuartel general se encontraba en el pueblo de Capilla, en la provincia de Badajoz, compuesta por las Brigadas 191ª, que cubría la zona de la sierra de Torozo y tenía como objetivo defender la carretera de Cabeza del Buey a Puebla de Alcocer. La 194ª cubría la zona más occidental, desde las proximidades de Castuera hasta la altura de Campanario. Y la 189ª que cubría la parte central del sector, y defendía la carretera de Las Golondrinas. La Orden que tenían todas estas Brigadas era replegarse hacia Piedrabuena, por lo que la mayoría tenían que hacerlo vía Agudo. Por lo que las más cercanas durante la retirada que podían tomar ese camino eran las que estaban más al sur: 191ª, 194ª y la 189ª. Creo que los hombres enterrados en aquel lugar podrían pertenecer a cualquiera de esta tres última brigadas.
    Espero que te haya podido orientar. Recibe un cordial saludo.

  3. Pamegahe gayoso heredia dijo:

    Estimado Fernando,
    Mi nombre es Pilar Heredia
    En primer lugar quiero felicitarte por tu blog, y por el impresionante trabajo que estas realizando.
    Me pongo en contacto contigo, ya que desde hace años intento buscar información sobre mi abuelo, Valentín Heredia Condes, de Tomelloso Ciudad Real.
    Buscando y buscando he topado con tu pag web y me atrevo a escribirte

    Únicamente tengo una pequeña carta de él del momento en que estaba en el frente, creo que pertenecia a CNT es el único documento que mi padre tiene y tambien es el único recuerdo que el tiene de su padre, ya que nunca le llego a conocer pues mi abuelo desapareció cuando mi padre apenas tenia un año, nunca le confirmaron su muerte en el frente.

    La carta está escrita en un papel que pone 46 brigada mixta, 182 batallón, 4ª compañía, Base 3 ¿bg? (parece que pone)
    fecha ….posición 5 de abril de 1938, mi abuelo contesta a una carta en la que le informan de como esta su hijo Valentinete que vive con unos familiares en Tomelloso (la madre falleció tras el parto)….Creo que esta en el puesto de Alia….
    «… Yo quedo bien, aunque estamos en la Sierra de Guadalupe pero tengo una conformidad que los hombres tenemos que defender la causa…….Hoy (dia 5 de abril de 1938) a las 3 de la tarde han salido 3 compañías para operar a Guadalupe, y mi capitán me ha dejado solo para no salir a operaciones, este Camarada no le pago con nada, se preocupa de mi mucho, y se alegra de que mio hijo este bien ….» en el resto de la carta pregunta por la salud de sus hermanos y amigos y pide que paguen el alquiler de su casa para cuando vuelva a Tomelloso tener un techo… y termina diciendo… espero que ustedes me escriban algo más a menudo para mi es una alegría, Los que estamos en campaña nos da gusto saber…le envió un cigarro para que se acuerde de mi…

    Según la información que tenemos esos días debió haber varias batallas, y creo que de ellas salio vivo ya que no fue de operaciones con el resto de la compañía…

    También me consta que antes de apuntarse al ejercito tenia mucha relación con Marcelino Jareño, Alcalde de Tomelloso.

    Por lo poco que me han contado era un hombre con formación y educado, muy mediador.

    Agradecida de antemano, quedo a la espera de cualquier noticia que confío pueda darme sobre el, y le animo a que siga con su imprescindible labor para mantener nuestra Memoria Histórica,
    Pilar Heredia Heredia

    • Hola Pilar,
      Tras leer la narración que me has hecho llegar, me ha invadido un sentimiento de indefensión pensando en cómo se quedó tu padre huérfano en tan poco espacio de tiempo.
      Normalmente, al caer en acción de guerra, la notificación llegaba al ayuntamiento del pueblo de donde residía, y era el alcalde o secretario quien notificaba la defunción del soldado muerto en combate a la familia.
      Primeramente, comprobaría en el ayuntamiento donde residía cuando fue al frente, si llegó alguna notificación al mismo, ya que pudo ser el alcalde del pueblo quien no comunicara a la familia, con quien vivía su hijo en Tomelloso, quien cometiera la negligencia. Acércate al Archivo Municipal, y revisa la documentación de abril y mayo de 1938, quizás encuentres alguna notificación.
      No es el primer caso que me llega de un soldado de la 46ª Brigada, caído durante esas fechas.
      Ya escribí este párrafo que te inserto a continuación narrando aquellos combates:

      “A petición de Suárez Planerías, el comunista asturiano jefe de la 63ª Brigada Mixta que sustituyó en el mando a José Bertomeu cuando éste pasó como jefe de Estado Mayor de su hermano, el ataque, que debía iniciarse el día 5 [de abril] se aplazó para el 6, pero el 250ª batallón que había de ocupar la vanguardia no se enteró del aplazamiento y atacó en la fecha inicialmente prevista situándose a retaguardia de Carrascalejo entre el puerto de Navatrasierra y La Serrana. Ello obligó a empeñar el 182º Batallón de la 46ª Brigada y posteriormente al resto de las fuerzas y a otras que vinieron en su auxilio, dos batallones de la 216ª Brigada y uno de la 217ª de la 67ª División. El día 8 [de abril] alcanzan Carrascalejo que ocuparon sin más excepción que la casa cuartel de la Guardia Civil, pero un contraataque les obligó a desalojar el pueblo y regresar a las bases de partida”.
      El resto de los enfrentamientos aquí:

      Acción local republicana sobre el Subsector de Valdelacasa [Cáceres] durante los primeros días de abril de 1938.


      Creo que durante los combates del primer día no participó su compañía, pero como se ampliaron los enfrentamientos hasta el día 8, seguramente caería más adelante.
      Puedes solicitar más información en el Archivo General Militar de Ávila, en el Archivo General Militar de Guadalajara y en el de la Administración General del Estado de Alcalá de Henares:
      https://patrimoniocultural.defensa.gob.es/es/centros/archivo-general-avila/portada

      https://patrimoniocultural.defensa.gob.es/es/centros/archivo-general-militar-guadalajara/portada

      http://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/archivos/aga/portada.html

      http://pares.culturaydeporte.gob.es/inicio.html

      Espero que mis comentarios te hayan ayudado.

      Recibe un cordial saludo

      • Pamegahe gayoso heredia dijo:

        Estimado Fernando Agradezco la informacion q me transmites. Confio en q pueda conseguir mas informacion sobre mi abuelo

        Muchas gracias, Mucho animo para continuar con tu extraordinaria labor, Un cordial saludo Pilar Heredia

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