Ocupación militar de la zona de vanguardia en el Noreste de Badajoz durante la ofensiva de «La Victoria» y «misiones que no admiten demora»: El SIPM y sus víctimas (y 3ª parte)

Trabajo Fin del Máster “Memoria social y derechos humanos: Ciencias sociales y forenses ante los conflictos contemporáneos». Madrid, enero 2018

 Fernando Barrero Arzac

 

Índice

  1. Las fuerzas del Ejército del Sur relevan al Ejército del Centro en los pueblos ocupados y campos de concentración que forman parte de los Partidos Judiciales de Herrera del Duque y Puebla de Alcocer (Badajoz)
  • Puesto de Mando del 1er Regimiento de la 21ª División sublevada: Talarrubias (Badajoz)

Fuerzas: 4º Batallón-Bandera FET y de las JONS de Badajoz

  • Cabecera del “Sector Badajoz” de la Sección SIPM de Ejército del Sur: Talarrubias

Fuerzas: 6º Batallón del Regimiento Castilla nº 3. Partidos Judiciales: Herrera del Duque, Puebla de Alcocer

  1. Justicia Militar
  • Auditoría del Ejército de Ocupación
  • Organización de los “Servicios de Justicia de los Frentes”, en el Ejército del Sur. Mediados de marzo 1939
  • Consejo de Guerra Permanente y Juzgados Militares
  • Procedimiento Sumarísimo de Urgencia y ejemplaridad de las sanciones
  • Aplicación del Bando de Estado de Guerra
  • Circunstancias situacionales previas a la ejecución
  • Fusilamientos en el olivar del cortijo “La Boticaria”
  • Situación del territorio tras las ejecuciones
  1. Búsqueda familiar del paradero del prisionero Andrés Barrero Rodríguez durante la posguerra
  • Vano intento inmediato de la familia por localizarlo. Los prisioneros del Campo de Zaldívar fuera del control de la ICCP (Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros)
  • Inscripción diferida de la defunción. Juzgado de Primera Instancia nº 9 de Madrid, 1945

Conclusión y colofón: Promotores de las primeras exhumaciones de víctimas del franquismo en Extremadura

  • La dignificación de los caídos en las fosas comunes
  • Exhumación de las fosas en el olivar del cortijo “La Boticaria”: 13 y 14 de mayo de 1978
  • Traslado, misa y entierro de los restos en el panteón construido exprofeso para las personas sepultadas: 15 de mayo de 1978

Bibliografía y archivos consultados

 

  1. Las Fuerzas del Ejército del Sur relevan a la Agrupación de Divisiones Tajo-Guadiana en los pueblos ocupados y campos de concentración que forman parte de los Partidos Judiciales de Herrera del Duque y Puebla de Alcocer (Badajoz)

Situación de la Agrupación de Divisiones Tajo-Guadiana al finalizar la guerra.

Habíamos comentado más arriba, que se dictaron unas normas para que, las unidades del Ejército del Centro que se encontraban frente a las últimas poblaciones pacenses de la República, ocupasen éstas, y más tarde, continuando su avance, las grandes unidades de la Agrupación Tajo-Guadiana, se adelantasen hacia el territorio y los campos de concentración de las provincias de Cáceres y Toledo, por lo cual, como podemos apreciar en la orden recogida más abajo, debía entregar al Ejército del Sur, todas las poblaciones y campos de concentración provisionales, que tuviera establecidos en la provincia de Badajoz, entre ellos el de Zaldívar, que lo custodiaba la 19ª División:

“La División 19 entregará al Ejército del Sur todos los Campos que tenga establecidos en la Provincia de Badajoz.

i). La entrega y posesión de diversos Campos de Prisioneros que tenga que hacerse entre las Grandes Unidades de este Ejército como consecuencia de las zonas de acción que se les asigna se llevarán a cabo entendiéndose directamente entre sí los Cuerpos de Ejército, Agrupaciones de Divisiones y Divisiones 17 y II Agrupación de Reserva, respectivamente”[1].

En otra Orden posterior, del 26 de abril de 1939 de la Agrupación Tajo-Guadiana, dirigida a sus divisiones, definitivamente, se puntualiza el día y la hora en el que, las nuevas normas, tienen que entrar en vigor, y se marca para ello las 0 horas del día 28 de abril:

“Orden General número 3

Objeto. Organización de las fuerzas de ocupación en la zona asignada.

En mi P.C. de Torrijos [Toledo] a las veinte (20) horas del día veintiséis (26) de abril de mil novecientos treinta y nueve (1939)

[…]

VI.- Entrada en vigor y partes.

De la presente Orden, que entrará en vigor a las 0 horas del día 28 [de abril], se acusará recibo por T/P., remitiéndose con urgencia a mi P.C. por las Grandes Unidades subordinadas dos ejemplares de las órdenes que para su cumplimiento dicten”[2].

Periódicamente, desde el 13 de abril de 1939, el Estado Mayor de la Agrupación de Divisiones del Tajo-Guadiana, estacionado en Torrijos (Toledo), había comenzado a recoger informes, con los estados de los movimientos de prisioneros, en los campos organizados, en principio, por las divisiones 107ª y 19ª. Los movimientos de presos para el caso de Zaldívar son los siguientes:

Tabla con el estado de movimientos de prisioneros en el Campo de concentración de Zaldívar, durante los días 13 al 26 de abril de 1939 (elaboración propia)[3].

Fecha (1939) Total (prisioneros) Entradas Salidas Quedan
13 de abril 3.876 48 3.924
14 de abril 3.924 1 (muerto) 3.923
15 de abril 3.923 3.923
16 de abril 3.923 31 3.954
17 de abril 3.954 3.954
18 de abril 3.954 20 3.974
19 de abril 3.974 100 3.874
20 de abril 3.874 8 336 3.546
21 de abril 3.546 1 370 + 1 (fallecido) 3.176
22 de abril 3.176 3.176
23 de abril 3.176 376 2.800
24 de abril 2.800 24 532 2.292
25 de abril 2.292 8 (libertad) 2.284
26 de abril 2.284 2.284 (Pasan al Ejército del Sur

 

Efectivamente, de la relación anterior, podemos apreciar cómo, dentro del margen cronológico establecido por la orden, para que se entregasen los campos establecidos en la provincia de Badajoz, el día 26 de abril, los 2.284 prisioneros encerrados en Zaldívar, custodiados por fuerzas de la 19ª División, pasan a manos del Ejército del Sur.

Un grupo de prisioneros cuyas caras lo dicen todo.

Nos llama la atención que el extracto del estadillo anterior transcrito, refiera dos salidas bajo los conceptos de “muerto” y “fallecido”, los días 14 y 21 de abril, respectivamente. Es decir, se reconocen dos fallecimientos dentro del campo, independientemente de que muchas veces entraran fuerzas militares, guardia civil o falangistas y se llevaran cautivos a los que ejecutaban o fusilaban, una vez ya fuera del campo de concentración. Pensamos que uno de estos dos óbitos se refiera al caso que nos cuentan a continuación las memorias de Francisco Buj:

“Había un compañero de la provincia de Jaén, creo (siento no recordar el pueblo, pero me suena si era de Villacarrillo), que era sordo. Ya el primer día de entrada en Zaldívar se nos dijo que estaba prohibido salir de la alambrada. No debió enterarse, ni nadie le advirtió, porque, apocado él, no hablaba ni gesticulaba casi nunca. Caminaba como sonámbulo. Iba desatándose la correa del pantalón y llegó hacía una de las puertas, sobre las once de la mañana. Mientras el centinela daba el paseo, oímos:

¡Alto! ¡alto! ¡alto!, seguidas las tres voces; y un disparo.

Allí, en la puerta de entrada del Campo, cayó el soldado casi desconocido, El Sordo. Por tan grave delito, así, con tan mala sombra, acabó de sufrir. (Muchos que estaban cerca le habían gritado: ¡No salgas!, pero fue inútil. Ni tiempo de advertir al centinela que era sordo. Cumplían con rapidez las órdenes, cual fieles perros policías)”[4].

El mismo día 26 de abril el comisario Andrés Barrero, aprovechando el desconcierto del trasvase de prisioneros entre ambos ejércitos o, porque, al darla curso libre, sus captores pretendían atrapar algún camarada, logra enviar su segunda y última carta a su familia. En ella se advierte que el número de la estafeta que indica a dónde deben enviarle la correspondencia sus allegados, ya no era el “43”, que correspondía a la 19ª División, sino el “97” perteneciente a la 21ª División nacional del Ejército del Sur:

El borrón del número indica una precipitada corrección de la dirección «Campo de Concentración Zaldívar. Estafeta 97 (97), 2º Batallón».

“26 de abril del año 1939. ¡Arriba España! Querida esposa e hijos me alegraré que al recibo de estas cortas letras os encontréis bien; yo quedo bien hasta el presente a Dios gracias. Petra no sé si habrás recibido otra carta mía en la que te decía que estaba bueno y al mismo tiempo te mandé la dirección para que si pudiera ser me contestarais para saber cómo estáis todos; dirás a madre que si pueda vaya a ver a Don Victoriano, y a Eustasio que se vea con el Sr. Ramón. No sé si un día de éstos irá un compañero a esa a saludaros en mi nombre. No dejéis de contestarme lo antes posible pues tengo grandes deseos de saber de todos vosotros. Muchos recuerdos para todos, con besos para Padres, hermanos y demás familia; vosotros recibid un millón de besos y abrazos de éste que mucho os quiere vuestro Andrés. “Las señas son Campo de Concentración (Zaldívar) Estafeta nº 97, 2º Batallón”[5].

Después de aquel 26 de abril de 1939, la familia de Andrés Barrero no volvió a saber nada más de él. Oficialmente está desaparecido desde aquella fecha.

Puesto de Mando del Primer Regimiento de la 21ª División sublevada: Talarrubias (Badajoz)

Fuerzas: 4º Batallón-Bandera FET y de las JONS de Badajoz

Volviendo al relato cronológico de aquellos hechos, los prisioneros ya habían pasado a manos del Ejército del Sur, más exactamente, de la 21ª División nacionalista. Pero ¿qué nueva unidad tipo batallón o compañía se hizo cargo de la vigilancia de los prisioneros que aún quedaban en Zaldívar-La Boticaria? Nos lo relata el testimonio de un joven de la quinta del biberón, Narciso Domínguez Fernández, nacido en Valencia del Ventoso (Badajoz), integrado en la 4ª Cía del 4º Batallón de Falange Española de las JONS de Badajoz[6]:

“Al acabar la guerra, nos enviaron a los campos de concentración situados en las fincas Zaldívar y “La Boticaria”, en el término de Casas de don Pedro. En el primero de ellos había unos cinco mil detenidos y el cortijo de la finca era tan grande que tenía hasta un molino de aceite. Los presos pasaban mucha hambre y cuando les dábamos la comida se apiñaban contra las alambradas, como los cerdos, gritando y golpeándose entre ellos para conseguir algo de alimento. A los recién llegados los registrábamos para retirarles cualquier objeto punzante (navajas, tijeras, etc.). Yo le requisé a uno un artilugio muy raro que llevaba envuelto en un pañuelo y, cuando me fui a la barraca, pude comprobar que aquel cacharro se podía estirar y si mirabas por un cristal te acercaba las cosas. Se lo enseñé al capitán y dijo que era un catalejo, me dió las gracias y se lo quedó. Algunas veces los guardias jugábamos a las cartas con los presos y en una partida reconocí a un paisano de Valencia del Ventoso, que por vergüenza no había querido llamarme la atención (Narciso Domínguez. Entrevista personal)”[7].

Durante el avance final de las tropas, el 27 de marzo de 1939, la 4ª Bandera de Falange Española de las JONS de Badajoz, confluye en el Vértice Marroquí, junto con otras unidades del Primer Regimiento. Al día siguiente se desplaza al pueblo de Capilla (Badajoz), el cual ocupa y permanece hasta el final de abril, cuando se desplaza el:

” [24 de abril] El 1º Regimiento queda en la siguiente forma: P.C. en Talarrubias. – 8º Bon de Cadiz : P.M. y tres Compañías en Cabeza de Buey. 13 Bon Castilla: P.M. y una Compañía en Siruela. Una Compañía en Garbayuela.  Una en Tamurejos. Una en Garlitos. 4º Bon Bandera F.E.T.  de Badajoz: P.M. y una Compañía en Talarrubias, una Compañía en Puebla de Alcocer, Una Compañía en Santi Spiritus, Una en Casa de Zaldivar. 3º Bon de Granada: P.M. en Herrera del Duque, una Compañía en Fuenlabrada de los Montes, una en Villaharta de los Montes, una en Castillo de Cijara y una en Castilblanco”[8].

Por lo tanto a partir del 24 de abril de 1939, el Primer Regimiento de la 21ª División, una vez que las fuerzas del Ejército del Centro se desplazan hacia las provincias de Cáceres, Toledo y Ciudad Real, y dejan libre el territorio para que comiencen a ocuparlo ahora las tropas del Ejército del Sur, sitúa su puesto de mando en Talarrubias, así como la plana mayor del 4º Batallón de Falange Española de las JONS de Badajoz, que envía una compañía, a “Casa de Zaldívar”, llevando así a cabo, el relevo de la custodia de los prisioneros, que se materializa el día 26; en este caso, por el testimonio de Narciso Domínguez que pertenecía a la 4ª compañía del Batallón de Falange, conocemos que fue ésta unidad quien lo efectuó.

La composición de un batallón tipo de milicias nacionales era fija: “(tres compañías de fusiles, otra de ametralladoras y los elementos de servicios indispensables). Actúa siempre dentro del marco divisionario aprovechándose de él para el combate y para obtener lo preciso para su vida. La compañía de ametralladoras con una sección de morteros provee del fuego necesario para el apoyo de las compañías de fusiles”[9]. La 4ª Cía era la de ametralladoras, hecho que explica que fuera esta unidad la que tomase el relevo en la custodia de Zaldívar ya que, para el control y vigilancia de tal volumen de detenidos, hacía falta un arma con rápida capacidad de fuego.

Patio del Campo de Concentración de Zaldívar. Foto Ángel Olmedo

El hasta entonces jefe del Campo, Lamberto López Elías, estuvo como responsable en el mismo “hasta el día 25 de abril que por jornadas ordinarias y ferrocarril se trasladó con la compañía a Almadén (Ciudad Real)”[10]. Al día siguiente el oficial al mando de la 4ª Cía de la 4ª Bandera de F.E.T. de Badajoz, es el nuevo responsable de la custodia de los cinco mil prisioneros que, como dice el soldado nacionalista Narciso, quedaban todavía en los cortijos de Zaldívar y de “La Boticaria”, la mayoría a la espera de ser trasladados al Campo de concentración de Castuera o ser evacuados a sus respectivas poblaciones de residencia, pero otros permanecen allí mientras se llevan a cabo el cumplimiento de misiones que no admiten demora.

El soldado Narciso Domínguez, también refiere que, el artilugio que requisó a un prisionero se lo enseñó a su capitán, que le dijo que se trataba de un catalejo, tras lo cual se lo quedó. Este detalle es muy importante, porque solo había un oficial con esa graduación en todo el 4º Batallón de F.E.T. de Badajoz, el capitán Faustino Muñoz. En la ficha-estado del batallón del día 20 de abril de 1939, el cuadro de mandos y tropa indica que esta unidad dispone de: 1 comandante: Ignacio Muñoz Aycuéns, 1 capitán: Faustino Muñoz Paniagua, 10 tenientes, 7 alféreces, 1 alférez-capellán, 1 teniente-médico, 42 sargentos y 675 soldados de tropa[11].

Faustino Muñoz Paniagua nacido en Villafranca de los Barros (Badajoz), el 15 de octubre de 1916, se había afiliado a Falange Española y de las JONS en 1934. Se incorpora al Movimiento Nacional, en clase de falangista, el 9 de agosto de 1936. En octubre marcha a la Academia Militar de Sevilla, para realizar los cursillos de alférez provisional de infantería. En septiembre de 1937 es nombrado teniente provisional de infantería por terminación de cursillos en la Academia de Toledo. En enero de 1939, marcha a la Academia Militar de Tehuima para realizar los cursillos de ascenso a capitán provisional de infantería, cuyo empleo logra el 20 de febrero “incorporándose a su Batallón-Bandera el trece [de marzo de 1939] del mismo haciéndose cargo de la Centuria de Ametralladoras. Por ausencia del Comandante Jefe del Batallón Bandera [4º Bon FET de Badajoz], tomó el mando accidental del mismo el día 17 del referido mes de marzo, cesando el 20 del mismo por regreso del citado Jefe. El 27 del repetido mes se concentró con su dicho Batallón Bandera en las Minas de Miraflores, emprendiendo la marcha hasta la caseta del kilómetro 13 de la carretera a Navalpino (objetivo señalado), donde pernoctó, saliendo el 29 en camiones al pueblo de Capilla, donde quedó destacado. El día 15 de abril y por ausencia del Comandante Jefe de su Batallón Bandera, se hizo cargo del mando accidental del mismo cesando el 18 [de abril] por incorporación de dicho Jefe, haciéndose cargo nuevamente con igual carácter el día 20 [de abril] del mando de aquel, hasta el 24 [de abril] que pasó por enfermo al hospital de Castuera siendo dado de alta en el mismo para el servicio el día 29 de dicho mes en cuyo día se volvió a hacer cargo del mando accidental del Batallón Bandera, que se hallaba destacado en el pueblo de Talarrubias (Badajoz), cesando en dicho cargo accidental el 22 de mayo y quedando en los mismos servicios hasta el día 22 de julio que con su unidad y Bandera se trasladó al pueblo de Villanueva de la Serena […]”[12].

Es decir, que el día 29 de abril, Faustino Muñoz, tras su salida del hospital de Castuera, toma el mando de la 4ª Bandera de F.E.T. de Badajoz hasta el 22 de mayo. Secuencia cronológica que encaja, para que fuese el capitán, quien asumiera el mando de las fuerzas de custodia de los prisioneros que, el 15 de mayo de 1939, perpetraron el asesinato de decenas de hombres sin ningún juicio ni garantía.

Alejandro Lizarriturri, soldado vasco republicano encuadrado en el Batallón de Trabajadores nº 104, debió llegar a Casas de Don Pedro a mediados de mayo de 1939. Su trabajo en este tipo de unidades, consistía en recuperar el material de las trincheras abandonadas tiempo atrás, a consecuencia del avance de las tropas franquistas. En las memorias que dejó escritas, cuenta que al llegar a este lugar:

Actual puente para cruzar el pantano de Orellana entre Talarrubias y Casas de Don Pedro.

“Así llegamos a Magacela de donde partimos hacia Casas de Don Pedro pasando por Puebla de Alcocer y Talarrubias (Badajoz). De Talarrubias a Casas de Don Pedro pasamos por medio del pantano de Orellana. Había un puente para cruzar el pantano, pero lo habían destruido y tuvimos que utilizar la antigua gabarra que atravesaba el pantano. Al llegar al pueblo me dio la impresión de que estaba dejado de la mano de Dios; las calles, si se les puede llamar así, eran peñascosas, no conocían la luz eléctrica por eso de noche circulaban con lámparas de carburo.

A causa de la guerra estos pueblos estaban en constante tensión, habían sido muy castigados con fusilamientos y todavía seguían. A la hija de un vecino del pueblo le prometieron salvar la vida de su padre, pero a cambio se aprovecharon de ella y a los dos días mataron a su padre. En el pueblo había una bandera falangista.

El alférez de esta bandera era un chico de veinte años […]”[13].

Alejandro no menciona las ejecuciones del 15 de mayo porque, para entonces, todavía no habría llegado al pueblo. Pero sí oyó hablar de ellas y, también, pudo conocer al jefe de la compañía destacada allí, que confunde con un alférez, cuando en realidad era capitán, ya que Faustino Muñoz a pesar de poseer esa graduación, era muy joven, ya que no había cumplido todavía los 22 años de edad.

Faustino estuvo como jefe de la unidad militar hasta el 22 de mayo, porque a partir de ese día, se reincorpora su comandante Ignacio Muñoz Aycuens que, desde el día 15 de abril hubo de hacerse cargo del mando del Primer Regimiento en Talarrubias:

“[…] permaneciendo en el mismo [pueblo de Capilla, Badajoz] hasta el día 15 [abril] que nuevamente se hizo cargo del mando del Regimiento, trasladándose el día 26 del mismo [abril] a Talarrubias una vez establecidos los Batallones en el sector de vanguardia asignado, desempeñando el mando de Jefe accidental del Regimiento hasta el 13 de mayo que por incorparación del Sr. Teniente Coronel, cesó en el mismo”[14].

Como también cuenta Alejandro, Ignacio Muñoz era abogado, y había desempeñado el cargo de juez eventual en Málaga, desde que la plaza fue ocupada por los nacionalistas hasta el 11 de abril de 1937[15].

“Ahora os voy a presentar al nuevo alférez, era un abogado sevillano con porte de falangista con un fino bigote, mujeriego pero buena persona, tenía unos cuarenta años. Era él quien alegraba las noches con mujeres que traía de Campanario […]”[16].

Ignacio Muñoz, después de ejercer el mando del Regimiento hasta el día 13 de mayo, disfruta de un permiso del que se reincorpora días más tarde, el 22, como recoge la diligencia que envía al camarada jefe provincial de Milicias de FET y de las JONS de Badajoz:

“Tengo el honor de manifestarte que habiéndome incorporado del permiso que disfrutaba, me hago cargo en el día de hoy del mando de esta Unidad [4ª Bandera “José Antonio”], cesando en el mismo el Capitán D. Faustino Muñoz Paniagua que lo desempeñaba accidentalmente […] P.C. 22 de mayo de 1939”[17].

Cabecera del “Sector Badajoz” de la Sección SIPM de Ejército del Sur: Talarrubias

Fuerzas: 6º Batallón del Regimiento Castilla nº 3. Partidos Judiciales: Herrera del Duque y Puebla de Alcocer

Situación de los Sectores SIPM del Ejército del Sur, inmediata a la caída de todos los frentes durante el mes de marzo de 1939.

Una circular secreta de la Sección SIPM de Ejército del Sur a los Grupos y Sectores, del 7 de abril de 1939, informaba que, por resolución del Generalísimo, la zona de acción de dicha Gran Unidad, quedaba incrementada con la parte de la provincia de Badajoz que había sido liberada. Como consecuencia de ello, los Sectores de Policía Militar de Badajoz y Córdoba, quedaron al mando del comandante de la Guardia Civil, Manuel Carracedo[18].

Tras la ofensiva final, el Ejército del Sur, había reforzado sus fuerzas del SIPM, en principio, con nueve batallones de infantería, con el fin de situar destacamentos en todos los pueblos ocupados, pero más adelante necesitó ampliar el número, como recogen las siguientes órdenes que afectan a dos de ellos:

“[Mayo, 10] De Orden del General Jefe del Ejército del Sur, el 6º Bon de Castilla queda a las órdenes del Jefe del S.I.P.M. de dicho Ejército.

“[Mayo, 20] De Orden del Jefe del S.I.P.M.  del Ejército del Sur, las fuerzas del 11º Bon Castilla salen para diversos pueblos de las provincias de Badajoz y Córdoba”[19].

Estas fuerzas especiales de policía estaban preparadas para “limpiar” de forma coordinada y sistematizada cualquier pequeño atisbo de resistencia durante su avance final. Nuevos batallones fueron agregados a estas unidades ante la gran cantidad de pueblos que fueron “cayendo” y campos de concentración provisionales que se establecieron sobre la marcha, y que necesitaban ser custodiados por este tipo de unidades. Por ello los batallones 6º Bon y 11º Bon del Regimiento Castilla nº 3, 171º Bon América nº 23, y una amplia nómina de ellos ya citados más arriba, fueron afectos al SIPM de Ejército del Sur.

Nueva división de los Sectores SIPM de Ejército del Sur, con sus cabeceras y partidos judiciales, tras dictarse la orden secreta del 26 de abril de 1939. Archivo General Militar Ávila.

Bajo el criterio de lo recogido más arriba, adquiere mayor solidez, la idea de que el cambio de jurisdicción de los prisioneros recluidos en Zaldívar, también se efectuó entre este tipo de unidades policiales, y todo el plan de represión y exterminio se llevó bajo la  más absoluta reserva. Así se trasluce de la nota secreta que con fecha 26 de abril de 1939, la sección del SIPM de Ejército del Sur envió a las Redes Provinciales, Sección Regional, Comandancias de la Guardia Civil, 1ª, 2ª, 3ª y 4ª de E.M., Jefatura del SIPM destacada de Cataluña y secciones SIPM de los Ejércitos del Centro y Levante:

“[Sello impreso] “Secreto”. Se acompaña un gráfico expresivo de los partidos judiciales que comprende cada uno de los Sectores de Policía militar dependientes de esta Sección de Ejército en la cual destacan las cabeceras de dichos Sectores y la denominación abreviada de cada uno de ellos.

Ejército del Sur. Sección del S.I.P.M.

[Denominación abreviada de la provincia de Badajoz][Sector]: B, [Cabecera]: Talarrubias, [Partidos judiciales]: Herrera del Duque, Puebla de Alcócer”[20].

Detalle de la cabecera (Talarrubias) del “Sector B” del SIPM en la provincia de Badajoz con sus correspondientes Partidos Judiciales.

Es decir, Talarrubias se convirtió en la cabecera del “Sector B” del SIPM, que comprendía los últimos partidos judiciales ocupados en la provincia de Badajoz: Puebla de Alcocer y Herrera del Duque, donde, además, lo volvemos a repetir, se encontraba el puesto de mando del Primer Regimiento de la 21ª División. Desde esta misma localidad se habían estado organizando e impartiendo las instrucciones represivas hasta el 26 de abril, cuando todavía se encontraba bajo la jurisdicción de la unidad del SIPM agregada a la 19ª División del Centro, y, desde ella, nuevamente seguían emanando las directrices punitivas ordenadas por la Sección SIPM de Ejército del Sur a partir de entonces, cuya unidad ejecutora, en este caso, era el 6º Bon del Regimiento Castilla nº 3, y cuyo jefe del Sector, era el comandante Manuel Carracedo, que, seguramente, tendría su puesto de operaciones en aquella localidad.

Pueblos como Helechosa, Villarta de los Montes, Castilblanco, Valdecaballeros, Peloche, Fuenlabrada, Garbayuela, Tamurejo, Siruela, Garlitos, Casas de Don Pedro y la misma localidad de Talarrubias, que pertenecían al partido de Herrera del Duque, o Baterno, Risco, Sancti Spiritus, Esparragosa de Lares, Navalvillar de Pela, Orellana de la Sierra, Orellana la Vieja, Acedera que pertenecían al partido de Puebla de Alcocer y que habían caído a última hora, tras la última ofensiva, eran escudriñados desde la comandancia del SIPM en Talarrubias.

Así como sabemos que, las fincas de Zaldívar y “La Boticaria”, donde permanecían detenidos los militares republicanos, estaban custodiadas por la 4ª Cía del 4º Batallón de Falange Española de las JONS de Badajoz, también conocemos por la documentación que, en Puebla de Alcocer, donde los días 21 y 25 del mes de mayo de 1939, se fusiló en dos sacas a 11 y 26 hombres, respectivamente[21], se encontraba otro destacamento de la misma compañía del 4º Batallón de Falange Española de las JONS de Badajoz, formada por 80 hombres, al mando del teniente Rafael Trujillo Díez, junto con un alférez, siete sargentos y diez y seis cabos. La comandancia militar de la plaza, la ocupaba otro teniente de la misma unidad, Fernando Fernández Aguado[22].

Fernando Fernández Aguado, comandante militar de Puebla de Alcocer (Badajoz), entre mayo y junio de 1939.

Pero no solo eso, sino que, en otro documento, al que hemos tenido acceso, por esas mismas fechas, también en la localidad de Puebla de Alcocer, se encontraba una sección de Policía Militar destacada, que pertenecía a la 4ª Cía del 6º Bon del Regimiento Castilla nº 3, al mando del sargento Manuel Prieto Campos, unidad que, como hemos visto más arriba, estaba afecta al SIPM de Ejército, desde el 10 de mayo de 1939. Estos hechos nos hacen pensar que el patrón estudiado para el caso del Complejo concentracionario de Zaldívar, es el mismo que el encontrado en la localidad de Puebla de Alcocer. Así que en Zaldívar-La Boticaria o en Casas de Don Pedro, además de una compañía falangista del Regimiento, custodiando el recinto, con toda probabilidad, se hallaba otra unidad de Policía Militar, que también estaría integrada en la 4ª Cía del 6º Bon del Regimiento Castilla nº 3, realizando labores indagatorias, bajo el mando operativo que se pergeñaba desde Talarrubias, coordinadas y supervisadas por el comandante del Sector SIPM, Manuel Carracedo.

 

  1. Justicia Militar

 Auditoría del Ejército de Ocupación

La Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación, manifestó una capacidad y operatividad para desplegarse con total rapidez, en zonas de difícil acceso como, por ejemplo, era la vanguardia del Ejército de Operaciones, cuando una nueva localidad era ganada al enemigo[23].

La División “Múgica”, apellido de su coronel, por la que era también conocida la 19ª División, cuando entró en la población de Casas de Don Pedro, el 11 de agosto de 1938, en el contexto de la denominada operación de “La Bolsa de la Serena”, tuvo que nombrar a un comandante militar en la plaza ocupada, que garantizara la designación de la Comisión gestora provisional, restableciendo la vida civil en la localidad. Normalmente se seguía para ello, las instrucciones que la Asesoría Jurídica daba al Auditor del Ejército de ocupación[24], y eran los oficiales honoríficos del Cuerpo Jurídico Militar a las órdenes de uno de la escala activa, los que se encargaban de que sus órdenes se cumplieran. Estos también emitían una memoria de los delitos cometidos durante la dominación “rojo-marxista”.

En el artículo de José Catalán “El pueblo desentierra sus muertos” de la revista Interviú, se menciona que, al acabar la guerra, a partir de los primeros días de abril de 1939, se reúne una Junta clasificadora en casa de un vecino, y se cita a un oficial “El capitán de las tropas -Pérez Coloma parecen sus apellidos- está presente, toma nota, y ejecuta sentencia”[25]. Pero nosotros a pesar de que consultamos la relación nominal de todos los jefes y oficiales de la División que nos ocupa, no hemos encontrado ningún mando con este nombre. Lo que sí hemos localizado con uno de esos apellidos, es la hoja de servicio militar del, por entonces, teniente auditor de 2ª, José Manuel Coloma y Escrivá de Romaní.

Durante los juicios se discernía completamente quiénes eran las víctimas y quiénes pertenecían al estamento.

Precisamente, por la época a la que nos referimos, cuando cae en poder del Ejército nacional Casas de Don Pedro, en agosto de 1938, este jurídico formaba parte de la plantilla en la Auditoria de Guerra del Ejército del Sur. Y en dicho documento se confirma que “[d]urante este año [1938], en diversas ocasiones se desplazó a Badajoz, Cádiz, Jerez de la Frontera, Córdoba, Málaga y Huelva en comisión de servicio”[26]. Con ello no queremos decir que se trate de la misma persona. Pero es una posibilidad remota que bien pudiera ser este oficial quien, después de la toma de Casas de Don Pedro, hubiera podido acudir a organizar la gestora municipal en el pueblo, y no en abril de 1939, como nos hace entender José Catalán en su artículo.

Aunque inicialmente, la ocupación militar de esta zona geográfica recayó sobre el Ejército del Centro, podría haber ocurrido, que la administración de justicia fuera en aquel lugar, responsabilidad del Ejército del Sur, pues ya sabemos que muchas veces las demarcaciones se entendían “como provisionales y sin carácter jurisdiccional, pudiendo en cada caso el auditor o su delegado disponer que los jueces, Consejos de Guerra  y comisiones intervengan en zonas que no les estén asignadas, cuando el mejor servicio lo requiera”[27].

No sabemos a ciencia cierta si este oficial jurídico pudo estar en Casas de Don Pedro entre los meses de agosto y septiembre de 1938, pero sí conocemos por su hoja de servicio dónde estuvo antes. Este madrileño, el 8 de febrero de 1937, se incorporó a las fuerzas, en la ocupación de Málaga como “oficial receptor de prisioneros hasta el 15 [de febrero] que pasó a actuar como vocal Ponente en el Consejo Permanente de Urgencia nº 2, con el que se desplazó en varias ocasiones a Vélez-Málaga, Antequera y Estepona. El 29 de marzo [1937] cesó en el Consejo de Guerra dicho, por haber sido designado Delegado del Ilmo. Sr. Auditor de Guerra del Ejército del Sur para la plaza y provincia de Málaga con residencia en dicha capital […] continuando en el cargo de Delegado en Málaga, hasta el 28 de octubre [1937] que cesó, incorporándose a su destino en la Auditoría de Guerra y finó el año”[28].

Hay que pensar que la Auditoría de Guerra se puso en marcha a comienzos de 1937[29], tras lo toma de Málaga, etapa que culminó en abril del mismo año, por lo tanto, este oficial fue uno de los primeros ejecutores jurídicos del poder político y militar que emanó en torno a la figura del general Franco.

Ya sabemos, como se había comentado más arriba que, en los campos de concentración de prisioneros, para el Tribunal de clasificación, la más determinante para la depuración de las responsabilidades, era la conceptuada como segunda clasificación. Dependiendo de los datos facilitados por los informadores, se procedía a la separación de los que habían desempeñado cargos como comisarios políticos, jefes y oficiales del ejército rojo. Inmediatamente se los reducía a prisión en un lugar convenientemente vigilado y se les hacía rellenar la ficha de clasificación y, con la mayor urgencia, eran puestos a disposición del Auditor del Ejército de Ocupación que hubiere realizado el apresamiento, en este caso, el del Centro.

La ficha clasificadora se rellenaba por duplicado, y también se remitían los originales y las copias a la Auditoría del Ejército, a fin de que por la misma se les diera el curso prevenido en las instrucciones del 11 de marzo de 1937[30].

Organización de los “Servicios de Justicia de los Frentes”, en el Ejército del Sur. Mediados de marzo de 1939

Hacia la mitad del mes de marzo de 1939 se constituyeron los “Servicios de Justicia de los frentes”, con el fin de conseguir mayor rapidez en la resolución de los asuntos de justicia en la zona del frente próxima a liberarse. El objeto de esta medida, tuvo que haber sido, el de localizar al mayor número de prisioneros con cargos y denuncias, en las mismas líneas del frente, antes que los prisioneros pasaran a la retaguardia, bajo la responsabilidad de la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP), para ponerlos a disposición de la Auditoría del Ejército de Ocupación, para que ésta, a su vez, dispusiera en el plazo más breve posible la ejecución de una sentencia.

Consejo de Guerra Permanente y Juzgados Militares

En las ciudades importantes más cercanas a los frentes, donde las divisiones del Ejército del Sur tenían prevista la entrega en masa de las tropas republicanas, se constituyeron nuevos Consejos de Guerra y Juzgados militares. El más cercano a nuestra zona de acción se constituyó en Villanueva de la Serena:

“1º En cada una de las plazas de Villanueva de la Serena, Pueblonuevo, Córdoba, Bujalance, Baena, Granada y Lanjarón se constituirá un Consejo de Guerra Permanente, y un número de Juzgados militares proporcionado que, entenderá en los procedimientos que haya que incoarse en las demarcaciones que se asignen a dichas plazas, que son las siguientes:

“1.ª Villanueva de la Serena.- Toda la zona de Badajoz.

2ª Pueblonuevo.- Partidos Judiciales de Hinojosa del Duque y Pozoblanco.

3ª Córdoba.- El resto de la provincia.

4ª Bujalance.- Partidos judiciales de Andújar, Linares y La Carolina.

5ª Baena.- Jaén, Martos, Mancha Real, Huelma, Ubeda, Villacarrillo, Cazorla, Orcera y Baeza.

6ª Granada.- Zona N. de las provincias de Granada y Almería

7ª Lanjarón.- Zona Sur de las provincias de Granada y Almería

“2º Los Jueces instructores se trasladarán a las distintas plazas de las Demarcaciones respectivas conforme se vayan liberando, para instruir las causas que habrán de seguirse por el procedimiento Sumarísimo de Urgencia.

Procesados ante un Consejo de Guerra.

Los Consejos de Guerra se podrán trasladar también a cualquier plaza de las localidades de su zona, si el número y gravedad de los procedimientos lo requiere, o bien funcionar, en la población que se considere más apropiada, todo a juicio del Auditor o su Delegado”[31].

El segundo apartado aclaraba que, tanto los jueces instructores como los Consejos de Guerra Permanentes, podrían trasladarse a las distintas plazas o localidades de sus respectivas zonas o demarcaciones, si la gravedad de los procedimientos lo exigía. Es lo que ocurrió, como hemos visto, con el teniente auditor, José Manuel Coloma que, tras la ocupación de Málaga, en 1937, pasó a actuar como vocal Ponente en el Consejo Permanente de Urgencia nº 2, con el que se desplazó en varias ocasiones a Vélez-Málaga, Antequera y Estepona.

Volvemos a echar mano del expediente de este teniente auditor, para ilustrar con su caso, la situación en la que quedó la jurisdicción del territorio que había ocupado la 31ª División, entre las provincias de Jaén y Córdoba que:

“al constituirse los llamados servicios de Justicia de los frentes y dividirse a los efectos en varias zonas el territorio del Ejército del Sur, fue designado por el Ilmo. Sr. Auditor con fecha 14 de marzo [de 1939] Delegado de su Autoridad y Jefe de dichos Servicios en la zona 4ª comprensiva de los Partidos Judiciales de Linares, Andujar y La Carolina; el día 25 del propio mes marchó a la plaza de Bujalance para organizar los servicios de la Delegación, presentándose al General Jefe de la División 31. Los días 30 y 31 del propio mes marchó a las plazas de Andújar, Bailén y Linares al ser liberadas, constituyendo en ellas las comisiones gestoras y pernoctando en la primera de las citadas plazas, desde la que regresó el día 31 [marzo] a Bujalance. El 1º [de abril] se trasladó a Linares donde instaló los servicios de la Jefatura a cuyo frente permaneció hasta el 22 de noviembre […]”[32].

En este texto comprobamos dos hechos. Primero que, efectivamente, se crean expresamente para el momento concreto de la primera represión, nada más derrumbado y entregado el ejército republicano, los Servicios de Justicia de los Frentes, a mediados del mes de marzo, a los cuales se dota de personal militar jurídico. También llegamos a conocer, quién era el Delegado del Auditor del Ejército en la plaza de Bujalance [Córdoba] y su demarcación, que estaba bajo la autoridad del jefe de la 31ª División nacional y con el que “todas las Autoridades tanto militares como civiles cooperarán con el mayor celo a esta acción rápida de la justicia, complemento esencial del éxito militar, dando toda clase de facilidades para instalación, traslados, información y cuantos medios requieran los Consejos y Juzgados. En especial habrán de mantener el más perfecto acuerdo en sus funciones con las Autoridades Judiciales, los servicios de Información, Guardia Civil, Orden Público y Policía”[33].

Procedimiento Sumarísimo de Urgencia y ejemplaridad de las sanciones

Como se ha indicado más arriba, la Auditoría también disponía de un fichero general con los antecedentes de cada uno de los prisioneros. Aunque a los que se les imputara algún delito en Zaldívar, después de rellenar su hoja declaratoria o ficha clasificadora, les correspondiera ser “puestos a disposición del Iltmo. Sr. Auditor del Ejército que hubiere realizado el apresamiento…”[34], en este caso, el del Ejército del Centro, ya que la 19ª División pertenecía al mismo, bien es verdad, que todo estaba preparado para que acabaran en manos del Ejército del Sur. Así en el estadillo de prisioneros confeccionado con los datos de los distintos Cuerpos del Ejército del Sur, el día 20 de abril de 1939, son ya también contabilizados los que aparecen en los Campos de concentración bajo supervisión de la 19ª División del Centro y que para el ”Caserío de Zaldívar, son 3.874”[35], aunque, por esa fecha, todavía no se había realizado el relevo entre los Ejércitos.

Encabezamiento de la ficha de un detenido por el SIPM en Fuenlabrada de los Montes (Badajoz) en mayo de 1939, donde se aprecia la cadena de subordinación de las unidades militares: Ejército del Sur [Sevilla. Estado Mayor SIPM].- Sector B [Talarrubias, Cabecera SIPM].- Subsector Herrera del Duque [Cabecera del Partido Judicial].- Fuenlabrada.

A todos los mandos republicanos que habían sido reducidos a prisión dentro del Campo de Zaldívar, la Auditoría les pudo abrir un primer expediente. Luego, no hacía falta más que comprobaran en sus propios archivos, las fichas con sus antecedentes, prestasen declaración los prisioneros ante un juez militar y, tras la formación de un procedimiento sumarísimo, se dictara con urgencia el fallo. Así se infiere de un telegrama que envió la Sección SIPM del Cuartel General del Ejército del Sur, al Auditor del Ejército del Sur, en agosto de 1938 desde Sevilla:

“Con esta fecha digo al Ilmo. Sr. Auditor de este Ejército: Disponga V.E. lo conveniente, para que en lo sucesivo se proceda en todo caso, aún en aquellos en que se deduzcan gravísimas responsabilidades imputables a prisioneros o presentados, a la formación inmediata del correspondiente procedimiento sumarísimo, interesando si ello es necesario, urgentísima aprobación del fallo que se dicte para la necesaria ejemplaridad de las sanciones. Lo que traslado para conocimiento y efectos. Acuse recibo. Firmado por el Coronel Jefe de Estado Mayor”[36].

Pero el estado de la investigación actual, confirma que, de las personas que pudieron formar parte de las cuerdas de presos que salieron desde el cortijo hasta el olivar donde murieron fusilados, no se ha encontrado ningún sumario judicial con su nombre, lo que nos hace pensar que en realidad no fueron juzgados.

Aplicación del Bando de Estado de Guerra

Informe de 1941, .de la Guardia Civil de Aldeacentenera (Cáceres), de donde era originario el comisario de la 109ª BM, Victoriano Sáez Herrero, fusilado en La Boticaria, por la aplicación del Bando de Estado de Guerra.

Algo dejó de cumplirse en la cadena jurídico-burocrática de la Auditoría adscrita a las Divisiones que tuvieron, bajo su responsabilidad, a los prisioneros de Zaldívar y “La Boticaria”. Tras más de quince años investigando e interrogando a los Archivos Territoriales Militares Togados, no hemos podido, tan siquiera, encontrar ningún expediente con las diligencias previas de las personas que sospechamos desaparecieron en el fatídico Campo de concentración.

Es posible, que lo que se cruzara en el camino, fuera el Bando de Guerra, es decir, el fusilamiento sin contemplaciones ni garantías procesales ninguna. Las zonas ocupadas quedaban en manos de la autoridad militar, es decir, del jefe de la División que invadía el territorio, quien tenía potestad para mantener en él, el Estado de Guerra, durante el tiempo que fuese preciso.

Pero de haber sido así, hubiera tenido que aparecer, por lo menos, la documentación de la que eran despojados nada más entrar en el campo, como la cartilla militar, los documentos que acreditaban su profesión, empleo militar, etc., o las diligencias iniciales que se tramitaban, que eran introducidas en sobres personales para ser examinados en la oficina de investigación y selección de documentos. Porque con todo ello se elaboraba, bajo un modelo normalizado, un estado-parte que era enviado al escalón militar inmediatamente superior para que llegara al Cuerpo de Ejército y, por último, a la Auditoría del Ejército, donde quedaba archivado para su consulta.

Si los detenidos que figuraban en la relación nominal, que fue leída la víspera de la ejecución, mientras debían salir de la fila, hubieran sido juzgados, tendría que haber sido el oficial jurídico de la Auditoría de Ocupación, quien hubiera hecho llegar la providencia al comandante militar de la localidad donde se encontraba el recinto en el que eran retenidos, y éste, a su vez, ordenar a las fuerzas, que formasen un piquete encargado del fusilamiento. Y si fueron ejecutadas de forma extrajudicial, por aplicación del Bando, como cabe pensar, bastaba con que la lista, hubiera sido elaborada por el jefe superior de las fuerzas del Regimiento, o, de la unidad de policía militar agregada a la sección del SIPM de Ejército del Sur. Pero, de una forma u otra, le debería haber llegado al juez municipal de la localidad, la relación de las personas fusiladas, para su inscripción en el Registro Civil, cosa que tampoco ocurrió[37].

Un ejemplo que ilustra cómo se procedía a la hora de impartir justicia “legal” dentro de las divisiones nacionales, durante esta primera represión, lo encontramos en el diario de operaciones del 76º Bon del Regimiento de la Victoria nº 28 de la 107ª División que, junto a la 19ª, formaban la Agrupación Tajo-Guadiana. Al ocupar el territorio de la provincia de Toledo, se encargó de la custodia en las cárceles del partido judicial de Orgaz (Toledo), durante los meses de mayo y junio de 1939:

“23 mayo.

Se monta una compañía de servicio en las cárceles del Partido [Orgaz] y de las Escuelas para la custodia de 810 presos, dedicándose la fuerza franca de servicio a instrucción.

[…]

4 junio.

La fuerza franca oye misa en la Iglesia Parroquial del pueblo de Orgaz, desfilando después ante el Comandante Militar de la Plaza. Son nombrados Jueces Instructores los Oficiales D. Virgilio Delgado Oreja, D. José Cerda Olmedo y D. Diego Sánchez de Puerta Rosal.

[…]

8 junio.

El Bon. oye misa a las 9 horas en la Iglesia Parroquial y a las 11.15 cubre la carrera para el Santísimo la 1ª Cía. con Bandera escuadra de escolta al Santísimo después de la procesión desfila el Bon. ante el Comandante Militar.

[…]

Prisioneros esperando a ser fusilados.

10 junio.

Por la mañana instrucción práctica y por la tarde se recibe orden de la Comandancia Militar de que del Bon. marche un piquete encargado del fusilamiento de 6 reclusos  condenados a muerte por la Auditoria de Guerra del Ejército de Ocupación, montando un servicio de vigilancia por el pueblo para asegurar el orden”[38].

Circunstancias situacionales previas a la ejecución

Bajo la atenta vigilancia de la compañía de la Bandera falangista, entre el 26 de abril y el 14 de mayo de 1939, los cientos de prisioneros que aún permanecían en Zaldívar, fueron enviados escalonadamente a Castuera, y otros destacados comisarios, jefes y oficiales republicanos, fueron trasladados al cortijo de “La Boticaria”, donde engrosaron el número de los civiles y algún otro militar, que ya se encontraban allí[39].

Un testimonio muy interesante, que narra y describe la tensión de los prisioneros en la instalación concentracionaria, aquellos últimos días, es el de Felisa Casatejada que, entre aquellos presos que todavía quedaban allí, tenía a dos hermanos, Julián y Alfonso, de 19 y 17 años de edad respectivamente, que ya no pudieron salir vivos. Ella con su familia, uno o dos días antes del trágico hecho, se acercaron para pasar un rato con Julián (Alfonso todavía estaba preso en la ermita del pueblo, y no le trasladaron a “La Boticaria” hasta el mismo día de la ejecución):

“En ese turrumote que hay ahí fue la última vez que yo comí habichuelas blancas con mi hermano y mi madre. Los dejaban bajar al arroyo, pero había una guardia con caballo por si alguno intentaba escaparse. Ahí, en esa piedra estuvimos cuando llegó el del caballo.

– Ni comiendo peces tardas tantas horas, ve terminando que ya es hora de que vayas para arriba. Era ‘Vidal el Rabioso’ de Casas de don Pedro”[40].

Listado de una parte de los jefes, comisarios y oficiales prisioneros en el Campo de Concentración de Zaldívar. Archivo General Militar de Ávila.

Los militares prisioneros en el cortijo de Zaldívar fueron seleccionados, evacuados y reunidos con los que estaban en el cortijo de “La Boticaria”. El relato de Manuel Ruíz Martín, que había sido uno de los primeros incomunicados en el doblao del cortijo de “La Boticaria”, recinto donde se encontraba desde el 14 de abril de 1939, menciona la llegada de su hermano Anselmo, comisario de la 109ª BM, seguramente el 26 de abril, junto con el resto de militares republicanos apartados en Zaldívar, y nos añade una pincelada de su interior, aquellos días postreros, para conocer los pormenores ocurridos:

“Hasta que llegó la hora de que ya esto se desalojó, y nos quedamos todos aquí [los prisioneros de Zaldívar junto a los de “La Boticaria”]. [Consideraron que ya habían hecho la clasificación]. Sí, éstos [los prisioneros de Zaldívar] fueron todos allí [a “La Boticaria”]. [Anselmo] venía de Zaldívar, [contaba] que él creía que los que tenían metidos -yo no me fiaba-, que los tenían que hacer un juicio de guerra. Pero no hay juicio de guerra, no hay más que, que nos van a matar a todos de punta a punta. Digo: “Vámonos a la sierra. Nos tiramos a ellos una noche, los matamos, cogemos el armamento y nos vamos”. Dice: “No hables que te van a matar”. Digo: “Sí, que me van a matar, lo sé yo”. Yo [cuando me entregué] estaba [con] mi madre y dos hermanas mías en el pueblo [Orellana la Vieja]. Y dice mi hermano: “Que, si nos vamos, a madre y nuestras hermanas las matan”. Digo: “Voy al pueblo y le pego fuego, de punta a punta”. Cuando llega la hora, mientras más duro eres, más tranquilo me quedo. [Mi hermano intentó convencerme]: “Que te matan”. “Que lo sé que me matan. Si es que nos van a matar, a ti y a mí”. Y claro, no me podía mover.

Yo en Zaldívar no estuve, estuve en “Las Boticarias”. Todos los que [vinieron de Zaldívar y llegaron a “Las Boticarias”] los fusilaron. [Cuando los fusilaron, se los llevaron] a “Las Boticarias”. De Zaldívar a Las Boticarias. Mi hermano [Anselmo] estuvo en Zaldívar, y luego lo pasaron a “Las Boticarias”.”[41].

El 14 de mayo, víspera de la ejecución, los hicieron formar dentro del cortijo, para separar a los que habían de permanecer allí. Había reunidos alrededor de 200 prisioneros, de los cuales, los nombrados, iban saliendo de la formación para quedarse para siempre. Uno de los señalados fue Anselmo, hermano de Manuel:

Entonces fue cuando hicieron la clasificación. Ellos iban leyendo: “El que vaya leyendo, ¡venga a formar todos ahí, todos formados!”. Y yo estaba detrás de mi hermano. Y al salir, digo: “Tira para allá, que voy yo”. [Pensando que también me iban a llamar a mí]. Dirían: “Bueno, a éste no lo matamos, pero, aunque sea, lo matarán más adelante. Para que les vamos a matar a los dos antes”, dirían. Aquí estaba él, allí estaban de militar, los fascistas, estaban de militar. Escoltando, escoltando a la gente. [Allí había] una compañía [militar].

Yo estaba detrás de mi hermano formado. Cuando nos sacaron [a Castuera], íbamos tres camiones, los llenaron, y los demás se quedaron allí, y entonces yo iba… Estaba formado detrás de él, y al nombrarle, digo: “Tira para adelante que ahora voy yo”. Y entonces, al ver yo algo… Yo sabía para lo que era [para fusilarlo], a ver. Entonces yo, a un sargento llamado Benito, del cuartel, digo: “Mi sargento, mire usted, que tengo una toalla aquí, de un muchacho, que ha entrado [que la ha metido] aquí, en mi macuto, y como se queda aquí, quería entregársela”. Dice: “Tira para allá si no te quieres quedar aquí”[42].

Fusilamientos en el olivar del cortijo de “La Boticaria”

El 15 de mayo de 1939, se llevan a cabo el cumplimiento de misiones que no admiten demora, los fusilamientos, bajo la custodia y organización de la 4ª Cía del 4º Batallón de Falange Española de las JONS de Badajoz del Ejército del Sur. Lucía fuerte el sol cuando, a los prisioneros incomunicados en el cortijo de “La Boticaria”, los vieron por última vez, cavando sobre la tierra en el olivar, lo que se suponía iba a ser su tumba.

Ese mismo día, el padre y el hermano pequeño de los dos jóvenes de la familia Casatejada, uno de los cuales estaba detenido en la finca de “La Boticaria”, se habían acercado para llevarle el almuerzo. Alcanzan a verle junto a otros incomunicados abriendo dos zanjas paralelas en medio del olivar:

“- Yo qué sé, yo qué sé, eso no se sabe… pero allí en el pueblo se decía que unos ciento y pico, sus ciento y pico… Ellos los sacaron por allí, cuando vino mi padre aquí; y aquí se paró la bestia. Había un guardia, aquí, en la puerta y otro guardia allí; y aquéllos les decían a éstos: ‘que se vaya ese señor de ahí, y si no se quiere ir le disparáis’.

– Y mi padre pedía por favor: ‘que salga mi hijo, aunque sea a la puerta que yo lo vea’. Y los muchachos le decían: ‘pero señor, si le estamos diciendo la verdad; ellos no están, no están ninguno ahí; ellos están en el olivar, allí detrás de la casa; que están abriendo una fosa para orinar y cagar allí; porque ellos meaban y cagaban’.

Croquis del Campo de concentración La Boticaria.

– Era en los trojes de aquellas paredes [donde] ya no hay nada (Felisa señala el vacío de un terreno adosado a las casas actuales), los trojes para echar las aceitunas; y claro, eso olía muy mal. Lo que estaban era abriendo las fosas de ellos que iban el otro día a matarlos; y entonces áquellos dijeron: ‘¡Eh, o le disparáis o le disparamos!’ Y se salieron ahí para fuera y se echaron el fusil a la cara para dispararles.

– Entonces la guardia civil le dijo: ‘por favor, aquí hay muertes, márchese usted’; y mi padre dijo: ‘pues mátenme a mí porque van a matar a mi hijo’.

– Y entonces mi hermano, el de 12 años, se abrazó a mi padre y se echó a llorar. Los muchachos le dijeron: ‘abuelo, por Dios, que nos parte el alma; márchese con este niño, siquiera por este niño’. ‘Padre, por favor, que lo matan. Qué voy a hacer yo sólo con las bestias’.

– Mi padre siguió para adelante, pero llevaba un temblor de piernas que ya no pudo hacer nada en su finca.

– Los sacaron por allí y los mataron… sí. Llegabas aquí y estaba todo lleno de soldados… y los que eran del pueblo recibieron la visita de los familiares [el día 14] porque los iban a trasladar; y sí que los trasladaron, pero al olivar, para toda la vida”[43].

Un poco antes de mediodía, el padre y el hermano, mientras están trabajando en unas tierras cercanas, escuchan las primeras descargas. Los piquetes encargados de los fusilamientos dispararon sus ametralladoras, seguramente las conocidas Hotchkiss. Para asegurar el orden en los alrededores de la campiña, se habría montado un servicio de vigilancia, que evitaría el paso a extraños que pudieran ser testigos del crimen genocida.

“- A las doce de la mañana, pa-pa-pa, porque mi madre lo estuvo sintiendo todo; aquí, aquí estaba la primera guardia, señalando desde el camino un lugar próximo al cortijo de ‘Las Boticarias’ “[44].

Manuel Ruiz Martín, sobreviviente de los Campos de Concentración Zaldívar-La Boticaria y Castuera. Noviembre 2004. Foto cedida por José Ramón González.

Manuel Ruiz, acumula en el siguiente testimonio, con extrema rapidez y brevedad al nombrarlos y describirlos, tremendos datos, un tanto desordenados, rasgos que se adecúan a los hechos relatados que confiere una fortísima intensidad a este trágico final donde son eliminados tantos hombres.

[A Anselmo le llamaron estando en el Campo de “La Boticaria”, hicieron un llamamiento], una lista, a los que se iban a quedar allí. A los que no nombraron, esos a los camiones, y a los que nombraron para fusilarlos.

Entonces mi hermano, al sacarlo(s) [a los primeros que llevaron al olivar], quedaron a él y a otro comisario, a un comisario, -que fue el primero que detuvieron [en el doblao] a él, y luego detuvieron a un comandante y luego a mí, en la casa, al doblao. Entonces, [a] mi hermano -que es a lo que iba-, cuando sacaron a los primeros [para fusilarlos], a mi hermano, lo dejaron, los del pueblo, para divertirse un poco con él. [Lo dejaron allí en la prensa]. A él y al comisario, a los dos. Entonces mi hermano abrió un boquete en la prensa, para darse a la fuga, pero el escombro cayó para el lado de fuera, y entonces al estruendo de caerse el escombro, pues un centinela, le vio, y entonces, le pegó un tiro. [Se dio cuenta]. Y luego le llevaron [donde los estaban fusilando], y uno de aquí, le pegó un tiro en un muslo, conforme llegó, allí, donde los estaban matando. Sí, donde les habían fusilado ya a los otros. [Anselmo fue en una segunda tanda]. Pero fue el mismo día. Al comisario y a mi hermano los dejaron para los últimos. Y entonces a mi hermano, pues ya digo, le pegaron un tiro en el muslo, ya que llevaba al otro [comisario, atado], para que no se pudiera mover, escapar, le pegaron en el muslo y [así] salía. [Ese destrozo que armó cuando intentó fugarse, fue] cuando lo sacaron, habían sacado a los otros ya [para fusilarlos]. Y él y el comisario, los quedaron allí para divertirse[45].

Las versiones sobre el número de asesinados ese día varían. Una habla de “51 soldados del ejército republicano”[46], otra como la que se recoge en la Causa General habla de los 70 “paseados” de Casas de Don Pedro (Badajoz)[47], por último, fuentes también cercanas a los sucesos hablan de “Yo qué sé, yo qué sé, eso no se sabe… pero allí en el pueblo se decía que unos ciento y pico, sus ciento y pico…”[48]. El caso es que los soldados derrotados caen entre lamentos y gemidos, unos encima de otros, mientras agonizan, con los brazos atados con alambres, en el hoyo que, un rato antes, habían cavado. Por lo visto, junto a ellos, son también fusilados dos soldados nacionales, que se negaron a disparar sus ametralladoras al oír las palabras de despedida de uno de los cautivos.

Situación del territorio tras las ejecuciones

A lo largo del periodo en que el primer Regimiento de la 21ª División, desarrolló su misión política y militar, desde su cabecera en Talarrubias, orientada hacia las localidades de los dos partidos judiciales sobre los que recaía su jurisdicción, en la localidad de Casas de Don Pedro y sus alrededores, continuaron los fusilamientos. Los hubo en El Montecillo, en La Paridera, en El Fortín. Murieron setenta personas, mujeres incluidas, junto con treinta personas de otros pueblos llevados a morir a aquella población: “Diez días después de las últimas ejecuciones, el destacamento militar parte y el pueblo queda en manos exclusivas de ricos y falangistas auxiliados por los siete miembros del puesto de la Guardia Civil”[49]. El día 22 de julio, la 4ª Bandera de FET de Badajoz, parte en camiones a Villanueva de la Serena, donde se encontraba el cuartel general del Cuerpo de Ejército, y, el 25, hace lo propio la Plana Mayor del primer Regimiento de la 21ª División, desde Talarrubias a Villanueva:

“22 julio

Marcha en camiones desde Talarrubias a Villanueva de la Serena el 4º Bon Bandera de F.E.T. de Badajoz…

25 julio

Y también se trasladan en camiones la P.M. del 1º Regimiento desde Talarrubias a Villanueva de la Serena”[50].

Junto con su Bandera parte la centuria de la que era capitán Faustino Muñoz:

“[…] y quedando en los mismos servicios hasta el día veintidós de julio que con su Unidad y Bandera se trasladó al pueblo de Villanueva de la Serena en la que continúa en los mismos servicios”[51].

Compañía de prisioneros Trabajadores.

Algunos días antes, había partido precipitadamente, la compañía del 104º Batallón de trabajadores con la misma dirección, pero recorriendo el trayecto de cuarenta kilómetros que distaba hasta Villanueva andando:

“Al cabo de unos días nos dió la orden de trasladarnos rápidamente a Villanueva de la Serena a una distancia de cuarenta kilómetros. Teníamos que irnos después de comer, así que emprendimos la marcha una tarde muy calurosa y después de dos horas de caminata divisamos una charca tan grande como una plaza de toros. En ella nadaban unos pequeños patos”[52].

Antes de disolverse la Bandera falangista, durante el mes de septiembre de 1939, volvió a prestar servicio de custodia de campos de concentración, esta vez en Castuera:

“[…] y en Septiembre del referido año fue trasladada a Castuera, prestando servicios en el Campo de Concentración hasta el 30 de dicho mes que por orden de la Superioridad fue disuelta la Bandera pasando su personal de tropa a diversos Regimientos”[53].

“El día 9 de septiembre se traslada al mando de su Unidad y con su Bandera al pueblo de Castuera donde queda de servicios de vigilancia de campos de concentración y cárceles hasta el día 6 de octubre que por disolución de su Bandera se incorpora en Badajoz a su Plaza Mayor como sobrante de plantilla”[54].

 

  1. Búsqueda familiar del paradero del prisionero Andrés Barrero Rodríguez durante la posguerra

 Vano intento inmediato de la familia por localizarlo. Los prisioneros del Campo de concentración de Zaldívar fuera del control de la ICCP (Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros)

Habíamos indicado en la introducción, que esta investigación había surgido con el propósito por conocer las circunstancias de la desaparición de Andrés Barrero Rodríguez, abuelo de los autores de la misma, durante la inmediata posguerra, cuando permanecía detenido en un campo de concentración. Además, coincidió este interés, con el inicio y emergencia de lo que más tarde se ha venido denominando “Movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica”, lo cual fue un revulsivo para comenzar a clarificar y obtener datos y hechos concretos que nos orientaran sobre su paradero.

Las primeras cartas enviadas el 1 de abril de 1939 por Andrés Barrero y Juan Moraño, también cautivo en el mismo campo, son contestadas por sus familiares inmediatamente, pero estos envíos no llegan a manos de los prisioneros y son devueltos; así en el caso de los familiares de Andrés, es su esposa, Petra Calvo, quien desde Madrid donde residía la familia, en un intento de ponerse en contacto con su marido, le remite un correo con matasello del 22 de abril de 1939 dirigido a: “Andrés Barrero 109 Brigada 434 Bon Ametralladoras. Campo de Concentración (Zaldívar) Estafeta nº 43”[55]. La correspondencia es contestada por la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros negativamente:

Formulario de la Inspección Campos de Concentración de Prisioneros, en la que se notifica a la familia de Andrés Barrero que no disponían de datos del prisionero.

“Inspección Campos de Concentración de Prisioneros. Servicio de Información nº 2. Dña. Petra Calvo desea saber paradero del prisionero. Apellidos: Barrero Rodríguez Nombre: Andrés. Edad: 39 años. Naturaleza: Pozal de Gallinas (Valladolid). Información. Se encuentra: No hay datos[56].

Los prisioneros del Campo provisional de Zaldívar no estaban bajo la tutela de la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros (por ello a Petra este organismo no le pudo haber informado en positivo), sino de la División del Ejército que los había capturado, en espera de una primera limpieza ideológica ocultada que no admite demora, en el mismo frente de batalla, antes de que continuaran su periplo carcelario, a partir de entonces, ya sí declarado, para que todo pareciera que se hacía bajo la más escrupulosa legalidad.

El envío de los familiares de Juan, como ya hemos dejado dicho, también es devuelto con matasello de 20 de abril del 39 a su familia: “Juan Moraño Valle 109ª Brigada Mixta 434 Batallón. 4ª Compañía ‘Campo de Concentración Zaldívar’. Estafeta 43”[57].

Desde abril de 1937, el trabajo en materia de prisioneros de guerra, entre la Jefatura a nivel nacional, ligada al mando único de Franco y su Cuartel General, y las autoridades territoriales, operantes a través de las Comisiones Clasificadoras dependientes de las Auditorías de Guerra, era conjunto. Sin embargo, éstas, en el escalafón, dependían de los Cuerpos de Ejército, éstos de los Ejércitos y éstos, a su vez, también del Cuartel General de Franco. Es decir, que el mando único quedaba en manos del Jefe del Gobierno del Estado[58].

También, desde el año 1937, los prisioneros eran clasificados por las Auditorías de Guerra, la mayoría de las veces en los mismos campos de concentración, a través de las Comisiones al uso. Se trató de una medida masiva, e ilegal, ya que no hubo condena ni juicio ni tribunal alguno para los prisioneros, solamente clasificación y trabajo forzado. Desde aquel momento, además, los campos se mantuvieron en directa relación con el establecimiento de los Tribunales Militares para la realización de Consejos de Guerra sobre los prisioneros clasificados de manera negativa[59].

Consciente de la última oportunidad para salir del Campo, Andrés Barrero solicita a su mujer:: «Dirás a madre que si puede vaya a ver a Don Victoriano, y a Eustasio que se vea con el Sr. Ramón».

Detrás de una máscara de supuesta reglamentación, la misión de la ICCP no estaba aún -ni lo estaría nunca- especificada por disposición oficial alguna, su dependencia oficial no había sido concretada (aunque de hecho dependiese exclusivamente del Cuartel General del Generalísimo, CGG) y, además, los límites de su jurisdicción eran confusos e imprecisos, tanto en la clasificación de los prisioneros, que correspondía a los Cuerpos de Ejército y Divisiones por medio de las Comisiones Clasificadoras, como en la creación de BB.TT. (Batallones de Trabajadores), que corría a cargo de la Jefatura de MIR (Movilización, Instrucción y Recuperación[60].

Más arriba ya habíamos hecho constar que Andrés Barrero, el mismo día 26 de abril, fecha de la transferencia de prisioneros entre los dos Ejércitos, había tenido oportunidad de enviar una segunda y última carta a su familia.

Su mujer vuelve a intentar ponerse en contacto con él, y envía un nuevo correo con las nuevas señas, que correspondían al Ejército del Sur: “Estafeta nº 97”, y tiempo más tarde recibe otra vez, la carta devuelta con matasello de “Badajoz de 29 de septiembre de 1939”. Así mismo, vuelven a responderle desde la ICCP:

“Inspección Campos de Concentración de Prisioneros. Servicio de Información. Dña. Petra Calvo desea saber paradero del prisionero, Apellidos: Barrero Rodríguez. Nombre: Andrés. Edad: 40 años. Naturaleza: Pozal de Gallinas (Valladolid). Información. Se encuentra: No hay datos[61]

Inscripción diferida de la defunción. Juzgado de Primera Instancia nº 9 de Madrid, 1945

Las mujeres viudas de los desaparecidos, sufrieron toda posible indefensión a nivel jurídico al no reconocérseles su estado civil dado que no existía acta de defunción del marido, lo que era imposible que sucediera sin contar con el cuerpo del difunto. Mujeres convertidas en esposas de fantasmas que sufrían el ninguneo legal impidiéndoseles gestionar bienes de titularidad del marido, cobrar herencias o, volverse a casar[62].

En los años 1940, Petra Calvo, la viuda del desaparecido Andrés Barrero, al ver que no regresaba, tuvo que inscribir la defunción de su marido, instada, seguramente, por el Decreto número 67 de 10 de noviembre de 1936, que argumentaba la inscripción de ausencias, desapariciones o fallecimientos, donde los desaparecidos pasarían a la categoría de “presunción de muerte”[63] a los cinco años de su inscripción, cuando se le abrió la posibilidad de registrar a su difunto marido. Lo hizo con fecha de 28 de noviembre de 1945, es decir, fuera de plazo, bajo el tipo de inscripción “diferida”, siguiendo lo decidido por las autoridades franquistas: no podían ser inscritas más de cierta cantidad, para no inflar los registros civiles, la inscripción en el registro solo la hacía el juez después de pasados cinco años desde la solicitud y en el apartado de “causas de fallecimiento” nunca podía figurar que había muerto fusilado. Por eso no dijo o no pudo decir la verdad, porque, aunque sabía que hasta el día 26 de abril de 1939, su marido, había permanecido con vida, declaró que “falleció en el mes de enero de mil novecientos treinta y nueve, según resulta del testimonio del auto dictado con fecha veintiséis del actual [noviembre 1945], por el Juzgado de Primera Instancia número nueve de esta capital [Madrid]”[64]. Lo mismo sucedía con otras documentaciones, como el padrón, -en el que a lo sumo debía figurar como “desaparecido”-, y con las misérrimas ayudas que en la posguerra se dieron a los hijos de estas viudas, para lo cual debía firmar un documento que reconocía a sus difuntos como “fallecidos por causas de guerra”.

Pasaron los años, y, como el trámite administrativo de 1945, garantizó que ella era una viuda y sus hijos huérfanos, pudieron subsistir en el Madrid de la posguerra.

 

Conclusión y colofón: promotores de las primeras exhumaciones de víctimas del franquismo en Extremadura

 La dignificación de los caídos en las fosas comunes

Felisa Casatejada junto con la hija de otro represaliado con el autor de este trabajo.

La dictadura franquista que dio comienzo el 18 de julio de 1936, fue la más grande tragedia de nuestra historia contemporánea. Es un agravio que continúa trascendiendo y cerrándose, ya que aún persiste en la memoria de varias generaciones, el terror y la violencia desarrollada en aquella época, así como también el tratamiento insatisfactorio que se la dio durante la Transición.

El Ejército franquista con todos los medios represivos a su alcance, impuso el silencio, ejecutó mediante procedimientos sumarísimos y encerró en cárceles y batallones disciplinarios a miles de hombres y mujeres, ocultó a otros tantos miles de desaparecidos que aún, hoy en día, siguen en fosas y cunetas.

Ni en nuestra primera etapa democrática, ni aún ahora, la defensa de los Derechos Humanos se ha manifestado de forma contundente por parte del Estado español.

Su mayor fracaso ha sido su incompetencia para arropar a todo el país, alejar a todos los españoles del régimen franquista y llevarlos a la democracia. Para muchos supervivientes, la transición no llegó a tiempo. Solo a las fosas comunes exhumadas ha entrado la democracia. El resto permanece, fuera del tiempo y, contra todo sentido común, en la oscuridad franquista.

Pero ni siquiera las exhumaciones traen la libertad anhelada por la democracia a las víctimas. Muchos familiares cerraran su ciclo de aflicción y deshonra solo cuando estén convencidos de que la verdad sobre sus anónimos allegados sea conocido. Necesitan sentir que aquellos crímenes que acabaron con la vida de sus seres queridos han sido reconocidos y que el carácter injusto e ilegítimo de los mismos es incontestable. En ausencia de una verdadera justicia transicional y restaurativa, sin una Comisión de la Verdad, las víctimas han tenido que construir sus propios espacios de comunicación de la verdad y restitución en el imaginario nacional.

La historia de la familia Casatejada, que reflejaremos en esta conclusión, cuyos dos hermanos fueron asesinados y enterrados en la fosa del olivar del cortijo de “La Boticaria” (Badajoz) en 1939, nos servirá para comprender la utilidad social que una investigación tiene. La recuperación de sus cuerpos, sepultados junto con el resto de los soldados republicanos de la 109ª Brigada Mixta, entre 51 y 100 personas, se hizo en la primavera de 1978, fue la primera exhumación de la guerra realizada en Extremadura, durante la inmediata Transición. Felisa Casatejada, hermana de los muchachos desaparecidos, gestionó con el resto de familias el desenterramiento, la construcción del panteón con la lápida en el cementerio de Casas de Don Pedro, el funeral en la iglesia del pueblo y la nueva inhumación de los restos recogidos.

Por los testimonios de algunos supervivientes que lograron salir de allí, sabemos que, en general, fueron ofendidos y humillados, mientras permanecieron cautivos. El trato fue en todo momento vejatorio, e incluso las palizas fueron algo habitual. Les despojaron de sus documentos oficiales que les hicieron entregar para su identificación inicial, pero también les saquearon las pocas pertenencias que poseían. A los militares que fueron seleccionando para formar parte del paredón, les incomunicaron durante las semanas que permanecieron allí. La comida que recibían era a todas luces escasa, y era algo habitual contraer el paludismo y el tifus, por lo que muchos perecían en los hospitales a los que eran conducidos. La posibilidad de correspondencia con el exterior, estaba limitada a la posesión de medios materiales para disponer de papel y pluma, así como a unas normas epistolares formales, donde no cabían las quejas ni denuncias, sino todo lo contrario, la exaltación y el buen trato que recibían, además estaba supeditada a unos determinados días de envío.

El escarnio fue permitido hasta la hora de su fusilamiento, momento durante en el que también se ensañaron con los prisioneros que iban a morir, aplicando durante esos precisos instantes el máximo rigor y violencia. Previamente, durante las horas anteriores, les hicieron acudir al olivar donde iban a ser ejecutados, con la excusa de la construcción de letrinas para sus necesidades, donde cavaron sobre la tierra lo que se suponía iba a ser su tumba.

Exhumación de las fosas en el olivar del cortijo “La Boticaria”: 13 y 14 de mayo de 1978

La losa del miedo incrustado en el cerebro de todos y cada uno de los familiares de los represaliados durante el franquismo, comenzó a abrirse durante los primeros meses de 1978 en Casas de Don Pedro. La familia de dos hermanos ejecutados aquel 15 de mayo de 1939, apellidada Casatejada, inició las acciones para buscar los restos de todos los fusilados y “darles un entierro como a seres humanos” [65]. Pierre Nora, ha acuñado el término “lugares de la memoria”, para explicar cómo se transforma la relación entre los grupos sociales, la memoria y la historia bajo el impacto de la globalización y el desanclaje de los procesos locales con su pasado[66].

La familia Casatejada se tuvo que enfrentar con las autoridades civiles de la Transición para realizar la exhumación. Foto cedida por Felisa Casatejada.

La familia Casatejada, se dirige en primer lugar al ayuntamiento del pueblo para dar a conocer al entonces alcalde, Juan Grande, sus intenciones. Éste no la pone ningún tipo de objeción, remitiendo el caso al Gobernador Civil de Badajoz para que fuese él quien diese su consentimiento en última instancia[67]. De esta manera, pasado un tiempo, Felisa Casatejada, en calidad de representante del grupo de familiares, es llamada a declarar ante el Gobernador. Inicialmente es instada a hacerlo sola, sin testigos, a lo cual se opone con vehemencia su marido, que la acompañaba. Este hecho refleja el miedo y el recelo que por aquel entonces seguían aún muy presentes en la sociedad[68]. El Gobernador le preguntó a Felisa por sus intenciones a lo que ésta respondió que su única intención era desenterrar los restos de sus familiares para darles cristiana sepultura, tras lo cual dio su permiso, no sin antes hacer una clara advertencia a Felisa: “quedarán prohibidas banderas, vítores y cualquier otro tipo de manifestación política”[69]. En caso de que esta advertencia fuera incumplida, Felisa fue amenazada con el encarcelamiento inmediato. Incluso, se la advirtió de la presencia durante los actos de personas que vigilarían su cumplimiento.

Una vez obtenido el consentimiento del ayuntamiento y de Gobernación, solo quedaba el permiso de la dueña de la finca, una descendiente de la terrateniente contemporánea de los hechos, la cual no pone objeción, imponiendo como única condición que, tras finalizar los trabajos, los terrenos queden repuestos[70].

Superados con éxito todos los escollos, aún quedaba reunir los medios materiales necesarios para realizar la exhumación. A pesar de que la iniciativa se acogió favorablemente en el pueblo, nadie en el lugar estaba dispuesto a ceder una excavadora, debido probablemente a posibles represalias posteriores. Por ello se tuvo que acudir a una localidad vecina para conseguir una excavadora. Fueron los propios familiares quienes solidariamente se hicieron cargo de los gastos ocasionados por los trabajos necesarios.

Acordaron que la exhumación de los restos y el funeral religioso, de manera simbólica, habrían de ser celebrados durante los días 13 al 15 de mayo, éste último día además festividad local de san Isidro. Durante el primer día se reunieron en el olivar de Casa de “La Boticaria” el grupo de familiares, acompañados por un elevado número de vecinos, algunos de los cuales acudieron para ayudar.

La forma de llevar a cabo la exhumación, tuvo muy poco que ver con los sofisticados métodos actuales de excavación, documentación y tratamiento de los restos humanos. Foto Felisa Casatejada.

La forma de llevar a cabo la exhumación, tuvo muy poco que ver con los sofisticados métodos actuales de excavación, documentación y tratamiento de los restos humanos[71]. La excavadora hundía la pala en el terreno, extraía montones de tierra y los allí presentes se encargaban de remover a mano la tierra extraída en busca de restos óseos. No tardaron en aparecer los primeros objetos, la suela de una alpargata, que produjo entre los familiares las primeras reacciones emotivas y de dolor. Conforme fueron avanzando los trabajos, los restos aumentaron. Entre los objetos recogidos se reconocieron efectos personales de sus seres queridos. Aparecieron los alambres con los que habían sido atados por los antebrazos los hermanos de Felisa y unas cananas de los militares franquistas que se habían negado a disparar contra los prisioneros y que, por ello, fueron también fusilados. El hedor que desprendía la fosa se hizo insoportable. Los huesos y objetos encontrados, fueron ordenados pulcramente sobre unas sábanas blancas que más tarde se colocaron en varios féretros.

Gracias a las nuevas tecnologías de hoy en día, conocemos con precisión las coordenadas de referencia donde se encuentra la fosa, situada en 39º08´23.1”N y 5º20´23.6”W, en el término municipal de Puebla de Alcocer (Badajoz). Siempre quedará la duda de si esta exhumación se realizó íntegramente o quedó alguna sección sin excavar, ya que el volumen de los restos encontrados (tres féretros llenos de huesos) no coincide con el número mínimo de personas que pudieron ser ejecutadas aquel día, cuyas fuentes hablan siempre de cifras por encima de 51 individuos.

A pesar de las advertencias gubernativas, viendo que no se ejercía ningún tipo de vigilancia en el lugar de los trabajos de excavación, no faltaron las manifestaciones de índole político, se cantaron himnos izquierdistas y se mostraron banderas con los emblemas comunistas y republicanos, dando así paso a la exaltación contenida que flotaba en el ambiente.

Tras la primera jornada, que bastó para realizar la exhumación, emplearon los otros dos días hasta la fecha del traslado al cementerio, para velar en la misma finca, durante el día y la noche, los restos encontrados. Una trovadora, Inés Mansilla Espinosa[72], hija de uno de los represaliados, Angelillo Mansilla, compuso una serie de romances y coplas, que repentizó durante los desenterramientos en el mismo olivar.

ROMANCE I[73]

Llegaron los asesinos,

los criminales vinieron

para sacarlos del campo

y sacrificar su cuerpo

y después “afusilarlos”

y tirarlos como perros.

Eso ha sido lo que hicieron

los fascistas de mi pueblo

que mataron a mi padre.

¡Sólo mataron su cuerpo,

que la sangre de sus venas

en las mías va corriendo!

Y también sus ideales

quedaron en mi cerebro.

Sé que descansa en la Gloria

junto con sus compañeros,

donde irán también sus hijos,

que los dejaron pequeños.

 

Pulsa y escucha el resto de los romances, seguidillas y coplas

 

Y léelos

 

Traslado, misa y entierro de los restos en el panteón construido exprofeso para las personas sepultadas: 15 de mayo de 1978

El traslado de los restos desde las fosas a la iglesia parroquial se hizo con gran acompañamiento de familiares. Foto Felisa Casatejada.

La exhumación se realizó con gran acompañamiento de familiares, reuniéndolos en varios féretros y trasladándolos al cementerio, tras el debido luto que exige la dignidad humana, el 15 de mayo.[74] Tampoco, en plena Transición como nos encontrábamos, se contemplaban políticas de memoria que pudieran recoger los valores que los Derechos Humanos universales, preconizaban ya por aquel entonces de verdad, justicia y reparación.

Como colofón a una de las primeras exhumaciones de fosas organizadas de represaliados republicanos de la Guerra Civil, mencionaremos que el párroco de Casas de Don Pedro, en representación de los familiares, solicitó al Arzobispado de Toledo la concesión de la sepultura perpetua en el cementerio parroquial, “a favor de los muertos en acción de guerra en dicha localidad”[75]. Le fue concedida la propiedad del panteón nº 220, compuesto de cuatro nichos, el 7 de noviembre de 1978 “en favor de las personas cuyos restos mortales están sepultados en el mencionado panteón”[76].

Allí, desde entonces, cada 1 de noviembre, día de “Todos los Santos” y cada 15 de mayo, fecha de la terrible tragedia, podían visitar a sus familiares desaparecidos, y hacer uso de la memoria, recordarles. Eso quien conocía lo que había sucedido, que principalmente se trataba de personas de los pueblos de los alrededores, o que habían visto publicado el reportaje en la revista Interviú y lo relacionaron con la última referencia del lugar donde sabían que había estado su ancestro, que fueron muy pocas. Para muchas otras, el hecho permaneció y permanece ignorado. Ha sido investigando, entrando en los foros que las nuevas tecnologías han posibilitado, cómo se han ido conociendo nuevos familiares de aquellas personas asesinadas.

La familia del soldado Andrés Barrero, no pudo dignificar su memoria aquel año de 1978, porque la desaparición de su cuerpo impidió localizar su rastro. Fue veinticinco años más tarde, una vez descubierta la trama del suceso, cuando el 15 de mayo de 2003, se desplazaron diez miembros de la misma hasta la localidad, para visitar el panteón del cementerio, donde reposan sus restos y, en cuyo lugar, inscrito en la lápida, se hallaba su nombre que se había mandado grabar. Con ellos, se encontraba Felisa Casatejada, una de las activistas que propició la exhumación, ya anciana, igual que los hijos de Andrés, quien les explicó los hechos y los acompañó por los alrededores de la localidad, para mostrarles los “lugares de la memoria”.

 

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Archivos consultados

Archivos familiares:

Barrero Calvo.

Buj Vallés.

Casatejada.

Infante Navarrete.

Ruiz Martín

 

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AGMAv, Archivo General Militar de Ávila.

AGMGu, Archivo General Militar de Guadalajara.

AGMSg, Archivo General Militar de Segovia.

AHMPA, Archivo Histórico Municipal de Puebla de Alcocer.

AHN, Archivo Histórico Nacional.

AMH, Archivo Ministerio de Hacienda.

APCE, Archivo del Partido Comunista de España.

ATMTP, Archivo Territorial Militar Togado Primero de Madrid.

ATMTS, Archivo Territorial Militar Togado Segundo de Sevilla.

 

[1] AGMAv. (DN). “Información. Instrucciones generales. Instrucción nº 8, del día 31 [de marzo] sobre prisioneros. Marzo 1939”. A.23/L.1/C.3, D. 1. También en: AGMAv, C.1501, Cp.31, D.1.

[2] AGMAv, DN, “Operaciones. Ordenes generales. Órdenes núms. 2 y 3 de los días 3 y 26 [de abril], de esta Agrupación. Abril 1939”. A.23/L.2/C.31, D.1. También en: AGMAv, C.1502, Cp. 31, Carpeta.

[3] AGMAv, DN, “Información. Prisioneros. Estados del movimiento de prisioneros en los Campos de Concentración dependientes de esta Agrupación, en los días 13 al 30. Abril de 1939”. A.23/L.1/C.36, D.1.

[4] Buj Pastor, Francisco. Memorias de la Guerra Civil (1936-1939). Tarrasa, 1980.

[5] Correspondencia personal enviada a su familia desde el campo de concentración de Zaldívar, por Andrés Barrero Rodríguez, 26 abril 1.939. En: Torres, Rafael. Desaparecidos de la Guerra de España (1936-?), La Esfera de los Libros, 2002, pp. 262-264.

[6] AGMAv, “Expediente militar nº 248 de D. Narciso Domínguez Fernández”.

[7] Gragera, Francisco. La quinta del biberón, RBA, Barcelona, 2005, pp. 143-144.

[8] AGMAv, DN. “21 División, Operaciones.Diario de Operaciones de esta [21]División. Enero 1938 a julio 1939”. A.42/L.3/C.87. D.2. También en: AGMAv, C.1678, Cp 87, D. 2. La cursiva y el subrayado es nuestro.

[9] Casas de la Vega, Rafael. Las milicias nacionales, Madrid, 1977, p. 347.

[10] AGMSg, “Expediente compulsado de la Hoja de Servicios de D. Lamberto López Elias”.

[11] AGMAv, DN. “21 División, Organización. Estados de fuerza de las unidades de esta [21]División. Abril 1939”. A.42/L.1/C.30. D.1, Num. 21.

[12] AGMAv, “Expediente militar nº 28 de D. Faustino Muñoz Paniagua”. La cursiva es nuestra.

[13] Lizarriturri, Alejandro. Memorias de un combatiente de la Guerra Civil. Eibar, 1996; p. 78.

[14] AGMAv, “Expediente militar nº 299 de D. Ignacio Muñoz Aycuens”.

[15] Ibid.

[16] Lizarriturri, Alejandro. Memorias de un combatiente de la Guerra Civil, Eibar, 1996; p. 81.

[17] AGMAv, “Expediente militar nº 299 de D. Ignacio Muñoz Aycuens”.

107 AGMAv, Cuartel General del Generalísimo (CGG) SIPM. “Correspondencia de Organización del SIPM en el Ejército del Sur, 1938-39”. C.2917, Cp.26, D.18.

[19] AGMAv, DN. “Diario de Operaciones. 21 División (1º de enero a 29 de julio de 1939)”. A.10/L.452/C.22. D.12. También en:  AGMAv, C.2671, Cp.22/14.

[20] AGMAv, DN. “Ejército del Sur. Información. Nota informativa del S.I.P.M. Abril 1939”. A.18/L.17/C.19. D.1. También en:  AGMAv, C.1275, Cp.19/1-2.

[21] Sánchez-Paniagua, José. Primeros resultados de la exhumación [en Puebla de Alcocer]. En http://jspaniagua.blogspot.com.es/p/exhumacion.html. Consultado el 19 de octubre 2017.

[22] Documentación que nos ha hecho llegar el investigador Antonio D. López, al cual agradecemos su amabilidad.

[23] Bravo Gómez, Gutmaro, “Los Servicios de Información de Franco: vigilancia, represión y contundencia”. La aventura de la historia, nº 228, (octubre 2017), p. 21.

[24] AGMAv. DN. “Instrucción. Dirección del Servicio de Etapas. Sin fecha”. A.16/L.25/C.17/D1.

[25] Catalán Deus, José. “El pueblo desentierra a sus muertos. Casas de Don Pedro, 39 años después de la matanza”. Interviú, nº 109 (15/21-VI-1978), p. 87.

[26] Archivo General Militar de Segovia. (AGMSg), “Expediente compulsado de la Hoja de Servicios de D. José Manuel Coloma y Escrivá de Romaní”.

[27]AGMAv. DN. “Organización. Ordenes generales del Ejército del Sur. Marzo 1939”. A.18/L.5/C.20/D1. También en: C.1259/C.20/D.1.

[28] AGMSg. “Expediente compulsado de la Hoja de Servicios de D. José Manuel Coloma y Escrivá de Romaní”.

[29] Gómez Bravo, Gutmaro. Geografía humana de la represión franquista: Del Golpe a la Guerra de ocupación (1936-1941), Cátedra, Madrid, 2017, p. 24.

[30] AGMAv, (DN). “Información. Instrucciones generales. Instrucción nº 4, del día 10 [de abril] Campos de Concentración de prisioneros. Abril 1939”. A.23/ L.1, C. 34, D.1. También en: AGMAv. C.1501, Cp.34, D.1/7.

[31] AGMAv, (DN). “Organización. Ordenes generales del Ejército del Sur, Marzo 1939: Organización de los Servicios de Justicia en la zona del Frente”. A.18/ L.5, C. 20, D.1. También en: AGMAv, C.1259, Cp.20, D.1/20.

[32] AGMSg. “Expediente compulsado de la Hoja de Servicios de D. José Manuel Coloma y Escrivá de Romaní”.

[33] AGMAv. (DN). “Organización. Ordenes generales del Ejército del Sur, Marzo 1939: Organización de los Servicios de Justicia en la zona del Frente”. A.18/ L.5, C. 20, D.1. También en: AGMAv, C.1259, Cp.20, D.1/20. El subrayado es nuestro.

[34] AGMAv, (DN). “Información. Instrucciones generales. Instrucción nº 4, del día 10 [de abril] Campos de Concentración de prisioneros. Abril 1939”. A.23/ L.1, C. 34, D.1. También en: AGMAv. C.1501, Cp.34.

[35] AGMAv. (DN). Ejército del Sur. “Organización. Prisioneros y presentados, Abril 1939”. A.18/ L.5/ C.27/D.1/1. También en: AGMAv, C.1260, Cp.27, D.1/1.

[36] Referencia hecha llegar por Antonio D. López Rodríguez, investigador y autor de Cruz, bandera y Caudillo: El Campo de Concentración de Castuera. CEDER-La Serena, 2006.

[37] Gallardo Moreno, Jacinta. La Guerra Civil en la Serena, Diputación Provincial de Badajoz, 1994, p. 136.

[38] AGMAv, (DN). “Diario de Operaciones del Regimiento de La Victoria nº 28 [Batallón 76, División 107]”. A.10/L.460/C.12 bis/D.1. También en: AGMAv, C.2679, Cp12 BIS. La cursiva es nuestra.

[39] Barrero Arzac, Fernando (2009), Historia y tragedia de la 109ª BM en el Campo de Zaldívar (Badajoz). http://www.todoslosnombres.org/content/materiales/historia-tragedia-la-109a-bm-en-el-campo-zaldivar-badajoz.  Consultado el 3 de agosto del 2017.

[40] Testimonio de Felisa Casatejada, recogido en septiembre de 2003. En: Memoria histórica y Guerra Civil. Represión en Extremadura. Julian Chaves Palacios, coord. Diputación de Badajoz, 2004.

[41] Extracto de la entrevista realizada a Manuel Ruiz Martín, superviviente de los campos de concentración de Zaldívar-La Boticaria y de Castuera, en Orellana la Vieja (Badajoz), por José Ramón González Cortés el 27 de noviembre del 2004. Transcripción magnetofónica por Fernando Barrero Arzac.

[42] Ibid.

[43] Testimonio de Felisa Casatejada, recogido en septiembre de 2003. En: Memoria histórica y Guerra Civil. Represión en Extremadura. Julian Chaves Palacios, coord. Diputación de Badajoz, 2004.

[44] Ibid.

[45] Extracto de la entrevista realizada a Manuel Ruiz Martín, superviviente de los campos de concentración de Zaldívar-La Boticaria y de Castuera, en Orellana la Vieja (Badajoz), por José Ramón González Cortés el 27 de noviembre del 2004. Transcripción magnetofónica por Fernando Barrero Arzac.

[46] Catalán Deus, José.El pueblo desentierra a sus muertos. Casas de Don Pedro, 39 años después de la matanza”, en Interviú; n.109 (15/21-VI-1978), pp. 86-88.

[47] Juliá, Santos (Coord.). Víctimas de la guerra civil. Madrid, Ed. Temas de hoy, 2004, p. 334.

[48] Chaves, Julián (Coord.). Memoria histórica y Guerra Civil: Represión en Extremadura. Diputación de Badajoz, 2004, pp. 301-303.

[49] Catalán Deus, José. “El pueblo desentierra a sus muertos. Casas de Don Pedro, 39 años después de la matanza”, en Interviú n.109 (15/21-VI-1978), p. 87.

[50] AGMAv. DN. “Diario de Operaciones. 21 División (1º de enero a 29 de julio de 1939)”. A.10/L.452/C.22/D.12. También en: AGMAv, C.2671, Cp.22/16.

[51] AGMAv. “Expediente militar nº 28 de D. Faustino Muñoz Paniagua”.

[52] Lizarriturri, Alejandro. Memorias de un combatiente de la Guerra Civil, Eibar, 1996; p. 82.

[53] AGMAv. DN. “Historial de la Cuarta Bandera de Badajoz”. S.n.

[54] AGMAv. “Expediente militar nº 28 de D. Faustino Muñoz Paniagua”.

[55] Anverso del sobre de la correspondencia personal enviada a Andrés Barrero Rodríguez por su esposa Petra Calvo. 22 de Abril 1939.

[56] Formulario de contestación de la Inspección Campos de Concentración de Prisioneros, Servicio de Información. Enviado en abril de 1939. En: Torres, Rafael. Desaparecidos de la Guerra de España (1936-?), La Esfera de los Libros, 2002, p. 263. El subrayado es nuestro.

[57] Anverso del sobre de la correspondencia personal enviada a Juan Moraño Valle por su padre, Manuel Moraño Navarrete. 20 de abril 1939.

[58] Rodrigo, Javier. Los campos de concentración franquistas: Entre la historia y la memoria. Madrid, Siete Mares, 2007, p. 68.

[59] Ibid. p. 72.

[60] Ibid. p. 95.

[61] Formulario del Servicio de Información de la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros. En: Rafael Torres. Desaparecidos de la Guerra de España (1.936-?), Madrid, 2.002; pp. 256-275.

[62] Fernández de Mata, Ignacio. Lloros vueltos puños: El conflicto de los “desaparecidos” y vencidos de la Guerra Civil española. Granada, Comares, 2016, pp. 62-63.

[63] Decreto núm. 67/1936, de 10 de noviembre. (BOE núm. 27, 11 de noviembre de 1936).

[64] Inscripción de defunción de Andrés Barrero. Juzgado de Primera Instancia núm. 9 de Madrid. 28 de noviembre de 1945.

[65] Catalán Deus, José.El pueblo desentierra a sus muertos. Casas de Don Pedro, 39 años después de la matanza”, en Interviú .109 (15/21-VI-1978), pp. 86-88.

[66] Ferrándiz, Francisco (2011), “Lugares de memoria”, en Rafael Escudero (coord.), Diccionario de la memoria histórica, Madrid, Catarata, pág. 29.

[67] VV.AA. (2012). Pioneros de la memoria: Excavación de la fosa de represaliados republicanos en la finca “Las Boticarias” en Casas de Don Pedro (Badajoz) en la primavera de 1978.

[68] Ibid.

[69] Ibid.

[70] Ibid.

[71] Herrasti Erlogorri, L.; Jiménez Sánchez, J.M. “Excavación arqueológica de los enterramientos colectivos de la Guerra Civil”, Boletín Galego de Medicina Legal e Forense, nº 18, 2012, pp. 29-45.

[72] Testimonio de Rakel Barroso Morilla, nieta Inés Mansilla Espinosa. Entrevista realizada a través de las redes sociales (Facebook). 4 de octubre de 2016.

[73] Estos versos que insertamos a continuación, forman parte de la colección de poemas recitados por la trovadora de setenta y cuatro años, Inés Mansilla Espinosa, durante los desenterramientos en el olivar de “La Boticaria” y en otros lugares de Casas de Don Pedro durante la primavera-verano de 1978. Romances y coplas cedidas por Felisa Casatejada. Transcripción de Fernando Barrero Arzac. Adaptación y arreglos métricos de los versos de Paco Buj Vallés.

[74] Barrero Arzac, Fernando (2009), Historia y tragedia de la 109ª BM en el Campo de Zaldívar (Badajoz). http://www.todoslosnombres.org/content/materiales/historia-tragedia-la-109a-bm-en-el-campo-zaldivar-badajoz

[75] Documentación generada durante la construcción del panteón para depositar los restos de los fusilados en la localidad durante el año 1939. Octubre-noviembre de 1978.

[76] Ibid.

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